La corrida que nunca existi¨®
Un espect¨¢culo deprimente. O mejor, indignante. A la plaza de Valencia le pegaron ayer una pu?alada trapera en pleno coraz¨®n. Con alevos¨ªa. Los taurinos est¨¢n acostumbrados a que el d¨ªa de San Jos¨¦ todo cuele en esta plaza. Y hasta ahora colaba casi todo. Desde ayer, todo. A esta plaza los taurinos le han perdido el respeto. Los de fuera y los de dentro. Tama?a desfachatez la permitieron veterinarios y autoridad, en este caso m¨¢s incompetente que nunca, que se dejaron meter un gol con la mano y en fuera de juego.
La corrida que trajo a Valencia el ganadero llamado Juan Pedro Domecq nunca existi¨®. Era una pantomima. Anovillados de tipo, sin cara. Alguno, como el tercero, salt¨® al ruedo con los pitones destrozados. Y cada uno que piense lo que quiera. Y en cuanto a su juego, m¨¢s que toros artistas, como dice el ganadero de sus productos, toros rid¨ªculos. Ya lo eran de presencia y lo acabaron de arreglar por juego. Justos de fuerzas, sin emoci¨®n, descastados, abobados, agilipollados. El tercio de varas, un simulacro. La corrida, en fin, una verg¨¹enza. Pero como el d¨ªa de San Jos¨¦ todo cuela y todo vale, ah¨ª va eso. ?Toma del frasco!
Domecq / Ponce, Manzanares, ?vila
Toros de Juan Pedro Domecq, sin trap¨ªo alguno, anovillados, muy pobres de cabeza, sin emoci¨®n y con las fuerzas muy justas. Enrique Ponce: estocada desprendida (oreja); entera -aviso- (oreja). Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares, hijo; estocada (saludos); bajonazo (saludos). Juan ?vila, que tom¨® la alternativa: dos pinchazos y entera baja (saludos); media atravesada -aviso- (palmas). Plaza de Valencia, 19 de marzo. 9? de feria. Lleno.
Semejante ruina la aprovech¨® Enrique Ponce para llevar a cabo un entrenamiento cara al p¨²blico y vestido de luces. Los dos torillos que mat¨® fueron pura broma para el de Chiva. Su primera babosa result¨® un tullido animalucho, con el que jug¨® a placer. Su segundo, que adem¨¢s de ser una desdicha tambi¨¦n era manso, se refugi¨® en terrenos de toriles. De nuevo, un juego para Ponce. Dos paseos. Y las dos orejas de menos importancia que ha cortado en esta plaza.
Manzanares hijo se esforz¨® en su lote. Esfuerzo vano. In¨²til. El tercero apareci¨® en la plaza con las puntas de los pitones hechas a?icos. Destrozados. Sin presencia, sin fuerza, sin nada. ?Ante qu¨¦ se esforz¨® Manzanares en ese toro? El nombre del toro ya era una premonici¨®n: se llamaba Nefasto. ?C¨®mo lo sab¨ªa el ganadero! En el quinto, m¨¢s de lo mismo. Un trasteo sin sentido al son de la m¨²sica. Esforzado y rectificado. Y consentido por el bendito e ignorante p¨²blico. Lo siento.
Al novel Juan ?vila lo arrastr¨® la vor¨¢gine. El que menos culpa ten¨ªa del desaguisado y el que m¨¢s lo va a pagar. En tarde tan se?alada, la de su alternativa, lo estrellaron de muy mala manera. De entrada, se hizo matador de toros con un novillote inv¨¢lido, al que el presidente mantuvo en el ruedo a pesar de la bronca. Por all¨ª anduvo el joven espada. Buscando una salida que la ten¨ªa atascada. El sexto, por si fuera poco, sac¨® guasa. Y como la naturaleza no da saltos, como dijo en su d¨ªa el seleccionador brasile?o Carlos Alberto Parreira, a ?vila le faltaron oficio y recursos a pesar de su voluntad.
Tras lo de ayer, tome nota la Diputaci¨®n de cara al pr¨®ximo pliego. No estar¨ªa mal una lista con una serie de ganader¨ªas de paso prohibido por esta plaza.
En festejo matinal y con la plaza llena, se lidiaron toros para rejones de S¨¢nchez Cobaleda, que resultaron desiguales de juego. La soleada ma?ana se sald¨® con el corte de una solitaria oreja, que fue a parar a las manos de Sergio Gal¨¢n. Leonardo Hern¨¢ndez y Diego Ventura dieron la vuelta al ruedo, Jo?o Moura fue ovacionado y se guard¨® silencio tras las actuaciones de Ferm¨ªn Boh¨®rquez y Moura Caetano.
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