Negociar medidas simult¨¢neas
El pasado 10 de febrero, Corea del Norte anunci¨® que dispon¨ªa de armas nucleares y que abandonaba indefinidamente las conversaciones para negociar el fin de sus ambiciones at¨®micas. Se ha registrado, pues, un salto cualitativo en una crisis iniciada hace ya casi treinta meses. Como es sabido, en octubre de 2002 Pyongyang reconoci¨® que ten¨ªa un programa secreto de enriquecimiento de uranio. Seguidamente expuls¨® a los inspectores internacionales que vigilaban que su programa de reprocesamiento de plutonio estaba paralizado, abandon¨® el Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear y reanud¨® dicho programa.
Es verdad que se intu¨ªa desde hac¨ªa tiempo que Corea del Norte pod¨ªa tener armas nucleares y que no es la primera vez que Pyongyang dice que abandona las conversaciones. Sin embargo, el anuncio reciente podr¨ªa ser la confirmaci¨®n definitiva de lo primero: los expertos barajan entre 8 y 10 bombas. Adem¨¢s, los norcoreanos disponen de misiles capaces de llegar a cualquier punto de Corea del Sur y Jap¨®n. Otra cosa es que puedan colocar en ellos cabezas nucleares, lo que afortunadamente parece que no es el caso. De cualquier modo, el peligro de la nuclearizaci¨®n del r¨¦gimen reside no tanto en el eventual uso del arma nuclear (improbable, ya que provocar¨ªa su aniquilaci¨®n inmediata), sino en sus posibles implicaciones: accidentes en instalaciones obsoletas, venta o traspaso de dispositivos nucleares a otros pa¨ªses o a grupos terroristas, mayor carrera de armamentos en Asia oriental, opci¨®n nuclear de Corea del Sur, Jap¨®n y Taiwan, etc¨¦tera.
La estrategia de Bush para lidiar con Corea del Norte ha fracasado estrepitosamente
El anuncio es tambi¨¦n alarmante porque demuestra que la estrategia de la Administraci¨®n de Bush para lidiar con Corea del Norte ha fracasado estrepitosamente. Basta comparar la situaci¨®n de hace 30 meses con la de ahora. Antes de octubre de 2002 Corea del Norte ten¨ªa, en el peor de los escenarios, una o dos bombas nucleares, un programa paralizado y controlado de plutonio y un programa incipiente de uranio. Hoy todo parece indicar que tiene de 8 a 10 bombas, un programa reactivado de plutonio y un programa relativamente avanzado de uranio.
La raz¨®n por la cual se ha llegado a esta situaci¨®n es fundamentalmente que Washington no ha querido realmente negociar con Pyongyang. Lo que el sentido com¨²n indicaba que hab¨ªa que negociar era de qu¨¦ manera se pon¨ªan en pr¨¢ctica medidas simult¨¢neas por ambas partes: congelaci¨®n y desmantelamiento comprobable y definitivo de los programas nucleares a cambio de ayuda econ¨®mica, garant¨ªas de seguridad y reconocimiento diplom¨¢tico. Lo que ha hecho la Administraci¨®n de Bush ha sido exigir medidas sucesivas: desmantelamiento previo y luego discusi¨®n de esos otros asuntos.
?C¨®mo se justifica la posici¨®n de EE UU? Caben diversas explicaciones. Una tiene que ver con los principios: no hay que recompensar a quien se porta mal ni acordar nada con quien ya ha enga?ado a una Administraci¨®n estadounidense (la de Clinton, que pact¨® en 1994 la desnuclearizaci¨®n a cambio de ayuda energ¨¦tica). Otra explicaci¨®n es que Washington ha tenido asuntos m¨¢s importantes entre manos, como la lucha contra el terrorismo y la guerra del Golfo. Una tercera explicaci¨®n es que no hab¨ªa realmente motivo de alarma: Corea del Norte no se atrever¨ªa a usar el arma nuclear. Pero quiz¨¢ la raz¨®n principal sea una cuarta: la creencia en Washington (o al menos en la mayor¨ªa de la Administraci¨®n de Bush) de que el r¨¦gimen de Kim Jong Il estaba al borde del colapso y que bastar¨ªa s¨®lo un peque?o empuj¨®n, en forma de estrangulamiento silencioso, para provocar su derrumbe, frenando sus "exportaciones" de moneda falsa, drogas y armas y promoviendo la disidencia dentro del pa¨ªs.
Esa pretensi¨®n de derrumbe inminente es y ha sido ingenua y peligrosa. Ingenua porque el r¨¦gimen ha aguantado y aguantar¨¢ m¨¢s de lo que se cree. Hay quienes dicen que subsiste simplemente porque Corea del Sur y China le mantienen en respiraci¨®n asistida. Bastar¨ªa con cortar los suministros chinos de petr¨®leo y los env¨ªos surcoreanos de arroz para provocar su ca¨ªda. Lo que parece no entender la Administraci¨®n de Bush es que ni Pek¨ªn ni Se¨²l quieren una crisis aguda en Corea del Norte (lo que podr¨ªa provocar reacciones militares peligrosas) ni, en ¨²ltima instancia, que se produzca el derrumbe del r¨¦gimen. En el caso de Pek¨ªn porque tal cosa, adem¨¢s de provocar una marea de refugiados, llevar¨ªa a las tropas estadounidenses hoy estacionadas en Corea del Sur hasta su misma frontera oriental. En el de Corea del Sur porque Se¨²l ni quiere ni puede afrontar ahora una unificaci¨®n precipitada y descontrolada.
La pretensi¨®n es peligrosa porque poner a Kim al borde del abismo no parece precisamente lo m¨¢s conveniente. Si lo ¨²nico que quiere es mantenerse en el poder, moverle la silla o apretarle demasiado puede hacer que pierda los nervios y se atreva, pongamos por caso, a lanzar un misil con carga convencional sobre la base estadounidense de Okinawa.
Abandonando la pretensi¨®n del derrumbe y haciendo m¨¢s caso a China y a Corea del Sur (es decir, empezando a negociar medidas simult¨¢neas), se avanzar¨ªa m¨¢s y mejor hacia el objetivo de la comunidad internacional: el desmantelamiento completo, comprobable e irreversible de todos los programas nucleares (civil y militar, de plutonio y de uranio). Las implicaciones que tendr¨ªa una Corea del Norte definitivamente nuclear en el equilibrio estrat¨¦gico de Asia nororiental son sencillamente demasiado graves.
Pablo Bustelo es profesor titular de Econom¨ªa Aplicada en la Universidad Complutense e investigador principal (Asia-Pac¨ªfico) del Real Instituto Elcano.
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