Los bajos de Azca se convierten cada fin de semana en centro de ocio nocturno de 10.000 latinoamericanos
Unos 10.000 inmigrantes se re¨²nen en la zona, calificada de conflictiva por la polic¨ªa
Azca tiene dos caras. De d¨ªa es un centro financiero con la silueta quemada del edificio Windsor de fondo, por donde se pasean ejecutivos trajeados. Pero de noche, su laberinto de pasadizos subterr¨¢neos se transforma en el mayor centro de ocio nocturno para latinoamericanos de toda Europa. Un total de 10 discotecas especializadas en este p¨²blico re¨²nen unos 10.000 inmigrantes cada fin de semana para bailar bachata, merengue, cumbia y reggaeton. Una veintena de polic¨ªas patrullan la zona para evitar las peleas. "Azca es una zona altamente conflictiva", aseguran fuentes policiales.
"La noche de Azca es un descenso a los infiernos". La frase la pronuncia uno de los polic¨ªas que patrullan los pasadizos que serpentean en los subterr¨¢neos de la calle de Orense. Es la una de la madrugada. Una docena de discotecas acogen en su interior a miles de latinoamericanos: ecuatorianos y dominicanos la mayor¨ªa. Suena el reggaeton, un sonido que naci¨® en el Caribe y que calientan las pistas de los locales de Azca.
La canci¨®n La gasolina se escucha en todos los bares y la gente perrea: se mueve con erotismo al ritmo del reggaeton. "A ella le gusta la gasolina, dame m¨¢s gasolina, hey... asesina, me domina". Las parejas se frotan, unas go-gos se suben a la barra en biquini y se mueven al ritmo de la m¨²sica. En los locales se bebe cerveza con hielo, que dura m¨¢s y obliga a menos consumiciones a lo largo de la noche. La fisonom¨ªa de esta parte de la capital ha cambiado de manera radical en los ¨²ltimos a?os. Lo que fue en los a?os ochenta una zona de discotecas para gente pija, se ha convertido en el mayor centro de ocio nocturno para latinoamericanos de toda Europa. Un fin de semana pueden llegar a reunirse hasta 10.000 inmigrantes.
En 1998, con el auge de la inmigraci¨®n, muchos locales nocturnos de la zona tuvieron que cerrar, pero otros cambiaron sus nombres, pusieron banderas latinoamericanas en sus puertas y se contagiaron de ritmos caribe?os como la bachata, la cumbia o el merengue. Como el Tokyo Bar, que de karaoke para chinos se ha convertido en una discoteca para latinoamericanos. En la puerta, un oriental cobra cinco euros por un litro de cerveza a la entrada del local. De la oreja le cuelga un pinganillo como los de los escoltas de seguridad.
La concentraci¨®n de tantas personas en Azca tambi¨¦n provoca peleas. Los porteros de las discotecas, muchos de ellos rumanos, aunque tambi¨¦n hay suramericanos, temen los enfrentamiento de las bandas juveniles rivales: los Latin Kings y a los ?etas (menores de edad latinoamericanos ataviados con ropa deportiva holgada, visera o pa?uelo). Los responsables de los locales les distinguen a la legua: rosarios que les cuelgan del cuello, se hacen ostentosos saludos y llevan colores identificativos de su banda en la ropa. "Hace dos noches se plantaron 40 latin kings en la puerta y tuvimos que llamar a la polic¨ªa", cuenta Roman, uno de los porteros.
La discoteca Casablanca es el templo del reggaeton en los bajos de Azca. Es la discoteca pija de la zona: la entrada cuesta 10 euros. Miguel Casaub¨®n, de 26 a?os, gestiona el local. Una foto de ¨¦l cantando, en la que se parece al mexicano Luis Miguel, preside la oficina. "S¨ª, pero un poco m¨¢s gordo", dice, mientras explica que va a sacar dentro de poco un disco. Casablanca tiene por la tarde una sesi¨®n light [para menores de edad en la que est¨¢ prohibido el alcohol]. "Ah¨ª s¨ª que se mezclan los espa?oles con los inmigrantes, porque son chavales j¨®venes que ya se conocen del instituto y tienen menos prejuicios", cuenta Casaub¨®n, que tambi¨¦n pincha m¨²sica en su local donde no puede entrar nadie "ni con gorra ni con pa?uelo". Azca es negocio. En una sola noche, uno de estos locales puede recaudar m¨¢s de 9.000 euros.
Si Casablanca es el local de moda para los modernos, la discoteca Bomb¨®n es para inmigrantes "de la sierra, m¨¢s aut¨®ctonos", seg¨²n Casaub¨®n. Dentro no suena el reggaeton, sino m¨²sica de merengue o de cumbia. Las parejas bailan y su ambiente recuerda a las fiestas en la plaza de un pueblo.
Agentes de paisano
Son las tres y media de la ma?ana. "?Te voy a mataaar!". Un hombre de unos 25 a?os, con gorra calada y tambale¨¢ndose, se ha quedado sin entrar en Casablanca. Grita con tono amenazador al portero que le ha vetado el paso. Pero alguien m¨¢s le escucha: un hombre con cazadora ra¨ªda de cuero, de aspecto gris y bigote recortado, con aires de estar buscando ligue y de tomarse unas copas por la zona. Resulta ser un polic¨ªa de paisano. El agente de paisano acorrala al joven y le cachea. No lleva nada encima y le deja marchar. "No suelen llevar armas, lo que pasa en Azca es que muchos se emborrachan. Los m¨¢s espabilados que no est¨¢n borrachos roban a los que s¨ª lo est¨¢n. Discuten, salen fuera del bar, se quitan el cintur¨®n porque no tienen otra cosa con la que arrearse y se zurran", relatan fuentes policiales. Los agentes de paisano son habituales en las discotecas. Muchas veces son los ¨²nicos espa?oles que hay, con aspecto solitario, en las barras de los locales.
A las cuatro de la ma?ana ya hay m¨¢s de uno dormido en los sillones de las discotecas que vibran a un volumen ensordecedor. Los porteros y los guardas de seguridad arrastran a los m¨¢s borrachos a las puertas de los locales y all¨ª los dejan. Suele ser el momento en que los ladrones que merodean por la zona aprovechan para robarles. A las seis, en los bajos de Azca, se mezcla ya el olor a desinfectante, a orines y a cerveza.
Dos 'islas' espa?olas en los mares del Caribe
En Azca hay dos islas espa?olas que se mantienen al margen de la bachata, el perreo y la cumbia: una discoteca donde s¨®lo pueden entrar espa?oles y un centro de streep-tease masculino s¨®lo para chicas. A las tres de la ma?ana, los gritos de las mujeres que hay dentro del local y que animan a los hombres a que se desnuden traspasan la puerta.
Antonio Mu?oz, de 61 a?os, regenta este local de los bajos de Orense desde hace 14 a?os. En la sala, a las cuatro de la madrugada, apenas hay 50 mujeres celebrando despedidas de soltera. Sentadas en sillas, rodean el escenario y esperan impacientes a que salgan los boys a quitarse la ropa. Algunas, "las clientes que tienen m¨¢s confianza", se sit¨²an alrededor de la barra.
"?Ese Carlos, ese Carlos, eh, eh!", jalean las mujeres, mientras uno de los chicos, un antiguo polic¨ªa nacional, empieza su n¨²mero en el escenario.
El encargado explica que ha visto de todo en la zona desde los a?os noventa. "Las peleas empiezan tarde, cuando nosotros ya hemos cerrado", explica. Asegura que ahora tambi¨¦n se est¨¢ popularizando el local para despedidas de soltera de chicas latinas.
Mu?oz puede estar tranquilo. Su local da puerta con puerta con la comisar¨ªa de polic¨ªa. "En realidad no es una comisar¨ªa, sino un sat¨¦lite de la comisar¨ªa de Tetu¨¢n", explica uno de los agentes destinados en la zona. Este sat¨¦lite policial fue abierto en 1999, gracias a las presiones que ejercieron los movimientos vecinales, hartos de las constantes peleas y reyertas de los bajos de Azca. La veintena de polic¨ªas destinados aqu¨ª tienen que controlar tambi¨¦n los bares que hay en la cercana Torre Europa y los de la avenida de Brasil. En ambas zonas se re¨²ne clientela espa?ola.
"En alguna pele¨ªlla, pues tampoco te vas a dejar dar, ?no?", dice uno de los porteros de discoteca de la zona latina. Y es que los ¨¢nimos se caldean conforme avanza la noche. "Por el d¨ªa es una buena zona, tranquila, comercial... Pero de noche, mientras no cierren las discotecas, esto es la guerra, el Bronx". Ra¨²l es portero en el turno de noche de uno de los inmuebles de la calle de Orense, donde tienen su salida los bajos de Azca. Casi todos los fines de semana es testigo de alguna agresi¨®n en los alrededores del portal. El a?o pasado fue v¨ªctima de un atraco cuando sal¨ªa del turno de noche: "Iba andando y me echaron una chaqueta sobre la cabeza. Me tiraron por las escaleras y aprovecharon que estaba aturdido para rob¨¢rmelo todo".
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