'Un toque de canela', gastronom¨ªa y astronom¨ªa
"LA PALABRA GASTRONOM?A contiene a astronom¨ªa", alecciona el abuelo Savas Iakovides, en su surtida tienda de especies de Estambul, a su nieto Fanis, que apunta ya maneras hacia esta ciencia. De El fest¨ªn de Babette (1987) a Como agua para chocolate (1992) pasando por La gran comilona (1973), no son muchos, aunque s¨ª notables, los filmes en los que la gastronom¨ªa constituye el eje central de la historia.
Con lo rica, variada y milenaria que es la tradici¨®n gastron¨®mica mediterr¨¢nea, se echaba en falta alguna pel¨ªcula basada en ella. Pues bien, el filme greco-turco Un toque de canela (Politiki kouzina, 2003), de Tassos Boulmetis, al que corresponde la aseveraci¨®n inicial, ha venido a suplir con creces esta carencia. Es una pel¨ªcula de olores, sabores y texturas donde la gastronom¨ªa est¨¢ aderezada con gotas de astronom¨ªa que dan a la salsa el punto y la dejan lista para degustar.
Existen profesionales capaces de sobresalir en m¨¢s de una disciplina. As¨ª, hay cient¨ªficos que son m¨²sicos virtuosos, deportistas artistas y hasta bomberos toreros (bueno, en las charlotadas, al menos), pero no abundan los astr¨®nomos cocineros, o viceversa.
Fanis (George Corraface) es un astr¨®nomo que ejerce su profesi¨®n docente e investigadora en la ciudad de Atenas. El inesperado reencuentro con su abuelo lo retrotraer¨¢ a su infancia, esa etapa en la que se mezclan y fijan para siempre aromas y recuerdos, condimentos y nostalgias. Y, como trasfondo, la turbulenta situaci¨®n pol¨ªtica de los a?os 1960, que condujo a la expulsi¨®n de Turqu¨ªa de la comunidad griega.
Fanis ejerce a las mil maravillas como refinado gastr¨®nomo, pero su trabajo como astr¨®nomo observador deja bastante que desear. Desde el observatorio mostrado en el filme, ubicado en Atenas, donde diserta ante sus embelesados estudiantes, no creemos que puedan obtenerse las fotograf¨ªas astron¨®micas mostradas.
La (poco eficiente) iluminaci¨®n de las grandes ciudades es una de las causas que ha alejado la actividad astron¨®mica observacional de sus inmediaciones. Existe, en realidad, el Observatorio Nacional de Atenas, fundado en 1842. Uno de sus centros es el Instituto de Astronom¨ªa y Astrof¨ªsica, que cuenta con un telescopio operativo de 1,2 metros de di¨¢metro emplazado en la cima del monte Kilini, a 1.000 metros de altitud y a ?110 kil¨®metros de Atenas!
La pimienta es caliente y abrasadora, como el Sol. La sal y la vida, la canela y la Tierra... Esta original descripci¨®n culinaria del sistema solar presentada en el filme nos lleva a reproducir una adaptaci¨®n de un s¨ªmil del mismo tipo citado en algunos libros de divulgaci¨®n astron¨®mica (por ejemplo, La exploraci¨®n del espacio, de Rafael Clemente).
Si el Sol fuese una gran calabaza de un metro de di¨¢metro, Mercurio ser¨ªa un grano de arroz dando vueltas a su alrededor. Venus y la Tierra, dos garbanzos. Marte, un guisante. Una naranja gorda, J¨²piter. Saturno, una manzana rodeada por un ancho anillo. En esta escala, Urano y Neptuno ser¨ªan dos solitarias ciruelas, y Plut¨®n, un peque?o guisante.
Si encogi¨¦semos todo el sistema solar hasta embutirlo en un grano de arroz, nuestra galaxia, la V¨ªa L¨¢ctea (otra referencia gastron¨®mica), ser¨ªa un c¨ªrculo de unos 250 kil¨®metros de di¨¢metro donde hubi¨¦semos esparcido 100.000 millones de granos de arroz.
Siguiendo con otras semblanzas astron¨®mico-culinarias, el universo cuenta con destacados comilones: existen galaxias can¨ªbales y agujeros negros, como Gargant¨²a, insaciables. Las galaxias el¨ªpticas gigantes, una clase a?adida al esquema cl¨¢sico de clasificaci¨®n de las galaxias de Hubble, son extremadamente masivas (varias decenas de veces la masa de una galaxia brillante t¨ªpica como la nuestra). Tendr¨ªan su origen en un proceso, denominado canibalismo gal¨¢ctico, gracias al cual habr¨ªan atra¨ªdo gravitatoriamente a las compa?eras de su entorno hasta acabar por engullirlas. De su azaroso pasado dan cuenta las capas de estrellas observadas, testimonio del paso a trav¨¦s de su seno de las estrellas procedentes de las galaxias devoradas.
En comparaci¨®n con estos op¨ªparos banquetes, nuestra propia galaxia sigue una frugal dieta, pues parece hallarse en proceso de absorci¨®n de las dos peque?as galaxias sat¨¦lites vecinas: las Nubes de Magallanes. Claro que este sobrio r¨¦gimen se debe m¨¢s bien a la falta de galaxias que llevarse a la boca que a una prescripci¨®n facultativa. Las galaxias gigantes acostumbran a medrar en el centro de los c¨²mulos de galaxias donde la abundante comida est¨¢ al alcance de sus poderosos tent¨¢culos gravitatorios.
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