Chueca, para mayores
La Comunidad tiene 21 pisos tutelados para jubilados en la plaza de V¨¢zquez de Mella de Madrid
Para vivir en el n¨²mero 3 de la plaza de V¨¢zquez de Mella de Madrid hay que cumplir al menos dos requisitos: ser mayor de 65 a?os y no tener un hogar en propiedad. Y si se tiene, que no re¨²na las condiciones m¨ªnimas de habitabilidad. Este inmueble, en el coraz¨®n del barrio de Chueca, puerta con puerta con la discoteca Long Play, es un bloque de nueva construcci¨®n, de cinco alturas, con la fachada rosada y 21 pisos habitados por 42 personas.
Los apartamentos fueron inaugurados en febrero de 2003 y son los primeros de un proyecto "diferente" de la Comunidad: los pisos tutelados para mayores. Levantados en el barrio rosa de Madrid, tienen entre 37 y 46 metros cuadrados. Todos tienen id¨¦ntica disposici¨®n y, aunque no compartan extensi¨®n, la diferencia entre unos y otros apenas es apreciable.
Los inquilinos tienen teleasistencia 24 horas y s¨®lo pagan los gastos de agua y electricidad
Los apartamentos tienen un sal¨®n con cocina, un ba?o y habitaciones dobles
Los inquilinos disfrutan de teleasistencia las 24 horas del d¨ªa y la vigilancia de una trabajadora social, adem¨¢s de conserje permanente. Los pisos reparten el espacio entre un sal¨®n-cocina, un ba?o y -esto es lo que menos gusta a quienes ocupan las casas- una habitaci¨®n doble. Poca intimidad. Los pisos fueron pensados en primera instancia para matrimonios, de ah¨ª que se dise?aran con habitaciones para dos personas. La realidad ha dejado otro perfil de usuario -mujeres en el 80% de los casos, viudas en su mayor¨ªa- y por ah¨ª ha surgido alg¨²n roce.
Emilia M¨¦ndez y Francisca S¨¢nchez comparten una de las habitaciones. "No nos conoc¨ªamos de nada y ahora compartimos habitaci¨®n", afirma S¨¢nchez. Una de ellas ronca un poco. No saben qu¨¦ hacer. Han probado de todo. "Hasta meter una herradura debajo de la almohada", comenta divertida S¨¢nchez.
La Comunidad es consciente del problema de la intimidad. Est¨¢ trabajando en ello. La experiencia de la plaza de V¨¢zquez de Mella fue la primera de este tipo y algunas cosas son mejorables. Todos lo admiten. La trabajadora social y "responsable" del centro, Susana L¨®pez, y Jos¨¦ Mar¨ªa Alonso Seco, el director general del Mayor de la Comunidad, coinciden en el an¨¢lisis: "Los ba?os son mejorables".
Los propios mayores se quejan. El problema es que hay ba?eras, en vez de platos de ducha, y a algunas personas les cuesta entrar porque son demasiado altas y no existe otro agarradero que improvisar uno con el lavabo. De los errores se aprende, y los casi 40 nuevos pisos tutelados que la Comunidad est¨¢ construyendo en Buitrago de Lozoya, al norte de la regi¨®n, dispondr¨¢n de habitaciones individuales y ba?eras adaptadas, seg¨²n afirma Alonso. Entre Chueca y Buitrago, la Comunidad ha levantado m¨¢s pisos tutelados en Usera y Villaverde. Los ¨²ltimos, otras 120 viviendas en Torrej¨®n de Ardoz.
Los apartamentos ofrecen alojamiento y supervisi¨®n a las personas mayores "con autonom¨ªa personal", seg¨²n se lee en el reglamento. Est¨¢n completamente equipados, desde lo m¨¢s b¨¢sico como la cocina o nevera, hasta un equipo de m¨²sica. El objetivo es que los mayores que no tienen hogar o han sido desahuciados de las viviendas en r¨¦gimen de bajo alquiler que ocupaban, puedan disfrutar de un apartamento a bajo coste (s¨®lo pagan lo que gasten de gas y electricidad) y que gocen de "una mayor independencia", afirma Alonso.
?Qui¨¦n puede solicitar el piso? Cualquiera con una pensi¨®n baja y que carezca de vivienda o que ¨¦sta no ofrezca las condiciones necesarias para ser habitada. Un pero: una persona que no tenga vivienda en propiedad pero viva con su hijo, por ejemplo, no puede solicitar la casa porque ya tiene una, aunque no sea suya. Quien quiera solicitar una plaza en uno de estos pisos se puede dirigir a los servicios sociales de su barrio o municipio o a la Direcci¨®n General del Mayor, en la calle de Agust¨ªn de Fox¨¢, n¨²mero 31.
El Gobierno regional quiere "favorecer la convivencia entre los mayores". Porque s¨®lo en la capital, seg¨²n datos del Ayuntamiento de Madrid de 2002, de los 601.739 mayores de 65 a?os censados, 132.595 viven solos. Desde la ONG Solidarios Para el Desarrollo, Ana Mu?oz advierte de la importancia de este aspecto: "Son personas que, igual que todo el mundo, necesitan hablar con alguien, salir...".
Por eso existen salas comunes con televisi¨®n donde los inquilinos pueden hacer vida social -"se re¨²nen para ver el f¨²tbol y los toros", cuenta la responsable del centro- y recibir visitas de sus familiares.
La oferta trata de establecer una diferencia respecto a las residencias. ?stas, afirma el director del Mayor, son para gente que no puede valerse por s¨ª misma en la mayor¨ªa de los casos. La edad media en este tipo de alojamiento es de 85 a?os. Es otra cosa.
Betty y Luc¨ªa comparten un piso con vistas a la plaza, exterior. Tienen mejores vistas pero m¨¢s ruido. M¨¢s luz, pero m¨¢s calor en verano. Las ventanas del sal¨®n est¨¢n a unos 15 metros en l¨ªnea recta de la discoteca Long Play, donde muchos j¨®venes acuden cada fin de semana. "Hay ruido, pero es s¨®lo un d¨ªa", dice una de ellas. El barrio les gusta, salvo un detalle: "Apenas hay tiendas de alimentaci¨®n".
Los pisos son para personas que se valgan por s¨ª mismas, que lleven una vida normal, pero con un profesional que les controle. Por si acaso. En V¨¢zquez de Mella, Susana L¨®pez llama cada ma?ana a todos los inquilinos para comprobar que todo est¨¢ en orden. Salvo excepciones: "Los hay que prefieren llamarme ellos porque se levantan m¨¢s tarde", dice.
Los pisos fueron pensados para personas de la zona. No es una norma demasiado estricta y de hecho la procedencia de los mayores es diversa. Hay de Vallecas, de Usera, del Barrio de la Concepci¨®n... Podr¨ªan pedir el traslado si quisieran. Por ejemplo, en el caso de Francisca S¨¢nchez, que es de Usera y en su propio barrio hay pisos tutelados. Pero se encuentra c¨®moda d¨®nde est¨¢ y no va a cambiar ahora. "Prefiero no hacerlo por si me toca una mala compa?era", a?ade. Pero el antiguo barrio no lo ha olvidado. Algunas costumbres son dif¨ªciles de cambiar. "Voy all¨ª a comprar", cuenta. Por ser lo conocido y por la falta de supermercados en la zona.
No lo hace s¨®lo ella. La responsable del centro comenta que son varios los mayores que, habiendo cambiado de barrio, no han hecho el papeleo correspondiente para inscribirse en el centro de salud de Chueca. As¨ª, cuando quieren ir al m¨¦dico, tienen que coger el autob¨²s y volver a sus antiguos barrios, donde sus m¨¦dicos de siempre les atienden.
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