El ¨¦xodo de los 600.000
Hace 45 a?os, Espa?a y Alemania firmaron el convenio que permiti¨® emigrar a m¨¢s de medio mill¨®n de espa?oles hasta 1973
Manuela Ferrero ganaba 500 pesetas al mes sirviendo en casa de unos se?ores alemanes en Madrid. Era 1960, ten¨ªa 21 a?os y las 500 pesetas no le daban para nada. "Unos amigos de Ledesma se fueron a trabajar a Alemania y all¨ª me consiguieron un contrato para irme unos meses m¨¢s tarde", recuerda hoy Manuela, natural de Ledesma (Salamanca) y residente en Remscheid (Alemania) desde hace 45 a?os.
Manuela fue de las primeras. Igual que ella, otros 600.000 trabajadores espa?oles emigraron a Alemania entre 1960 y 1973. La mayor¨ªa hombres, pero tambi¨¦n muchas mujeres. El martes se cumplen 45 a?os del primer convenio de emigraci¨®n firmado entre Espa?a y Alemania. Pero ocho d¨ªas antes de la firma del convenio ya hab¨ªa llegado a Remscheid para trabajar en la industria textil el primer grupo de 42 chicas. Eran de B¨¦jar (Salamanca).
El milagro econ¨®mico alem¨¢n hab¨ªa puesto de manifiesto en los a?os cincuenta la escasez de mano de obra para alimentar una industria pujante. Alemania firm¨® convenios similares con Italia, Grecia, Portugal y Turqu¨ªa.
Jos¨¦ Moral, alba?il de C¨®rdoba, quiso apuntarse en el Instituto Espa?ol de Emigraci¨®n, a pesar de que s¨®lo hab¨ªa plazas de minero. "?Sabes lo que significa trabajar en la mina?", le pregunt¨® el funcionario. "Los mineros son hombres, ?no? Pues yo soy un hombre. Ap¨²ntame en la lista", respondi¨®. Moral no ten¨ªa ni idea de d¨®nde se hab¨ªa metido, pero aguant¨® cuatro a?os en el tajo. Hoy vive en la regi¨®n de Nordhessen con su esposa.
La decisi¨®n de hacer las maletas y marcharse a Alemania no era f¨¢cil. Muchos se fueron encandilados por expectativas de hacer fortuna que no se cumplieron. El viaje era inc¨®modo y largo. Los trenes, con asientos de madera, carec¨ªan de calefacci¨®n. Algunos iban con varias maletas, pertrechados hasta con botijo, pero los hab¨ªa pobres de necesidad, con apenas una caja o una bolsa.
"Te vas con mucha pena. Lo dejas todo. No sabes ad¨®nde vas", recuerda la soriana Marina Mittl?nder, de 64 a?os. Pero Alemania le gust¨® mucho. "Yo en seguida dije que me quedaba. Vine a un pueblo de la frontera holandesa llamado Goch y como yo era de pueblo me gust¨®. Me gustaban mucho las casas y esos jardines... Aquello me encantaba". Era el 19 de marzo de 1962. Marina quer¨ªa ayudar a sus padres a pagar las deudas. En Alemania la trataron muy bien. "A m¨ª me fueron a esperar a la estaci¨®n, y nos hablaron en castellano porque el jefe de la f¨¢brica hab¨ªa vivido en Argentina. Nos dieron un ramo de claveles", a?ade.
Pero no todos los 2,3 millones de espa?oles que emigraron a Europa en esos a?os lo hicieron de manera regular. El r¨¦gimen franquista quer¨ªa dirigir la emigraci¨®n en funci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. Quiso evitar que se marchara la mano de obra cualificada porque la necesitaba para la industria patria, y en cambio propici¨® el ¨¦xodo en las regiones m¨¢s pobres. Tres cuartos de los emigrantes tramitados por el r¨¦gimen proced¨ªan de Andaluc¨ªa y de las provincias colindantes con Portugal. El 70% trabaj¨® en la metalurgia. Las mujeres iban al sector textil o a la industria alimentaria en las zonas pesqueras de la costa del Mar del Norte, donde trabajaron muchas gallegas.
"El Gobierno estaba interesado en que los emigrantes quedaran ligados a Espa?a para que enviaran dinero", explica el historiador Antonio Mu?oz, especialista en emigraci¨®n. 7.000 millones de d¨®lares recibi¨® Espa?a en concepto de remesas de los emigrantes hasta el a?o 1975. Con la emigraci¨®n se consigui¨®, adem¨¢s, aliviar la tensi¨®n social que provocaban en Espa?a el desempleo y la pobreza. Alrededor de un 30% de los que marcharon lo hicieron al margen del Instituto Espa?ol de Emigraci¨®n, salt¨¢ndose las largas esperas de la burocracia.
El r¨¦gimen tampoco quer¨ªa que salieran del pa¨ªs los disidentes pol¨ªticos por miedo a que dieran mala imagen de Espa?a y se organizaran en el exterior. Por ello, Alemania, un pa¨ªs profundamente anticomunista, era una buena opci¨®n. Pero lleg¨® la revoluci¨®n cultural del 68 y muchos lograron organizarse con el apoyo de sindicatos alemanes y medios de comunicaci¨®n como Radio Baviera, cuya emisi¨®n en espa?ol daba cabida a voces que en Espa?a estaban silenciadas. Por las ondas de esta radio se emiti¨® una de las primeras entrevistas que concedi¨® Felipe Gonz¨¢lez como secretario general del PSOE en 1974.
En 1973, a?o en que Alemania dej¨® de solicitar mano de obra a Espa?a, viv¨ªan en el pa¨ªs 185.000 trabajadores espa?oles. La colonia espa?ola ascend¨ªa entonces a 300.000 personas. Luego se redujo de forma continua hasta 1986, a?o en que quedaban unos 130.000. Desde entonces se mantiene estable.
"El 80% de los espa?oles que vinieron en esos a?os regresaron poco despu¨¦s", cuenta Antonio Mu?oz, que es autor de una web (www.angekommen.com, en alem¨¢n) dedicada a la emigraci¨®n ib¨¦rica -de Espa?a y Portugal- en Alemania. Mu?oz se queja de que los retornados apenas han recibido apoyo al llegar a Espa?a. "El franquismo siempre reconoci¨® a los emigrantes la importancia que tuvieron para la econom¨ªa espa?ola, pero los gobiernos democr¨¢ticos se olvidaron de ellos", lamenta.
Lejos de integrarse en la sociedad alemana, los espa?oles vivieron en guetos muy bien organizados gracias a las asociaciones de padres que formaron para velar por la educaci¨®n de los hijos. Pero muchos no hablaban alem¨¢n. Manuela Ferrero reconoce que a¨²n hoy no lo habla bien y no sabe leer ni escribir en alem¨¢n. Manuela se cas¨® con un italiano y en casa inventaron "un idioma nuestro, mezcla de espa?ol, alem¨¢n e italiano".
El caso de Marina Mittl?nder fue distinto. "No me dediqu¨¦ completamente a trabajar pensando en el regreso, como hac¨ªan muchos", asegura. Marina se integr¨®, se cas¨® con un alem¨¢n, cuyo apellido adopt¨®, y se esforz¨® por aprender el idioma correctamente. Pero no siempre fue as¨ª. "Al principio ¨ªbamos a la carnicer¨ªa y como no sab¨ªamos decir cerdo se?al¨¢bamos con el dedo mientras trat¨¢bamos de imitar el gru?ido del cerdo", recuerda. "Una de mis compa?eras compr¨® una vez carne enlatada que result¨® ser comida para gatos, pero como no entend¨ªa alem¨¢n ni se dio cuenta".
Marina vive hoy en Francfort y se siente bien integrada. No siente a?oranza. "Francfort ha llegado a ser mi segunda patria. Yo soy un ¨¢rbol con dos ra¨ªces muy profundas: una es Espa?a y otra Alemania". No quiere volver, aunque cree que se integrar¨ªa si lo hiciera. "Tengo mis hijos aqu¨ª, y mi sitio est¨¢ donde est¨¢ mi familia", dice.
A Manuela s¨ª le gustar¨ªa volver, sobre todo para cuidar de sus padres, que viven a¨²n en Ledesma. "Al principio sent¨ª nostalgia. Pero no me puedo quejar: aqu¨ª me han acogido muy bien y no me han hecho echar en falta mi tierra".
La segunda generaci¨®n
El periodista alem¨¢n Juan Moreno es en realidad espa?ol. Escribe en el S¨¹ddeutsche Zeitung una columna semanal de gran ¨¦xito por su estilo desenfadado, que contrasta con el sesudo tono de la prensa alemana, y las hilarantes an¨¦cdotas que cuenta sobre su familia: la idiosincrasia y cultura andaluzas vistas por una mentalidad ya totalmente alemana.
Juan Moreno naci¨® en Hu¨¦rcal-Overa (Almer¨ªa) en 1972 y lleg¨® a Alemania en 1973. Creci¨® en Hanau (Hesse) y, aunque es biling¨¹e, su espa?ol no es tan bueno como su alem¨¢n, idioma en el que escribe y piensa. Acaba de publicar su primera novela en Alemania.
La segunda generaci¨®n de emigrantes espa?oles que permanecieron en Alemania se ha integrado totalmente en la cultura alemana, muchos se han casado con alemanes y sus hijos pierden la lengua espa?ola.
Otros volvieron con sus padres y no siempre hallaron el pa¨ªs so?ado. Un equipo de la Universidad de Granada investig¨® entre 1986 y 1991 los problemas del retorno a Espa?a de la segunda generaci¨®n de emigrantes en la adolescencia.
En el estudio, publicado en 2003, se muestra que el 44% de los adolescentes que regresaron encontraron que Espa?a era peor de lo que hab¨ªan imaginado, mientras que s¨®lo un 16% dijo que era mejor. Alrededor de un 40% tuvo problemas con la lengua espa?ola en el instituto. Y es que, si bien la mayor¨ªa habl¨® siempre en espa?ol con sus padres, el idioma utilizado con los hermanos era, en m¨¢s de la mitad de los casos, el del pa¨ªs de acogida.
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