A favor de la huelga general de la m¨²sica
El autor del texto reivindica una forma de protesta extrema como ¨²nica salida para denunciar la dram¨¢tica situaci¨®n de un sector asediado por la venta ilegal callejera.
Hace unos meses, las televisiones del pa¨ªs echaban fuego con la huelga de astilleros. El humo de las teas de neum¨¢tico se confund¨ªa con el del pitillo de despu¨¦s de comer, y el caf¨¦ me sab¨ªa a inquietud. Mientras los trabajadores descuajeringaban un puente, pensaba: lo encabronado que tiene que estar un tipo y el miedo que le tiene que dar un futuro en paro para defender sus derechos de forma tan extrema. Sent¨ª simpat¨ªa por su causa. Despu¨¦s de meses de negociaci¨®n, al final de la algarada, casi vencieron, o por lo menos se clarific¨® el panorama. Casi siempre he estado a favor de las huelgas de los trabajadores, aunque me causen inconvenientes. Porque, ?qu¨¦ se puede hacer cuando no se encuentra otra salida?
Espa?a tiene el bochornoso honor de estar entre los 10 pa¨ªses m¨¢s piratas de la Tierra
Pero, ?qu¨¦ pasa con los m¨²sicos, y con los trabajadores de la industria de la m¨²sica, que ven c¨®mo se destruyen por miles sus puestos de trabajo, sin dar una respuesta contundente? Los m¨²sicos, ya se sabe, no tenemos la habilidad, ni la fuerza, para desmontar un puente y usarlo como barricada reivindicativa. Tenemos una escasa cultura sindical y asociativa y, adem¨¢s, somos algo n¨®madas y muy individualistas. Pero si quisi¨¦ramos montar un gran estruendo, meter ruido, tendr¨ªamos en nuestras manos el escandaloso sonido del silencio. Un hosco silencio que deber¨¢ ser rellenado de palabras que expliquen por qu¨¦ se ha llegado al extremo en que los trabajadores de la m¨²sica, y las compa?¨ªas de discos, se declaren en huelga general y proh¨ªban la difusi¨®n p¨²blica de su m¨²sica.
Desde mi punto de vista, el deterioro de la situaci¨®n es tan alarmante, y las expectativas tan sombr¨ªas, que creo que se dan las condiciones objetivas para convocar el acto extremo de una huelga, que deber¨ªa estar respaldada por todos los actores de este musi-drama. Porque las compa?¨ªas discogr¨¢ficas, grandes o peque?as, las editoriales, las tiendas de discos que a¨²n sobreviven, las f¨¢bricas, los distribuidores, los productores, los estudios de grabaci¨®n, los luthiers, las empresas de servicios, las tiendas de instrumentos de m¨²sica, los conservatorios, academias y escuelas de m¨²sica, los representantes art¨ªsticos, los compositores y letristas, los artistas consagrados o por consagrar, y todos los m¨²sicos sin excepci¨®n, estamos contra las cuerdas. Miles de personas abocadas al paro, ya galopante, ven c¨®mo su futuro se tambalea, no por una crisis econ¨®mica general que haga que el personal se gaste los euros en art¨ªculos de primera necesidad, dando la espalda a lo m¨¢s superfluo y espiritual, sino porque de una forma absolutamente impune y, sin nocturnidad, pero con alevos¨ªa, se nos est¨¢ robando. La Real Academia Espa?ola, en su diccionario dice que pirater¨ªa es el "robo o destrucci¨®n de los bienes de alguien".
Toda huelga tiene su destinatario. ?sta que yo propongo tiene dos: el Gobierno y la sociedad. Va contra el Gobierno porque, a casi un a?o de su toma de posesi¨®n, y pese a sus buenas intenciones, no ha enmendado la err¨¢tica pol¨ªtica de sus predecesores en la erradicaci¨®n de la pirater¨ªa callejera, verdadera plaga que asola a un colectivo que ve c¨®mo su trabajo se roba y malbarata, ante la pasividad de una Administraci¨®n que no dudar¨ªa en reprimir, como debe ser, cualquier otro tipo de delito. Esta situaci¨®n de indefensi¨®n, que no tiene parang¨®n en los pa¨ªses de nuestro entorno, el ver nuestro trabajo tirado por los suelos y la impunidad con que las mafias, y los consumidores, operan desde hace unos a?os, ser¨ªa suficiente para la convocatoria de huelga del sector. Hago hincapi¨¦ en el combate contra la venta ilegal callejera, como el principal motivo de la protesta, porque s¨®lo est¨¢ en las manos del Gobierno erradicarla, y es su obligaci¨®n.
Los m¨²sicos sabemos que el CD, el soporte sobre el que comercializamos nuestro trabajo, tiene los d¨ªas contados, pero en este pa¨ªs esto no es una met¨¢fora. Porque mientras en los pa¨ªses de nuestro entorno las mantas no existen, aqu¨ª, la compra masiva e ilegal de discos supone la imposibilidad de hacer el camino al nuevo sistema de una forma razonable y justa. Nuestra profesi¨®n, tradicionalmente, ha soportado otros cambios del formato con el que nos comunicamos con nuestros seguidores, y con el que los artistas nos ganamos la vida: la venta de partituras dej¨® de ser nuestra fuente de ingresos cuando aparecieron los discos de pizarra, despu¨¦s lleg¨® el vinilo y convivi¨® un tiempo con la tecnolog¨ªa digital. La posibilidad de clonar nuestro esfuerzo en "copias privadas" nunca me pareci¨® mal. Que alguien se copie mis discos y los regale a quien quiera me halaga. Ahora, que las copias sean "p¨²blicas", se pague por ellas, y, adem¨¢s, sirva como argumento el bajo precio del producto robado, para afear nuestras protestas llam¨¢ndonos peseteros, me parece perverso. Y ah¨ª entra la sociedad.
Porque no s¨¦ si la gente, el p¨²blico, el respetable, sabe que en mi profesi¨®n somos muy pocos los que estamos en disposici¨®n de aguantar el flagelo de su insolidaridad. S¨®lo un pu?ado de artistas, de la extensa n¨®mina de los creadores hemos logrado sobrevivir gracias al favor del p¨²blico, nuestros mecenas, y a que la pirater¨ªa es algo relativamente reciente. Pero detr¨¢s de nosotros hay una multitud de hombres y mujeres que dif¨ªcilmente llegan a fin de mes. Y detr¨¢s de ellos hay familias, estudios, ilusiones y proyectos de vida que se ver¨¢n definitivamente cancelados, porque esta sociedad les da la espalda comprando el producto del saqueo, con las m¨¢s peregrinas justificaciones morales para amparar su complicidad en la cat¨¢strofe.
La pe?a esgrime razones bastardas e hip¨®critas para justificar su complicidad con los cacos: que si el precio de los discos legales es caro, que si los manteros son pobres emigrantes, que si las mantas ayudan a la difusi¨®n de la m¨²sica, que si los artistas somos unos ni?os ricos que no hacemos m¨¢s que quejarnos... Argumentos f¨¢cilmente desmontables si la sociedad en que vivimos no fuera hija directa de la picaresca y el consumo irracional.
El precio de los discos es el que es porque: paga impuestos, paga las costos¨ªsimas campa?as promocionales que los medios de comunicaci¨®n cobran para su difusi¨®n, y de ¨¦l viven una larga lista de personas a las que antes me refer¨ªa, y, adem¨¢s, un 16% de IVA como un art¨ªculo de lujo. Si comparamos los precios de infinidad de productos b¨¢sicos, o superfluos, con el de los discos en los ¨²ltimos a?os -sobre todo desde el subid¨®n del euro-, nos damos cuenta de que el disco, en su variedad de precios, resiste la comparaci¨®n.
Sabemos que los manteros son pobres inmigrantes semiesclavos en manos de las mafias m¨¢s siniestras y lo lamentamos. Y que si est¨¢n en las aceras es porque a los gobiernos les ha interesado m¨¢s una delincuencia de baja intensidad permitida por la sociedad que unos miles de tipos desesperados dando palos por las esquinas a pobres ciudadanos indefensos. Pero si la sociedad est¨¢ realmente tan preocupada con la precaria situaci¨®n de los manteros, por qu¨¦ no le pide al Gobierno que los legalice y les d¨¦ un trabajo digno, como sin lugar a dudas se merecen.
El top manta no s¨®lo no ayuda a la difusi¨®n de la m¨²sica, sino que se la est¨¢ cargando. El acceso casi ilimitado a la oferta musical la convierte en un objeto de usar y tirar. En este pa¨ªs la m¨²sica est¨¢ tirada por los suelos, y tampoco es una met¨¢fora. Ah¨ª empieza una extensa cadena de damnificados que tiene como ¨²ltimo eslab¨®n a los j¨®venes creadores, silenciados por la falta de inversi¨®n de las discogr¨¢ficas, grandes o peque?as, que suelen apostar sus p¨ªrricos euros por nuevos artistas que parezcan clones de los artistas, y los estilos, del ¨²ltimo ¨¦xito que est¨¢ en las mantas. Totalmente desorientados, todo se para...
Espa?a tiene el bochornoso honor de estar entre los 10 pa¨ªses m¨¢s piratas de la Tierra. Nuestros compa?eros de viaje est¨¢n muy lejos de Europa, de sus valores y de su renta per c¨¢pita. Esto deber¨ªa alarmar a un Gobierno y a una sociedad que acaba de votar en referendo la defensa de esos valores. La ministra de Cultura elabor¨® el borrador de un plan del Gobierno contra la pirater¨ªa en diciembre de 2004. El plan contemplaba la colaboraci¨®n de hasta 11 ministerios, nada menos. Yo me pronuncio por ayudar a la se?ora ministra con una huelga general de silencio que paralice a los trabajadores de la m¨²sica y su industria, hasta convencerla de que en estos putos tiempos, el ¨²nico ministerio imprescindible en la lucha por nuestros derechos es el del Interior. Por simple dignidad, paremos de tocar.
Miguel R¨ªos es cantante.
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