El anti-Aznar
No es mi prop¨®sito empa?ar los m¨¦ritos ni el trabajo de Juan Campmany, el publicitario barcelon¨¦s que convirti¨® al secretario general del PSOE -hasta entonces apodado Bambi y Sosom¨¢n- en el seductor e imbatible ZP. Pero transcurrido un a?o desde su victoria electoral y cercano ya el primer aniversario de su investidura como presidente del Gobierno, creo que el principal atractivo de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero sigue consistiendo en no ser Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; y que su mayor fortuna pol¨ªtica reside en tener como oposici¨®n a un Partido Popular incapaz de dejar atr¨¢s, de superar lo que el a?orado Manolo V¨¢zquez llam¨® "la aznaridad".
Despu¨¦s de dos legislaturas presididas por un se?or que humillaba a los socios, abroncaba a los discrepantes y demonizaba a los adversarios, que parec¨ªa complacerse en ofender sensibilidades -tanto territoriales como ideol¨®gicas-, en alardear de pol¨ªticas ampliamente impopulares, en pisar los callos ajenos, despu¨¦s de eso a Rodr¨ªguez Zapatero le basta con ser, en el terreno de la ret¨®rica, de los gestos, de las actitudes, la ant¨ªtesis de Aznar para mantener un vasto caudal de simpat¨ªas -cuando menos, de predisposiciones favorables- que va mucho m¨¢s all¨¢ del estricto electorado socialista. Si, por a?adidura, el anterior inquilino de La Moncloa sigue planeando sobre el debate pol¨ªtico espa?ol y hasta se atreve -¨¦l, el mayor fabricante de crispaci¨®n y antagonismo ideol¨®gico de los ¨²ltimos lustros- a acusar a ZP de complacerse en "la divisi¨®n y el odio", entonces el actual presidente puede disipar cualquier preocupaci¨®n inmobiliaria porque tiene residencia oficial para rato.
Que ello sea as¨ª se debe no s¨®lo al agudo contraste de personalidades, estilos e im¨¢genes p¨²blicas entre Aznar L¨®pez y Rodr¨ªguez Zapatero, sino sobre todo a la impotencia del PP para emanciparse de las obsesiones y los empe?os de su precedente l¨ªder. Ni el m¨¢s optimista de los estrategas del PSOE hubiese podido imaginar que, un a?o largo despu¨¦s de la tragedia y del vuelco electoral, el Partido Popular seguir¨ªa empantanado en la b¨²squeda de una "verdad oculta" a prop¨®sito del 11-M, ensayando teor¨ªas conspirativas dignas de Rocambole y tratando de reivindicarse sobre la base de lo que dijeron o hicieron dos confidentes y un esp¨ªa de tres al cuarto. Ni el m¨¢s retorcido de los analistas pudo suponer que, 12 meses despu¨¦s de abandonar el Gobierno, los rostros m¨¢s visibles de la manipulaci¨®n y la mentira de Estado durante aquellos aciagos d¨ªas de marzo -o sea, los ex ministros Acebes y Zaplana- continuar¨ªan representando al PP y arrastr¨¢ndole a deslegitimar la victoria del PSOE para reverdecer su marchito honor pol¨ªtico.
No, no crean que exagero. Esta misma semana, anteayer, la FAES -el brazo pensante del PP que preside el propio Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar- organiz¨® en un lujoso hotel de Madrid una mesa redonda bajo el enunciado Las elecciones libres y sus enemigos: terrorismo y agitaci¨®n radical. El prop¨®sito del acto era -cito- "llamar la atenci¨®n sobre los riesgos que para todas las democracias occidentales supone la dram¨¢tica interferencia provocada por un ataque terrorista de gran magnitud, m¨¢xime cuando ¨¦ste viene seguido de una oleada de agitaci¨®n propagand¨ªstica radical, todo ello en v¨ªsperas de una jornada electoral". Por si las alusiones no quedaban lo bastante claras, y como introducci¨®n al debate, se proyect¨® un audiovisual de 14 minutos, producido por la FAES, el cual "rememora las consecuencias que sobre el ¨¢nimo de los electores espa?oles tuvo el ataque terrorista del 11 de marzo de 2004, seguido por dos jornadas de intensa agitaci¨®n encaminada a influir sobre la intenci¨®n de voto de los ciudadanos". No consta que el director del corto sea ?ngel Acebes, pero bien podr¨ªa darse el caso.
Aunque, naturalmente, los interesados lo negar¨¢n, creo que el Gobierno socialista no s¨®lo es consciente de su fortuna, sino que procura sacarle el m¨¢ximo rendimiento y aparecer en lo posible como el negativo del PP, sobre todo en esas materias de car¨¢cter simb¨®lico y gestual que tienen poco coste y mucho eco. Perm¨ªtanme un par de ejemplos. Mientras que Aznar coqueteaba con el legado del franquismo, Zapatero ordena retirar la ¨²ltima estatua ecuestre del dictador en Madrid; el pobre Rajoy muerde el anzuelo, sale en defensa del monumento... y queda estigmatizado como un nost¨¢lgico de Franco, como un facha. Mientras que Aznar flirte¨® con el frustrado golpe de Estado derechista de abril de 2002 en Venezuela, Zapatero viaja a la Rep¨²blica Bolivariana y vende pertrechos b¨¦licos a Hugo Ch¨¢vez..., con lo cual, adem¨¢s, propina una colleja a los yanquis y, encima, asegura a?os de trabajo a los astilleros militares espa?oles.
Hay en todo caso -objetar¨¢n algunos- una excepci¨®n de peso a esta pauta de hacer lo contrario que el PP, un terreno donde el Gobierno de ZP hace lo mismo que el Ejecutivo de Aznar, y es la pol¨ªtica vasca. Matic¨¦moslo. En primer lugar, no es cierto que la actitud de Rodr¨ªguez Zapatero en esta materia sea id¨¦ntica a la de su predecesor, ni que la diferencia resida s¨®lo en el talante. La furibunda hostilidad doctrinal, el desprecio intelectual y moral, las analog¨ªas nazis y las alusiones tribales con que Aznar distingui¨® y distingue a¨²n al conjunto del nacionalismo vasco -v¨¦ase su pr¨®logo a un reciente panfleto titulado La farsa de la autodeterminaci¨®n. El Plan Ibarretxe, al asalto del Pa¨ªs Vasco y Espa?a- no tienen paralelo en el actual presidente del Gobierno, para gran indignaci¨®n del columnismo ca?¨ª capitalino. Y Patxi L¨®pez no es a Mar¨ªa San Gil lo que Redondo Terreros fue a Mayor Oreja, cuatro a?os atr¨¢s. Persisten, s¨ª, la vigencia y la aplicaci¨®n abusiva de la Ley de Partidos Pol¨ªticos. Pero -a reserva de la decisi¨®n del Constitucional- no es realista esperar que eso cambie antes de que ETA declare una tregua total e indefinida.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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