Una tumba polaca para Wojtyla en Roma
La capilla de la Virgen de Czestochowa en el Vaticano, previsible sepulcro de Juan Pablo II
?D¨®nde reposar¨¢ Juan Pablo II? ?En la cripta de la bas¨ªlica de San Pedro? ?En Polonia? Se ha hablado de que el papa Karol Wojtyla, amante de su tierra natal, donde tanto contribuy¨® a barrer el comunismo, habr¨ªa dejado escrita su voluntad de ser sepultado en ella, concretamente en la catedral de Cracovia. Ahora se apunta tambi¨¦n la posibilidad de que el tercer Pont¨ªfice m¨¢s longevo de la historia de la Iglesia cat¨®lica sea enterrado en tierra polaca, pero junto a San Pedro, en la capilla que su pa¨ªs tiene dedicada a la Virgen de Czestochowa en las Grutas Vaticanas.
Cracovia era una ciudad especialmente significativa para el pont¨ªfice Juan Pablo II. En la capilla rom¨¢nica de la catedral de San Leonardo, situada junto al castillo de Wawel, que domina la ciudad, dijo Karol Wojtyla su primera misa en 1946, y all¨ª tambi¨¦n fue nombrado obispo en 1958 y arzobispo titular cinco a?os m¨¢s tarde. Despu¨¦s, de 1967 a 1978, ser¨ªa cardenal. Desde Cracovia lleg¨® a Roma al c¨®nclave que lo convertir¨ªa en Papa.
"Aqu¨ª ha pasado muchas horas. S¨®lo yo s¨¦ cu¨¢ntas", dice el guardi¨¢n de la cripta
Los primeros pont¨ªfices fueron enterrados en las catacumbas de la ciudad
Quiere la hip¨®tesis de la sepultura en el citado templo polaco -donde reposan los restos de los reyes de Polonia en tumbas oscuras junto a una ¨²nica blanca, la de la reina y santa Jadwiga (santa Eduvigis), que vivi¨® a caballo de los siglos XIV y XV- que Karol Wojtyla hubiera dispuesto all¨ª su ¨²ltima morada, a pesar de la angostura del espacio existente.
Ayer, el diario La Repubblica apostaba por un reposo del Papa sin salir del Vaticano, en la capilla que en 1958 se dedic¨® en las grutas situadas debajo de la bas¨ªlica de San Pedro a la patrona de Polonia, y que Juan Pablo II reinaugur¨® en su tercer a?o de pontificado. En esta capilla, situada a pocos metros de la tumba de P¨ªo XII, en donde pueden verse las ¨¢guilas coronadas, emblema del pa¨ªs natal de Wojtyla, y que preside la Virgen negra a la que el Papa siempre vener¨®, hasta el punto de llevarle en uno de sus viajes a Czestochowa el faj¨ªn ensangrentado por las balas de Al¨ª Agca en el atentado de la plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981, rezaba el Papa despu¨¦s de cada viaje.
Vittorio, el guarda de la cripta, contaba ayer al diario italiano que Juan Pablo II bajaba al alba y permanec¨ªa solo delante de la tumba del pescador, su antecesor m¨¢s remoto y Papa m¨¢s longevo en el cargo junto a P¨ªo IX. Despu¨¦s iba a rezar ante su virgen. Por eso Vittorio est¨¢ convencido de cu¨¢l ser¨¢ la soluci¨®n: "Dicen que ha dejado escrito que quiere ser sepultado en Polonia. Pero s¨¦ que estar¨¢ aqu¨ª, cr¨¦ame, en este trozo de Polonia, aqu¨ª abajo. Aqu¨ª ha pasado muchas horas... S¨®lo yo s¨¦ cu¨¢ntas".
De los 264 papas que han gobernado la Iglesia hasta que sea elegido el sucesor de Juan Pablo II, s¨®lo 147 est¨¢n sepultados en el Vaticano; Pablo VI, el m¨¢s sencillo, en la propia tierra. Algunos, como el espa?ol Alejandro VI Borgia, fue, con el tiempo, sacado de all¨ª. Sus restos reposan, junto a los del otro papa nacional, su t¨ªo Calixto III, en la iglesia espa?ola de Santiago y Montserrat, en el centro de Roma.
Los primeros pont¨ªfices fueron enterrados en las catacumbas, y otros se encuentran dispersos por las bas¨ªlicas de Roma. P¨ªo XI est¨¢ en su pueblo, la localidad costera italiana de Senigalia. Y Celestino V, el monje que no pudo con la tiara y plant¨® el trono eclesial, reposa en L'Acquila. Reposa es mucho decir, toda vez que sus restos fueron secuestrados hace unos a?os y tornaron al sepulcro tras no pocos avatares. El haber dimitido del trono cost¨® a Celestino V, el Papa del grande rifiuto (gran rechazo), ser colocado en el infierno por Dante en La divina comedia.
La iglesia romana dedicada a los santos Vicente y Anastasio, frente a la m¨ªtica Fontana de Trevi, guarda en su cripta unas particulares porciones de papas de tres siglos: los corazones de 22 pont¨ªfices -desde Le¨®n XI, muerto en 1605, a Le¨®n XIII, fallecido en 1903-, a los que, tras pasear sus restos por la ciudad, se despojaba de la v¨ªscera cordial para ser enterrada en el citado templo. Sendas l¨¢pidas a ambos lados del altar mayor desgranan sus nombres.
Mientras, en la bas¨ªlica de San Juan de Letr¨¢n, donde el viernes el cardenal vicario de Roma y presidente de los obispos italianos, Camillo Ruini (que fue el encargado de dar al mundo la noticia del fallecimiento del Papa), dijo una misa por Juan Pablo II a la que asistieron las primeras autoridades de la Rep¨²blica, los fieles pasan y pasan la mano por el m¨¢rmol policromado de una l¨¢pida cercana a la tumba de Silvestre II, el Papa mago y alquimista. Dice la leyenda que, cuando el Pont¨ªfice en ejercicio va a morir, la l¨¢pida suda. Juran, quiz¨¢ perjuran, que esta vez no sud¨®, por lo menos hasta las 21.37 de la noche.
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