Agon¨ªa
Hace seis a?os perd¨ª a mi madre, que muri¨® en su domicilio, en Madrid. No exist¨ªa entonces m¨¢s que un servicio de paliativos a domicilio, al que recurrimos unos 15 d¨ªas antes de su muerte, pero vino un d¨ªa antes pues no eran un servicio de urgencias, seg¨²n nos dijeron (si bien cuando finalmente la visitaron salieron llorando).
Tuvimos el apoyo de su m¨¦dico de cabecera y del servicio de urgencias de la sanidad p¨²blica; nada de la sociedad privada que hab¨ªa tratado su c¨¢ncer previamente, ni siquiera en su momento receta para la morfina que necesitaba por sus insoportables dolores, que conseguimos por otras v¨ªas y a la espa?ola: por conocer buenos m¨¦dicos.
Sus ¨²ltimos meses fueron malos por el dolor, escasamente tratado y siempre a ruegos nuestros, pero sus ¨²ltimos d¨ªas fueron peores. Ped¨ªamos a los m¨¦dicos de urgencias, que nos atendieron siempre, que la sedaran, pero se negaban porque "junto a la morfina, le pod¨ªa provocar la muerte".
Si lo hubieran hecho, quiz¨¢ mi madre hubiera muerto antes de las siguientes 24 horas, con lo cual se hubiera ahorrado 72 horas de dur¨ªsima agon¨ªa. Estaba muriendo, de todas formas y la cuesti¨®n era si es deber m¨¦dico paliar los sufrimientos del enfermo, seg¨²n est¨¢n obligados por su juramento y su ¨¦tica, o si no es deber m¨¦dico y lo correcto es lavarse las manos y dejar al moribundo a su suerte, sin aliviar su tr¨¢nsito.
Hace dos a?os perd¨ª a mi padre, que muri¨® en su domicilio, en Madrid. Para entonces ya hab¨ªa m¨¢s unidades de cuidados paliativos en mi ciudad, y en su ¨¢rea concretamente "le tocaba una".
De sus enfermedades y achaques se hab¨ªa tratado por sociedad privada, de forma altamente deficiente y en algunos casos cruel (como ponerle una sonda nasog¨¢strica a la fuerza cuando ¨¦l se debat¨ªa porque ten¨ªa un desv¨ªo importante de tabique nasal, caus¨¢ndole una hemorragia nasal y dos subcut¨¢neas en las mu?ecas donde le retuvieron con fuerza mientras lo torturaban, como negarle una enfermera la morfina que el doctor hab¨ªa mandado "a demanda"), pero en sus ¨²ltimos diez d¨ªas en casa estuvo atendido por una doctora realmente experta en cuidados paliativos.
Una doctora, bendita sea, que explic¨® las dudas de la familia, sed¨® al enfermo y lo trat¨® con morfina contra los dolores. No fue todo un camino de rosas, no se pudo evitar totalmente la angustia del enfermo... pero mi padre muri¨® en paz y con el menor sufrimiento, angustia, ahogo, dolor y p¨¢nico posibles.
La actuaci¨®n incomprensible e infame del consejero Lamela en el caso del Severo Ochoa, har¨¢ que los m¨¦dicos se retengan a la hora de aliviar el dolor y sufrimiento de los moribundos, de los enfermos terminales sin remedio. Incluso los buenos m¨¦dicos, los que son m¨¦dicos de verdad como el doctor Montes.
M¨¦dicos que ponen su sagrado deber de aliviar el sufrimiento del paciente por encima de su ego¨ªsmo y conveniencia personal, la s¨²plica hablada de quien apenas puede hablar y desde luego no firmar, por encima de su seguridad.
M¨¦dicos que no est¨¢n enfocados solamente a curar, y por ello cuando pierden la batalla final que siempre se pierde, siguen preocup¨¢ndose por su paciente en lugar de abandonarlo a la familia o a las enfermeras: que no reservan la sedaci¨®n solamente para sus propios padres, lo digo por si no lo sabe el consejero. Esa "mayor¨ªa de m¨¦dicos" que seg¨²n ¨¦l le apoyan, no tratar¨ªan as¨ª a su propio padre.
Todos hemos de morir, y cuando sea mi turno quiero que est¨¦ a mi lado un m¨¦dico como el doctor Montes. Un m¨¦dico de verdad. Me gustar¨ªa exigir la dimisi¨®n del consejero Lamela, cuya actuaci¨®n en este tema no puedo entender.
Me gustar¨ªa exigir la reposici¨®n del doctor Montes a su puesto, y una investigaci¨®n completa sobre los denunciantes an¨®nimos, y una explicaci¨®n veraz y exhaustiva sobre las razones por las que se ha actuado en base a una denuncia an¨®nima, como en tiempos de la Inquisici¨®n. Pero me basta con desearle al consejero Lamela una muerte sin sedaci¨®n, como la de mi madre, atendido por uno de esa "mayor¨ªa" de m¨¦dicos que le apoyan.
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