Furiosa abeja literaria

"A¨²n vencida, quiero ser yo misma, abeja furiosa de su miel", se lee en uno de los poemas de Merc¨¨ Rodoreda escritos en Par¨ªs en 1948. ?vida de literatura, salvajemente ambiciosa y perfeccionista, la autora de Espejo roto (Mirall trencat) y La muerte y la primavera (La mort i la primavera) es retratada en Vidas Literarias por una de sus primeras bi¨®grafas. El lector tiene as¨ª una nueva oportunidad de entrever la envergadura personal y literaria de la autora que desde el exilio europeo supo rescatar en La plaza del Diamante (La pla?a del Diamant), un mundo abocado al olvido: sus a?os de juventud y al mismo tiempo su tiempo hist¨®rico.

Lectora, narradora, poeta,

exiliada... Escribir sobre Merc¨¨ Rodoreda es sumergirse en un mundo intimista y vers¨¢til. En sus relatos y novelas conviven lo delicioso y lo terrible, lo di¨¢fano y lo cruel. ?sta es la segunda vez que Merc¨¨ Ibarz penetra en la intimidad personal y literaria de Rodoreda. Ibarz hab¨ªa publicado ya en catal¨¢n Merc¨¨ Rodoreda. Un retrat, primero en Emp¨²ries (1991) y m¨¢s tarde en Edicions 62. Para esta biograf¨ªa en castellano, Merc¨¨ Rodoreda. Exilio y deseo, Ibarz ha contado con fuentes directas: el archivo de la escritora, en el Institut d'Estudis Catalans, y los epistolarios y documentos depositados en la Fundaci¨® Merc¨¨ Rodoreda, entre ellos la correspondencia de la escritora con un hombre clave en su vida y en su obra, Armand Obiols (o Joan Prats en Ginebra y Viena). Herm¨¦tica, misteriosa, en ocasiones aparentemente trivial, Rodoreda es una autora universal y sin embargo todav¨ªa secreta. Su yo literario y su yo personal forman una unidad a menudo impenetrable. En su correspondencia con Rosa Chacel, editada por Ana Rodr¨ªguez Fischer (Versal, 1992), Rodoreda manifiesta su ambici¨®n de estilo y su necesidad de emulaci¨®n. Adem¨¢s de la edici¨®n de Omega, en las ¨²ltimas semanas ha salido a la luz otra biograf¨ªa en catal¨¢n de Rodoreda escrita por Marta Pessarrodona. Junto a ambas, nos queda la evocaci¨®n que hizo Garc¨ªa M¨¢rquez de La plaza del Diamante a la muerte de la autora, comparando su magia con la de Pedro P¨¢ramo. No hay duda de que con Nada, de Carmen Laforet, y Los hijos muertos, de Ana Mar¨ªa Matute, La plaza del Diamante nos ofrece m¨¢s datos sobre la devastaci¨®n y el sufrimiento que acarre¨® la guerra civil del 36 que muchos tratados sobre ese oscuro periodo.