Al bajar del caballo
Conquist¨® la fama a lomos del caballo de Curro Jim¨¦nez. A Sancho Gracia le ha perseguido durante a?os su papel de la serie televisiva, pero cuando se ape¨® del personaje demostr¨® que era un grand¨ªsimo actor. Hoy se enfrenta a otro reto, el de un c¨¢ncer ya superado.
Su amigo el guionista Rafael Azcona nos dijo, cuando supo que ¨ªbamos a entrevistarlo: "?Sancho Gracia? Es muy dif¨ªcil bajarse del caballo y seguir siendo el gran actor que es". F¨¦lix Sancho Gracia, Paco Rabal le llamaba Felic¨ªn, tiene 68 a?os, naci¨® en Madrid, pero desde los 12 se hizo en Uruguay, hasta que volvi¨® a Espa?a. La fama se la dio la serie televisiva Curro Jim¨¦nez, en la que no s¨®lo fue Curro, aquel hombre a caballo, sino tambi¨¦n el productor y el autor de la idea que el uruguayo Antonio Taco Larreta (excelente escritor, premio Planeta por Volav¨¦runt, guionista de cine) convirti¨® en uno de los espect¨¢culos m¨¢s duraderos de nuestra memoria televisiva? A¨²n hoy a Sancho le llaman Curro, y como Curro Jim¨¦nez hizo propaganda a favor de Adolfo Su¨¢rez cuando ¨¦ste concurri¨® por primera vez a las urnas democr¨¢ticas espa?olas, en 1977? Fue como prueba de gratitud porque Su¨¢rez le ayud¨® precisamente a sacar adelante esa serie que tanto hizo por Sancho Gracia (y por ?lvaro de Luna, El Algarrobo, y por Jos¨¦ Sancho, El Estudiante)? Pero no s¨®lo de Curro vive el hombre, y la historia de Sancho Gracia est¨¢ llena de obras, cine, teatro y ¨¦xitos, y no siempre, ni mucho menos, como hombre a caballo? De hecho, cuando se baj¨® del caballo sinti¨® que era un hombre con los pies en el suelo, y con los pies en el suelo ha acometido la intervenci¨®n m¨¢s arriesgada de su vida, cuando hace cuatro a?os le detectaron un c¨¢ncer al que se enfrent¨® con la rabia que le permiti¨® vencerlo? Ahora habla de ese periodo de su vida con serenidad e incluso con humor, porque con humor tambi¨¦n afront¨® las consecuencias del tratamiento que al final le permiti¨® ganarle a la enfermedad: calvo, por los efectos del tratamiento, rod¨® al menos tres papeles (en La caja 507 (2002), de Enrique Urbizu; en La marcha verde (2002), de Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez?, e hizo un gran papel en 800 balas, de ?lex de la Iglesia, que tambi¨¦n se estren¨® en 2002), y as¨ª iba a las tertulias, en las que siempre ha sido un interlocutor que escucha en silencio, aunque es un hombre expansivo, un tertuliano nato?
De todo, de lo que ha hecho y de lo que hacen los que est¨¢n a su alrededor, habla con un entusiasmo exuberante, como si se estuviera abrazando a la gente mientras habla. Sus horizontes son la amistad y las mujeres, y por esta ¨²ltima pasi¨®n lo han querido pintar como el arquetipo de un machista. Si se comprueba que lo es, debe combinar esa actitud con la de un hombre que tiene tambi¨¦n la ternura a flor de piel, con los hombres y con las mujeres, pero esa ternura es superlativa cuando habla de su mujer, la periodista uruguaya Noela, o de su madre, Victoria, que ahora tiene 92 a?os y se sigue preocupando cuando su hijo tiene un catarro como el que trae al Mayte Commodore, donde hacemos la entrevista? En la conversaci¨®n es torrencial y diverso, es muy dif¨ªcil colocarle ante una pregunta y conseguir que se centre, que se dedique tan s¨®lo a ella? Y todas sus palabras van festoneadas de tacos de cualquier calibre. Cuando le dijimos que a lo mejor le ten¨ªamos que quitar, para publicar la entrevista, al menos el 20% de sus tacos, entendi¨® que tacos quer¨ªa decir a?os, y entonces dijo: "?Hombre, me vas a dejar en la Primera Comuni¨®n!". Cuando ya se lo aclaramos, exclam¨®: "?Me cago en la puta! ?Tan mal hablo?". Empez¨® hablando de literatura, de la rabia que le ha dado no haber le¨ªdo tanto como hubiera querido, y por esa v¨ªa desemboc¨® en Juan Carlos Onetti, el escritor uruguayo con el que coincidi¨® en los a?os de Montevideo?
"F¨ªjate, yo no he le¨ªdo m¨¢s porque no he querido, no por otra cosa? Y he tenido grandes amigos escritores? Onetti fue uno de ellos; lo conoc¨ª cuando empec¨¦ a estudiar, mantuve la amistad con ¨¦l toda la puta vida?".
?C¨®mo fue su relaci¨®n con Onetti?
Era un hombre muy especial, ya entonces. ?l pertenec¨ªa al Partido Colorado, el partido progresista de toda la vida de Uruguay. Estaban el Partido Blanco, de derechas, y el Partido Colorado, y al Partido Colorado pertenec¨ªa Onetti? En el gobierno municipal, en lo que se llama la Intendencia, hab¨ªa una especie de mandato compartido, y ¨¦l pertenec¨ªa a la comisi¨®n de teatro, que era la que programaba el teatro de la Comedia Nacional, y ah¨ª empezamos la relaci¨®n. Te estoy hablando de finales de los cincuenta, tan lejos? Por all¨ª tambi¨¦n estaba Mario Benedetti, y un gran actor, que ya muri¨®, Alberto Candeau, que tuvo que venir aqu¨ª luego por la dictadura militar. Yo ten¨ªa entonces 17 o 18 a?os.
?C¨®mo le marc¨® a usted Uruguay?
Mucho. Primero, por la circunstancia de nuestra marcha all¨ª. Mi padre estaba en Uruguay, enfermo, y mi madre, con dos ovarios, decidi¨® que se iba a verle, con nosotros; mi hermana ten¨ªa un a?o, y yo, doce, y para all¨¢ nos fuimos. Mientras viajamos, mi madre recibi¨® un telegrama, mi padre hab¨ªa muerto. Y, claro, ella quer¨ªa estar cerca de la tumba de su marido. Cuando llegu¨¦ a Uruguay hab¨ªa elecciones. '?Y esto qu¨¦ es?', me dije. Claro, yo ven¨ªa de Espa?a, aqu¨ª estaba Aquel Hombre.
De una dictadura a un pa¨ªs libre?
Fue terrible, muy grande el contraste.
?Y c¨®mo lleg¨® a ser suyo Uruguay?
He sido muy consciente de las dificultades que tiene un emigrante en un pa¨ªs: porque no se adaptan, por razones de la lengua, porque no los aceptan bien? Ha pasado en todos los pa¨ªses del mundo. Yo conozco la emigraci¨®n en Argentina, en Uruguay? Uruguay era un pa¨ªs cerrado a la emigraci¨®n, as¨ª que s¨®lo pod¨ªa ir gente muy catalogada; dec¨ªan: aqu¨ª los que pueden entrar han de ser el¨¦ctricos, operarios, m¨¦dicos. Iban canarios y gallegos, el canario se iba al campo y el gallego se quedaba en la ciudad, y trabajaba de camarero, o de mozo. A m¨ª el pa¨ªs me acogi¨® enseguida, tuve amigos inmediatamente, y al a?o ya hablaba como los criollos, estaba totalmente integrado, trabajando y estudiando.
?En qu¨¦ trabajaba?
Trabajaba, simplemente. La primera vez que lo hice fue en una compa?¨ªa donde vend¨ªa coches. Despu¨¦s trabaj¨¦ en mil empleos, y empec¨¦ a estudiar teatro. Uruguay no ten¨ªa cine, y ahora el poco que tiene funciona bien, mira Whisky, que es uruguaya, y lo buena que es. En el conservatorio estaba nada menos que Margarita Xirgu, y dije: '?Joder, esto me gusta a m¨ª!', y me met¨ª en el conservatorio?
El teatro te obliga a hacer en vivo la vida de otro?
Sin duda. Es querer vivir la vida de otro. Y a m¨ª me gustaba, actuar, aprender, y debo decirte que en ese momento yo era un estudiante muy bueno, y ten¨ªa en la cabeza un mont¨®n de obras de teatro que me sab¨ªa y que me gustaban. ?Y quer¨ªa ser actor!
?C¨®mo era usted entonces?
Muy golfo. Ahora no lo puedo ser, pero cu¨¢nto lo fui. Siempre fui muy mujeriego, me ha gustado mucho el tema.
?Y c¨®mo ha recibido eso su parienta?
Bien. Ella ya sab¨ªa perfectamente con qui¨¦n se casaba. ?Ahora, siempre he actuado con todos los respetos habidos y por haber!
?Y qu¨¦ hay de esa leyenda de sus peleas y ri?as por amores?
No, qu¨¦ va. Siempre he sido un hombre muy dial¨¦ctico, pero jam¨¢s he estado en ri?as.
?Nunca se ha peleado por una mujer?
No, que yo recuerde? Me habr¨¦ peleado por algo en lo que hubiera en medio alguna mujer. Pero pelearme por una mujer, no, en mi vida.
?Y por qu¨¦ dice usted que ha sido un golfo? ?Porque le gustan las mujeres? Eso les sucede a muchos hombres?
Sin duda ninguna. Pero a m¨ª me han gustado los sitios de copas, de golfer¨ªa, estar en ese ambiente de amigos, hasta las cuatro o las cinco de la ma?ana. A eso lo llamo yo golfer¨ªa.
?Qu¨¦ le ha atra¨ªdo de ese mundo?
Hablar, estar con la gente, y, claro, si adem¨¢s ligabas. Juan Estelrich, padre, dec¨ªa: "Sancho, por el d¨ªa no pasa nada, hay que salir por la noche". Y ten¨ªa raz¨®n?
Parece que lo dice con nostalgia.
S¨ª, claro que tengo nostalgia, porque ya no puedo hacerlo. Hay un momento, que no te voy a decir que sea lejano, que me aburro por las noches, cuando salgo. Y, adem¨¢s, ahora no puedo soportar los ambientes cargados con mucho humo, me tengo que ir. No le puedo decir a nadie que deje de fumar, as¨ª que me voy de los sitios. Y, adem¨¢s, no s¨¦ si lo has notado, pero las noches ya no son iguales; antes sal¨ªamos muchos del mismo oficio, muchos actores, y aparte de estar ah¨ª, todos juntos, nos re¨ªamos y habl¨¢bamos un poco de todo, de lo que pasaba en la profesi¨®n, de lo que pasaba en la vida? Eso ya no se da. Ahora, te digo que si aqu¨ª llega Fernando [Fern¨¢n G¨®mez], que es mi maestro y mi amigo, me levanto y me voy con ¨¦l a donde sea. Aunque ¨¦l me dec¨ªa [poniendo voz de Fernando]: "Yo contigo no salgo m¨¢s por las noches, que siempre pasa algo raro". Con ¨¦l y con Paco Rabal salimos muchas noches, a la parrilla del Rex, al Scotch. Oh, qu¨¦ noches.
?Cu¨¢l fue el momento culminante de esas noches de golfer¨ªa?
Hubo muchas ¨¦pocas clave. Nos reun¨ªamos en el Caf¨¦ Gij¨®n, despu¨¦s nos ¨ªbamos a un sitio de la Castellana, que estaba enfrente, cruzando, y despu¨¦s nos ¨ªbamos, por ejemplo, a ver a Luis Cuenca, que estrenaba en La Latina, y ya empezaba a liarse el asunto. O ¨ªbamos al Florida Park, porque ah¨ª actuaba Mar¨ªa Dolores Pradera. Yo quiero pensar que ahora la gente hace lo mismo, pero de otra forma. Bueno, yo he ido a Pach¨¢, y fui mucho antes, pero ahora me agobia. Llega un momento en que si hay un agobio de gente me voy, no aguanto, y eso antes no pasaba.
Entonces, hacer todas esas cosas era parte del mundo en el que usted viv¨ªa?
S¨ª.
?Y lo peor de la edad es perderlo?
No. Lo peor de la edad es no poder responder mentalmente a lo que quisieras responder. Y no todo ha sido golfer¨ªa, he compartido la vida con gente a la que habr¨ªa que haber pagado por escucharla. Por ejemplo, Vinicius de Moraes, un poeta, y un diplomata, como dec¨ªa ¨¦l. Un tipo dicharachero, con mucho talento. O Vivien Leigh? Con Vivien Leigh trabaj¨¦. Estaba en el Teatro Nacional de Uruguay, por el que pasaban muchas compa?¨ªas importantes del mundo, y all¨ª fue Vivien Leigh cuando ya estaba separada de Laurence Olivier. Ven¨ªa a hacer La dama de las camelias, ¨¦chale cojones, y como yo sab¨ªa idiomas me pidieron que ayudara, que tradujera cosas del montaje, indicaciones t¨¦cnicas. Y tambi¨¦n trabaj¨¦ con Charlton Heston. Hicimos una pel¨ªcula con ¨¦l ?en ingl¨¦s! Y ah¨ª est¨¢bamos Carmen Sevilla, el Galiardo y yo ?hablando en ingl¨¦s! Yo no s¨¦ c¨®mo co?o lo habr¨¢n doblado; bueno, me imagino que lo habr¨¢n doblado bien. La pel¨ªcula era Marco Antonio y Cleopatra? Pero ?c¨®mo nos pudieron contratar a nosotros para hacer una cosa de Shakespeare??
?Qu¨¦ se le ha quedado de toda esa experiencia?
Me han dejado un sedimento muy fuerte, me han permitido sacar de m¨ª cosas que quiz¨¢ llevaba dentro. Por ejemplo, un t¨ªo al que me gusta escuchar es un colega tuyo, Javier Pradera, o Paco Rubio Llorente, que ahora es presidente del Consejo de Estado, y me digo: 'Qu¨¦ t¨ªos, hablan la hostia de bien, todo lo que dicen me interesa'. Y despu¨¦s hay otros colegas tuyos que cuesta bastante escuchar. Y los hay que est¨¢ muy bien leerlos, ?pero cuando los conoces! A veces es mejor no conocer gente.
?Por ejemplo?
No, mejor lo dejas.
?C¨®mo era Juan Benet?
Le ten¨ªa mucho cari?o. No, no era el antip¨¢tico del que hablan. Al que no soportaba era al pesado, al maleducado. Aunque a veces ¨¦l pod¨ªa ser muy maleducado.
D¨¦jenos imaginar una juerga suya con Rabal y con Fern¨¢n G¨®mez.
En ¨¦sta no estaba Fernando. Fue el primer accidente que tuvo Paco. Hab¨ªamos terminado una pel¨ªcula, La otra mujer, que dirigi¨® el hermano feo de Jean Pierre Aumont, Fran?ois Villiere. El reparto era la hostia: Annie Girardot, Paco Rabal, Antonio Casas, Ana Mariscal? No funcion¨®. Y organizamos una fiesta, era el 22 de diciembre, nos fuimos a tomar copas a esas ventas que hay en la carretera de Barcelona, y cuando ya sal¨ªamos le dije a Paco: "?No salgas, joder, que hace mucho hielo, no cojas el coche, que te das el hostiazo!". Y sali¨®, y se dio el hostiazo: una mano rota, una cicatriz aqu¨ª [en la cara], la primera cicatriz de Paco. Y con esa forma de ser que ten¨ªa, aunque estaba sangrando, me pregunta: "Felic¨ªn, Felic¨ªn, ?c¨®mo tengo la rata?" -la rata era la peluca-, "que la tienes bien, que est¨¢s de puta madre". Y detr¨¢s de nosotros ven¨ªa Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Gallard¨®n, el padre de Alberto, el alcalde, que era tambi¨¦n un golfo tremendo, y llevamos a Paco a casa de Ruiz- Gallard¨®n, no quer¨ªamos armar esc¨¢ndalo. Pero Paco se estaba desangrando y llam¨¦ a su hermano Dami¨¢n: "Ll¨¦vatelo inmediatamente a la cl¨ªnica del doctor Mu?oz Calero", me dijo, y all¨ª lo llevamos. Mu?oz Calero le quer¨ªa mucho, era un tipo estupendo, muy de derechas, muy falangista, pero era del pueblo de ?guilas, como Paco. Y le cur¨®.
Pero eso no era una juerga, sino un accidente?
La juerga hab¨ªa sido antes en la venta.
?Y c¨®mo era la vida espa?ola fuera de esas juergas?
Hab¨ªa mucho secretismo, cuchicheos? Cuando vine de Uruguay, en 1962 o 1963, ya sab¨ªa qui¨¦n era qui¨¦n, porque esas cosas corren por el mar y por el aire. Sab¨ªa, por ejemplo, qui¨¦n era Clemente Auger, y me junt¨¦ pronto con ¨¦l y con El¨ªas Querejeta, en el Parsifal. Las tertulias eran izquierdosas, y la vida se convert¨ªa en secreta o en semisecreta.
?Y usted tambi¨¦n era izquierdoso?
Yo nunca fui izquierdoso, aunque, tal como era este pa¨ªs, o eras de izquierdas o eras de derechas, y entonces yo era de izquierdas. Aqu¨ª, ser de izquierdas en aquel momento era, tambi¨¦n, pertenecer al Partido Comunista, y ah¨ª no estuve. No hab¨ªa medias tintas, pero yo estaba en las medias tintas. Ten¨ªa amigos de todo tipo en las izquierdas, pero conviv¨ªa tambi¨¦n con las derechas, y recuerda que en aquella ¨¦poca hab¨ªa muchos directores de cine, de teatro o de televisi¨®n que eran de derechas. O trabajabas y te callabas o no trabajabas, era la disyuntiva. Eso no lo han vivido los m¨¢s j¨®venes, pero eso suced¨ªa.
?Eso le dej¨® huella?
No me dej¨® huella, porque yo hablaba tranquilamente con todo el mundo. La primera persona a la que vine a ver a Madrid fue a Paco Rabal, y yo sab¨ªa qui¨¦n era Paco Rabal. Paco hab¨ªa estado prohibido en Televisi¨®n Espa?ola. Y conoc¨ªa tambi¨¦n a Alfonso Sastre y a Lauro Olmo, que ya ha muerto.
Y cuando llegan las primeras elecciones democr¨¢ticas, usted apoya a Adolfo Su¨¢rez.
Ah¨ª, en UCD, hab¨ªa un conglomerado de gente muy diversa, hab¨ªa tambi¨¦n socialdem¨®cratas. Y yo era muy amigo de Adolfo, ¨¦l sab¨ªa c¨®mo respiraba yo. Durante mucho tiempo, ¨¦l crey¨® que yo era uruguayo. Eso s¨ª que fue jodido: hab¨ªa un sindicato muy fuerte, el Sindicato del Espect¨¢culo. Estaban al loro de las coproducciones que se hac¨ªan con Italia, de todo. Y un d¨ªa me contrat¨® un director italiano, pero me vetaron alegando que era extranjero, uruguayo. Y yo era espa?ol, hab¨ªa nacido en Madrid. Pero para ser espa?ol otra vez ten¨ªa que hacer el servicio militar por cojones. El d¨ªa que recib¨ª en casa de mi abuelo el requerimiento para que me incorporara a filas tom¨¦ un tren para Biarritz, y me volv¨ª a Uruguay. Fui pr¨®fugo, y aqu¨ª estuve viviendo como pr¨®fugo hasta que lleg¨® la democracia, y trabajaba en TVE, e iba a cobrar presentando el pasaporte uruguayo.
?Qu¨¦ le relacionaba con Su¨¢rez?
Me parece un hombre listo, muy simp¨¢tico. Era muy seductor, no s¨¦ si de las t¨ªas, pero desde luego era muy seductor de personas. Un d¨ªa le fui con el proyecto de Los camioneros. "Venga, que se haga", dijo. Aparte de su afecto personal, me ayud¨® a sacar adelante esa serie para televisi¨®n. Propuse a Bardem para dirigirla, pero me dijeron que no. Y la hizo otro director estupendo, Mario Camus, que tambi¨¦n es muy amigo m¨ªo, e hizo una serie cojonuda.
?Y s¨®lo por agradecimiento apoy¨® usted a Su¨¢rez en las elecciones?
No, adem¨¢s yo pensaba que ser¨ªa bueno para Espa?a que ¨¦l dirigiera la transici¨®n. Entonces no estaba claro que una transici¨®n dirigida por la izquierda iba a ser buena para el pa¨ªs.
?Sigui¨® manteniendo esa relaci¨®n con el ex presidente?
S¨ª, la he mantenido, m¨¢s o menos. Cuando fue presidente, yo ten¨ªa una relaci¨®n espor¨¢dica, no era un hombre de estar todos los d¨ªas en La Moncloa, de esos que van hinchando el pecho, "yo he estado en La Moncloa", ni de co?a? Y cuando ya estaba fuera del Gobierno, una vez me dijeron Juan Benet, Pradera y Clemente Auger que le llamara, lo hice, y all¨ª nos presentamos los cuatro en su casa. Yo les hab¨ªa dicho: "Si nos echa, es por vuestra culpa". Fuimos para hablar de lo de la OTAN, le ¨ªbamos a pedir que apoyara [el s¨ª en el refer¨¦ndum de] la OTAN. Accedi¨® a la entrevista, pero no me acuerdo si luego apoy¨® el ingreso. Yo habl¨¦ muy poquito, Juan se fum¨® cuatro puros, Clemente no fuma y Javier no me acuerdo si fumaba o no. Estuvimos en la casa de Adolfo muy bien, es que es un t¨ªo que est¨¢ muy bien. Ahora ya sabes que est¨¢ delicado de salud, qu¨¦ gran putada, un buen t¨ªo.
Actor. ?Qu¨¦ es eso de ser actor?
Yo creo que un actor nunca deja de hacerse. No me quiero olvidar de que yo soy un actor de conservatorio, alguien que aprendi¨® t¨¦cnicas de voz, de dicci¨®n; he estudiado historia del arte, historia del teatro, esgrima, la madre en verso, ballet? Claro, sales como sale un m¨¦dico de la Facultad, despu¨¦s hay que ver qu¨¦ haces en la pr¨¢ctica. Y en la pr¨¢ctica es donde aprendes cada d¨ªa, no se acaba nunca.
?Y en qu¨¦ actores se fij¨® para aprender?
Mira, te voy a contar una an¨¦cdota. Yo estaba haciendo una pel¨ªcula muy mala, que en ingl¨¦s se llamaba Tierra de diamantes; pero all¨ª hab¨ªa un actor secundario, un tipo que era la hostia, Keenan Wynn. En una escena, yo ten¨ªa que entrar pistola en mano en un chalet de La Moraleja, y amenazarlo de muerte. Entraba haciendo todo tipo de ruidos, amenazando, y entonces me llam¨® aparte Keenan Wynn: "Mira, Sancho, te voy a ense?ar algo que me ense?¨® Humphrey Bogart. Cuando en el cine le tengas que decir a alguien que le vas a matar, m¨ªrale a los ojos y d¨ªselo muy bajito: 'I will kill you'. Pero muy bajito y mir¨¢ndole a los ojos". Yo aprend¨ª mucho viendo a actores como Paco Rabal, Fern¨¢n G¨®mez? aprend¨ª mucho de Luis Pe?a, que a m¨ª me gustaba mucho; he trabajado con Jos¨¦ Mar¨ªa Rodero, con Jos¨¦ B¨®dalo. Con casi todos los actores de este pa¨ªs.
?Y usted qu¨¦ ense?a?
Cuando me dicen maestro me cabreo mucho, parece que me llaman viejo, ?con la edad que tengo, no me est¨¦n jodiendo!
?Nunca le ha mordido la vanidad?
No, seguro, a m¨ª no me mordi¨® la vanidad, siempre he tenido los pies muy bien colocados en el suelo. Desde los 12 a?os estuve trabajando, y he trabajado mucho, he le¨ªdo y he visto. ?Y c¨®mo te va a morder la vanidad si has estado trabajando con gente como Mar¨ªa Casares o como Jean Louis Barrault? Yo sol¨ªa tener un espejo en el camerino, y cada tanto me miraba y dec¨ªa: "Esto tambi¨¦n pasa, todo pasa". Hace muchos a?os vi en Buenos Aires a uno de los grandes actores espa?oles, uno de los que se tuvieron que marchar, Pedro L¨®pez Lagar, y estaba haciendo Panorama desde el puente, de Arthur Miller; yo ten¨ªa veinte a?os y me dije: "Cuando sea como ¨¦l, har¨¦ esa funci¨®n". ?Y qu¨¦ pas¨®? Que en efecto la hice, pero enferm¨¦ y tuve que dejar la funci¨®n, que Miguel Narros dirigi¨® de maravilla. Esto es as¨ª, la vida es as¨ª.
?C¨®mo se defendi¨® de 'Curro Jim¨¦nez'?
Oye, cuidado, yo nunca me he defendido de Curro Jim¨¦nez, entre otras cosas porque fue un invento m¨ªo. Me le¨ª todos los libros de bandoleros que hab¨ªa, y llam¨¦ a mi amigo Antonio Larreta, "Taco, Taco, que tengo una idea para escribir un gui¨®n". Y le mand¨¦ los dos tomos de Hern¨¢ndez Girbal sobre bandolerismo. ?l escribi¨® el gui¨®n, pero en ese lenguaje del gui¨®n yo le hablaba de la acci¨®n, los di¨¢logos los pon¨ªa ¨¦l. Lo llevamos a Televisi¨®n Espa?ola, ?e hicimos cuarenta episodios!
?Esperaba ese ¨¦xito?
No. Dec¨ªan que era el bandolero de UCD, y yo me re¨ªa mucho con esas cosas. En la serie no se pod¨ªa meter uno con los alcaldes, as¨ª que nos metimos con los franceses; empezamos la serie en julio de 1975 y Aquel Hombre se muri¨® en noviembre. Y meterse con los franceses no ten¨ªa sentido, porque Curro Jim¨¦nez hab¨ªa muerto cincuenta a?os antes de que tocase aqu¨ª Napole¨®n. La verdad es que la primera huelga general que se convoca en una serie o en un programa de TVE la hice yo en Curro Jim¨¦nez. Una huelga salvaje: llega Curro y les dice a los agricultores: "?No trabaj¨¦is, y el dinero os lo traigo yo!". Un bandolero que roba a los terratenientes y a los alcaldes. Yo les dec¨ªa a mis amigos de izquierdas: "?No hab¨¦is tenido cojones para hacer lo que yo he hecho: escenificar una huelga general en Televisi¨®n Espa?ola!". Antes de Curro Jim¨¦nez hab¨ªa hecho a Calder¨®n, a Lope, a Shakespeare, Los tres mosqueteros, y Los camioneros, que era una serie cojonuda.
Lo cierto es que 'Curro Jim¨¦nez' puede te?ir mucho a un actor.
Pero despu¨¦s de Curro Jim¨¦nez hice una pel¨ªcula, Mala racha, de Jos¨¦ Luis Cuerda; una gran pel¨ªcula, en ella yo hac¨ªa de boxeador. Y luego hice Los desastres de la guerra, y El empecinado. Pero, s¨ª, por fortuna, la gente no se ha olvidado de Curro Jim¨¦nez. Yo creo que la virtud de la serie era un ansia de libertad que la gente reclamaba; Curro era un rebelde, se rebelaba contra los que le hab¨ªan humillado, y eso la gente lo entiende.
Y luego hizo mucho cine. ?Cu¨¢les fueron sus hitos?
El verdadero hito es lo bien que lo he pasado haciendo las cosas que hac¨ªa. He tenido ¨¦xito, y he tenido los pies en el suelo; he visto a muchos, actores, tenistas, escritores, que han estado arriba y luego han tenido tiempos en que nadie les llamaba. Ahora estoy dispuesto a ir a cualquier sitio, pero hay otros que est¨¢n en el candelabro. Y, s¨ª, hice 800 balas, con ?lex de la Iglesia voy a donde sea, a ciegas, porque me llam¨® en un momento crucial de mi vida, en que acababa de salir de una cornada f¨ªsica, y no era f¨¢cil. Antes hice Cachito, con Enrique Urbizu, fue una pel¨ªcula estupenda. Con ¨¦l me lo paso de puta madre, es un director cojonudo; despu¨¦s de la operaci¨®n me llama y me ofrece un papel peque?o en La caja 507, "Enrique, si estoy m¨¢s calvo que una bola de billar", pero hice la pel¨ªcula.
Y ¨²ltimamente hizo 'El crimen del padre Amaro'.
De rebote. La ten¨ªa que hacer Paco [Rabal], pero se muri¨®, y me llam¨® el productor, mi amigo Jos¨¦ Mar¨ªa Morales, el que se la ha jugado con Whisky, la pel¨ªcula uruguaya. "Si t¨² no la haces, no se puede hacer", me dijo. Y yo no me pod¨ªa ir a M¨¦xico, por la altura, pero dije: "V¨¢monos ma?ana mismo".
E hizo 'La marcha verde', de Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez, y gratis.
Porque all¨ª estaba mi hijo, de ayudante de direcci¨®n, y tambi¨¦n porque estaba Pepe y la pel¨ªcula era de Rafa [Azcona]. Y no la hice gratis: me preguntaron qu¨¦ quer¨ªa, y ped¨ª una playstation para mi nieto.
Le gusta la vida?
Mucho. A m¨ª lo que m¨¢s me cabrea de todo es morirme. Pero no por el hecho de morirme: por el hecho de no estar viendo la calle, los ¨¢rboles, la gente, incluso las cabronadas que hay en este puto mundo.
?Qu¨¦ pas¨® por su cabeza cuando recibi¨® esa cornada?
F¨ªjate, me vino una gran fuerza. Estaban mi mujer y mis amigos. Yo pensaba nada m¨¢s que en mi carrera. No en que me hab¨ªan quitado un pulm¨®n. A Margarita Xirgu le quitaron un pulm¨®n a los treinta a?os, y se muri¨® a los ochenta, habiendo hecho Lorca, Casona, Alberti. F¨ªjate, eso me dio fuerza: saber que ella hab¨ªa trabajado sin un pulm¨®n durante a?os.
?Y ahora c¨®mo est¨¢ usted?
Estoy bien, con los achaques normales. Hoy he ido al m¨¦dico, porque sangraba por la nariz. Y a estas alturas de mi vida ha descubierto que tengo el tabique desviado.
?Cu¨¢l es la clave para superar la enfermedad que usted ha sufrido? ?Qu¨¦ les dice a los que la sufren?
Les hablo de la fuerza. A m¨ª me lo dijo una doctora: "Tiene suerte, lo suyo se puede operar". Me iba a quitar un pulm¨®n y me dec¨ªa que ten¨ªa suerte. Lo cierto es que me operaron, y luego me dieron quimio, radio, hay que confiar en el m¨¦dico, y d¨¦jame que te lo diga, hay gente que se va por el mundo a que la curen, y aqu¨ª hay m¨¦dicos de puta madre, tienen todos los protocolos del mundo y lo hacen estupendamente, que se sepa. Hay que confiar en los m¨¦dicos, y confiar en tu gente, los que te miman. Yo, afortunadamente, encontr¨¦ enseguida gente que te echaba para arriba.
?Qu¨¦ ha aprendido usted de la vida?
No hay vanidad, sino orgullo, en lo que te voy a decir: yo he tenido los pies en el suelo tambi¨¦n frente al dolor porque he visto mucho dolor.
?Hay alg¨²n nombre propio para su gratitud?
S¨ª, Noela, la uruguaya, mi mujer, es la hostia. Y yo tengo madre, de 92 a?os, Victoria. Est¨¢ resfriada. Y me llama y me dice: "Ten cuidado, hijo, no te resfr¨ªes".
?Es usted un duro?
No. No soy duro con lo que me han hecho. Yo borro, si la gente me hace da?o con maldad, borro.
?Ha borrado mucho?
No. La verdad es que no he borrado mucho.
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