Pasi¨®n por la guitarra
Uno de los grandes s¨ªmbolos de Espa?a, pero a veces se le arrincona. ?ste es un homenaje a la guitarra, que vive un excelente momento, a trav¨¦s de quienes le dan alma: desde el 'luthier' hasta grandes int¨¦rpretes, como Paco de Luc¨ªa, Vicente Amigo, Gerardo N¨²?ez y David Russell.
Ocurri¨® en Madrid. Una ma?ana de 1912 irrumpi¨® en el taller del constructor de guitarras Manuel Ram¨ªrez un muchacho de aspecto extravagante. Era alto y flaco. Llevaba lentes gordas y redondas con monturas de concha, corbata que ca¨ªa en cascadas, chaleco de terciopelo negro cerrado hasta el cuello con botones de plata, americana gris cruzada, pantalones a rayas, zapatos de charol y, en la mano, un recio bast¨®n para defender su facha, seg¨²n iba a reconocer ¨¦l mismo muchos a?os m¨¢s tarde.
Al verlo, Ram¨ªrez no pudo contener la sonrisa. El muchacho del bast¨®n fingi¨® no darse cuenta y pidi¨® algo que nunca nadie le hab¨ªa solicitado a Manuel Ram¨ªrez, ni osaron pedirle jam¨¢s al fundador de la dinast¨ªa, Jos¨¦ Ram¨ªrez I (1858-1923), ni le encargar¨ªan despu¨¦s a Jos¨¦ Ram¨ªrez II, ni a Jos¨¦ Ram¨ªrez III, ni a Jos¨¦ Ram¨ªrez IV, ni a Amalia Ram¨ªrez (1955). El muchacho quer¨ªa que le alquilasen una guitarra para una tarde. Y s¨®lo para un concierto, despu¨¦s la devolver¨ªa. Ram¨ªrez decidi¨® seguirle la corriente "por curiosidad" y le dej¨® probar una. El joven abraz¨® la guitarra, la toc¨® durante un rato y, cuando termin¨®, un anciano que hab¨ªa en la tienda le dijo:
-?Bravo, muchacho! Me gustan tu temperamento, tus dotes expresivas y tu facilidad t¨¦cnica. L¨¢stima que esas facultades queden est¨¦riles en esa isla peque?ita que es la guitarra, bella si quieres, pero solitaria e inculta. ?Quieres cambiar de instrumento? A¨²n eres joven? el viol¨ªn te har¨¢ famoso. Yo te prestar¨¦ mi ayuda en todo lo que necesites.
-Joven -le avis¨® Manuel Ram¨ªrez-, el que est¨¢ hablando es don Jos¨¦ de Hierro, profesor de la clase superior de viol¨ªn del Real Conservatorio.
El chaval le dio las gracias al profesor de viol¨ªn, pero le advirti¨® de que seguir¨ªa tocando la guitarra. Y Ram¨ªrez le regal¨® el instrumento esa misma tarde. Aquel muchacho, de quien dec¨ªan que tocaba en las tabernas a cambio de un caf¨¦, estaba llamado a introducir la guitarra en los palacios, las universidades, los conservatorios, teatros y auditorios reservados hasta entonces s¨®lo a las mejores orquestas. Hizo posible que los guitarristas, vestidos ya de esmoquin y pajarita, se sentaran sin complejo al frente de una orquesta, y logr¨® que compositores consagrados se dignaran a escribir piezas sublimes para ese instrumento de tasca y vocer¨ªo. El chico del bast¨®n llegar¨ªa a ser nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Oxford, ser¨ªa nombrado marqu¨¦s de Salobre?a por el Rey de Espa?a en 1981, tocar¨ªa en audiencia privada ante el Papa y en el pueblo jienense donde naci¨®, Linares, le construir¨ªan un museo. El muchacho se llamaba Andr¨¦s Segovia y muri¨® en 1987 a los 94 a?os. La guitarra que le regal¨® Manuel Ram¨ªrez se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York. La reedici¨®n de ese modelo que ha reproducido Amalia Ram¨ªrez cuesta 10.960 euros. Y la an¨¦cdota la relat¨® el propio Segovia en la grabaci¨®n autobiogr¨¢fica titulada Mi guitarra y yo, dentro del CD Andr¨¦s Segovia. A centenary celebration.
Por muchos caminos y desde muchos sitios, la historia de la guitarra espa?ola y flamenca iba a continuar su ascensi¨®n imparable. Vendr¨ªan en su apoyo Francisco T¨¢rrega, Joaqu¨ªn Rodrigo, Narciso Yepes y? Paco de Luc¨ªa, entre otros muchos. Llegar¨ªan tambi¨¦n otros constructores extrayendo m¨¢s potencia y m¨¢s variedad de sonido a la madera. El ocho de la guitarra, por ejemplo, ha ido ganando en anchura, largura y espesor durante los ¨²ltimos cien a?os. "Y m¨¢s que tiene que evolucionar este instrumento", indica Amalia Ram¨ªrez, actual directora de la firma. "Esto no es como el viol¨ªn, que ya es un producto acabado. A la guitarra le queda mucho por ganar todav¨ªa".
La gran asignatura pendiente de este instrumento es la proyecci¨®n del sonido, que llegue hasta las ¨²ltimas filas de los grandes auditorios de hoy sin necesidad de amplificadores. Se dice que el compositor Igor Stravinski le dijo a Andr¨¦s Segovia:
-Qu¨¦ pena que la guitarra suene tan poco.
-No es que suene poco, sino que suena lejos -le contest¨® Andr¨¦s Segovia.
En esa expansi¨®n del sonido se afanan no s¨®lo los constructores, sino los propios concertistas. "Los int¨¦rpretes del cl¨¢sico han estructurado hasta ahora su vida a una especie de intimidad decimon¨®nica que hoy ya no es posible. Por mi parte, yo trato de crear una dimensi¨®n del sonido para que se expanda. Y eso tiene una t¨¦cnica de ataque, de forma de limarte la u?a? Eso es toda una vida", indica el guitarrista sevillano de m¨²sica cl¨¢sica Jos¨¦ Mar¨ªa Gallardo del Rey.
Sigue siendo un instrumento con algo de ind¨®mito, de salvaje, de animal que s¨®lo obedece a un ¨²nico due?o. "Que si sudas m¨¢s de la cuenta, que si la u?a es de una forma o de otra? La misma guitarra la tocan diez guitarristas y nunca suena igual", explica el concertista flamenco ?scar Herrero.
Por eso, porque cuesta tanto acoplarse, carne y madera, no sorprenden dedicatorias como la de Gallardo del Rey en su ¨²ltimo disco, The trees speak (Los ¨¢rboles hablan) al luthier Manuel Contreras II: "Muchas gracias, de coraz¨®n, por haber puesto en mis manos la guitarra de mi vida".
Una vez que el pulso de la mano, la tensi¨®n, la fuerza singular de cada persona, el tacto al abrazarla y apoyarla en el regazo, se ha hecho a una guitarra, es dif¨ªcil el cambio. V¨¦ase el caso de Paco de Luc¨ªa. Su guitarra la construyeron hace 30 a?os Faustino y Mariano Conde, difuntos t¨ªo y padre de los constructores Felipe y Mariano (Conde Hermanos). "Era una guitarra que Ram¨®n de Algeciras, hermano de Paco, ten¨ªa en lo alto de un armario, porque era muy dura, muy inc¨®moda de tocar. Un d¨ªa en que le robaron la guitarra a Paco, echaron mano de la primera que hab¨ªa por all¨ª para salir del paso. Y aunque era dura, con la fuerza que tiene Paco en las manos se hizo con ella. Se acostumbr¨® y ya no quiso tocar otra", se?ala Juan Estrada, asistente personal de Paco de Luc¨ªa. "De todas formas", advierte Estrada, "en los pr¨®ximos conciertos va a tocar una guitarra de la marca Paco de Luc¨ªa. Hace cuatro a?os se empez¨® a comercializar guitarras con su nombre, firmadas por ¨¦l. Y se est¨¢n vendiendo muy bien".
Ha sido ese inconformismo de artistas y guitarreros el que ha ido d¨¢ndole su forma al instrumento a?o a a?o. Y fue as¨ª como Andr¨¦s Segovia salv¨® la vida a miles de animales: buscando un mejor sonido. Las cuerdas se fabricaban con tripas de gatos hasta que Segovia pidi¨® a un constructor que investigara con otros materiales. Los luthiers, ante un nuevo reto encontraron un nuevo material: el nailon.
Ahora, a la vuelta de la esquina aparece un nuevo desaf¨ªo para los guitarreros. La madera del ¨¢rbol Dalbergia nigra, conocida popularmente como palosanto de R¨ªo (aunque hay otros palosantos de R¨ªo que no son Dalbergia nigra) o jacaranda de Brasil o jacaranda de Bah¨ªa, es considerada por los artesanos como la bella entre las maderas m¨¢s bellas; tiene los d¨ªas contados. Se utiliza en la construcci¨®n de los aros (o banda de los laterales), y el fondo o suelo (o tapa de atr¨¢s) de las guitarras m¨¢s cotizadas. "Su color pardo rojizo, con grano m¨¢s oscuro de caprichosos dibujos, hace de esta madera un deleite para la vista", escribi¨® Jos¨¦ Ram¨ªrez III (1922-1995) en su libro En torno a la guitarra.
El Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de flora y fauna silvestres (Cites) prohibi¨® la venta y distribuci¨®n de esa madera desde 1992. Ante el posible incumplimiento del convenio, en octubre de 2004 el Servicio de Protecci¨®n de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil en Madrid decomis¨® m¨¢s de 33 toneladas de Dalbergia nigra, en el marco de una operaci¨®n que se hab¨ªa iniciado dos a?os atr¨¢s. Hay imputados en el caso seis empresarios del sector de la madera y la guitarra.
Algunos de los guitarreros afectados alegan que se les ha cogido como cabezas de turco en una operaci¨®n donde no se act¨²a contra los verdaderos responsables. "Nos hacen aparecer como contrabandistas, como si hubi¨¦ramos sacado la madera a escondidas de Brasil y la hubi¨¦semos desembarcado de noche en una playa desierta; cuando la realidad es que estas maderas las compramos en muchos casos hace 40 a?os, y la trajimos en su d¨ªa con permiso de aduanas. Hay compa?eros que tienen Dalbergia nigra comprada desde mucho antes de que se prohibiera su venta. Y ahora la tienen precintada y no pueden construir con ellas", subrayan los citados constructores, que prefieren mantenerse en el anonimato.
"Nosotros somos los primeros en lamentar que se talaran estas maderas preciosas sin que hubiese planes de reforestaci¨®n. Pero, en vez de atajar el problema con los madereros de Brasil o con los servicios de aduanas, la emprenden con nosotros. Es como si te quisieran llevar a la c¨¢rcel por comprar cuadernos para escribir. Mientras tanto, hay constructores de otros pa¨ªses que trabajan con la Dalbergia nigra porque sus pa¨ªses han alcanzado acuerdos y ellos est¨¢n protegidos por sus Gobiernos. Mientras que aqu¨ª, en el pa¨ªs donde naci¨® la guitarra, a los constructores nunca se nos ha apoyado desde la Administraci¨®n", indica la citada fuente.
Los mejores artesanos suelen almacenar Dalbergia nigra de R¨ªo durante m¨¢s de diez a?os porque el proceso de secado de la madera es parte esencial en la consecuci¨®n de un buen sonido. Por tanto, los profesionales dispondr¨¢n durante varias d¨¦cadas de guitarras con Dalbergia nigra. Cada vez m¨¢s caras, eso s¨ª. Y llegar¨¢ el d¨ªa en que no quedar¨¢ nada de ella en los almacenes. Empezar¨¢ otro cap¨ªtulo entonces en la historia de la guitarra. "Le pasa lo mismo a los clarinetistas con el ¨¦bano. Se est¨¢n acabando los ¨¢rboles. Pero eso ser¨¢ una nueva motivaci¨®n para los luthiers porque tendr¨¢n que trabajar de otra manera", augura Gallardo del Rey.
Afortunadamente, en el mundo de la guitarra, desde hace muchos a?os se est¨¢n utilizando otras maderas, entre ellas Dalbergias que no est¨¢n prohibidas.
El precio de una prestigiosa guitarra artesanal va desde los 3.000 hasta los 12.000 euros. Cuantas m¨¢s partes traiga construida de f¨¢brica, m¨¢s barata. Los aficionados escrutan la marca de la guitarra de sus ¨ªdolos, la etiqueta que est¨¢ en el interior, al fondo de la boca, la plantilla, es decir, la forma del ocho, o la cabecera de la guitarra, partes del instrumento donde cada buen artesano deja su impronta y se distingue del resto de los colegas. Pero los constructores no se quedan tranquilos hasta ver el interior del instrumento. S¨®lo cuando se abre una guitarra y se observa el delicado juego de pesos y contrapesos, el luthier empieza a conocer el alma de otras guitarras. Por eso algunos constructores no han querido que se hagan fotos del interior de sus guitarras.
El precio puede resultar a veces un territorio difuso. Algunos artesanos anuncian los precios de todos los modelos de sus guitarras en Internet. Pero siempre hubo en este mundo cierto margen para el regateo. "Mi primera guitarra la cobr¨¦ a 350 pesetas", recuerda el artesano cordob¨¦s Manuel Reyes, de 69 a?os. "Y a los pocos d¨ªas me vino otro cliente diciendo: quiero una guitarra como la que le hiciste a fulano y por el mismo precio: 700 pesetas. Y as¨ª fueron cobrando m¨¢s valor". Ahora, una guitarra suya, que es la que toca gente como Tomatito o Vicente Amigo, puede costar hasta 3.000 euros, y a las puertas de su peque?o taller en C¨®rdoba, donde s¨®lo trabajan ¨¦l y su hijo, tiene una lista de espera de 12 a?os. "Desde hace m¨¢s de tres a?os ya le digo que no a todo el mundo. Hay gente que me ha puesto un tal¨®n por delante para que se la haga en dos meses. Pero les he dicho que no".
?Se puede dar el caso de artesanos que no gozan de renombre, pero logran construir guitarras con una excelente relaci¨®n de precio y calidad? Hay quien opina que s¨ª. Pero otros, como los luthiers Conde Hermanos, consideran que el oficio de guitarrero es el resultado de la acumulaci¨®n de conocimientos transmitidos a trav¨¦s de generaciones.
"El 50% de una guitarra es la madera. El otro, es el artesano", aseguran los hermanos Felipe y Mariano Conde, due?os de la marca Conde Hermanos, sucesores de los sobrinos del legendario fabricante de guitarras Domingo Esteso (1882-1937), quien a su vez fue aprendiz en la tienda de Manuel Ram¨ªrez en 1900. Tal vez su marca sea la que m¨¢s han usado y usan los flamencos. Los mejores modelos de la casa cuestan casi 8.700 euros.
Los artesanos espa?oles siguen gozando de prestigio universal. Ricardo Sanch¨ªs, en Valencia; Antonio Mar¨ªn, en Granada; Francisco Barba, en Sevilla; Juan Miguel Gonz¨¢lez, en Almer¨ªa; Jos¨¦ Romero, Tezanos P¨¦rez y Manuel Contreras, en Madrid. Y en Guadalajara, el gran Jos¨¦ Luis Romanillos, jubilado de 73 a?os que emplea cerca de mes y medio en la construcci¨®n de cada guitarra. Hay apenas 350 de las suyas en el mundo. A cada una la bautiza con un nombre. El propio Andr¨¦s Segovia le encarg¨® una, pero cuando Romanillos le escribi¨® inform¨¢ndole del precio que le iba a costar, Segovia no le contest¨®. Romanillos se quejaba en una entrevista reciente con el periodista Pedro Aguilar, director del diario Nueva Alcarria, de la poca importancia que se le concede al instrumento espa?ol por excelencia: "Existen ahora diez o doce libros sobre construcci¨®n de guitarras y ninguno espa?ol, es curioso. En Espa?a no hay un museo que se ocupe de la guitarra".
Cualquiera de estos guitarreros espa?oles construye excelentes guitarras. Pero tambi¨¦n es verdad que cada vez les sale m¨¢s y mejor competencia en todo el mundo. La del guitarrista cl¨¢sico David Russell la construy¨® el alem¨¢n Matthias Dammann. "S¨®lo hace unas ocho o diez guitarras al a?o. Y hay una lista de espera incre¨ªble", comenta Russel. Le cost¨® 12.000 euros, dos millones de pesetas en su d¨ªa. ?Y tanto se nota la diferencia respecto a otras m¨¢s baratas? "La diferencia de sonido es poca", reconoce Russell, "pero ese poco compensa mucho. A veces alg¨²n guitarrista se queja de los precios de las guitarras. Y yo le digo: ?qu¨¦ coche tienes? Y tienen un coche de tres o cuatro millones de pesetas. Entonces le digo: ?t¨² qu¨¦ eres, guitarrista o conductor?".
Una vez en posesi¨®n de una buena guitarra hay que cuidarla casi como a un ser vivo. "Cuanto m¨¢s tiempo tiene la guitarra, la madera suena mejor porque se hace un bloque, se vuelve m¨¢s compacta, pero al mismo tiempo es m¨¢s delicada y puede abrirse con cualquier golpe como si fuera un mel¨®n. Es dif¨ªcil encontrar guitarras antiguas que no tengan ni una grieta", indica Felipe Conde.
Las guitarras no suelen durar tanto como los violines. Tienen el tiro de las cuerdas m¨¢s largo y las maderas son m¨¢s finas. Pero si se la cuida de forma conveniente puede durar m¨¢s de 60 a?os. Si est¨¢ muy sucia, una gamuza h¨²meda. "Pero cuanto menos agua, mejor", advierte Mariano Conde. El agua y el calor, enemigos mortales. "Los maleteros de los coches suelen ser mortales para las guitarras, por el calor". En los veranos de cualquier ciudad seca como Madrid, conviene dejar un cubo de agua al lado, cuando se queda la guitarra sola durante un mes.
Con palosanto de Brasil o sin ¨¦l, hecha a mano o en f¨¢brica, la guitarra es el instrumento m¨¢s popular del mundo, el que m¨¢s revistas especializadas vende, el que m¨¢s p¨¢ginas ocupa en el ciberespacio: m¨¢s de dos millones de documentos aparecer¨¢n si se acude a un buscador y se teclea su nombre en espa?ol y 39 millones si se hace en ingl¨¦s. "Lo bueno de ella es que llega a todo el mundo. Pero eso le perjudica tambi¨¦n", indica Roberto Mor¨®n, 24 a?os, residente en Coslada (Madrid), uno de los guitarristas cl¨¢sicos m¨¢s prometedores de Espa?a. "Cualquiera que tenga una guitarra en su casa dice que sabe tocarla. Y esa popularidad beneficia al instrumento, pero tambi¨¦n le quita prestigio. Por ser popular es desconocida. Cuando toco alg¨²n concierto, a muchos de mis amigos le sorprende lo que se puede hacer con una guitarra. El problema es educar al p¨²blico para que les guste".
Es muy raro asistir a un concierto de guitarra cl¨¢sica donde haya toda una orquesta detr¨¢s. Una de las razones es que nunca tuvo compositores de la talla de Beethoven o Mozart. Hay grandes composiciones para la guitarra, pero son desconocidas no s¨®lo para el gran p¨²blico, sino para m¨²sicos y programadores. "Los programadores de concierto se olvidan de que la guitarra es nuestra gran embajadora fuera del pa¨ªs", indica el guitarrista cl¨¢sico Gallardo del Rey.
Los flamencos, sin embargo, viven momentos mejores. Dentro y fuera de Espa?a son conocidos Paco de Luc¨ªa, Vicente Amigo, Gerardo N¨²?ez, Manolo Sanl¨²car o Tomatito. ?Pero qui¨¦n conoce a los grandes concertistas cl¨¢sicos de hoy, los herederos de Andr¨¦s Segovia? Ni siquiera muchos flamencos saben nada de sus colegas de guitarra cl¨¢sica. "En Espa?a ha habido siempre una guerra civil entre la guitarra flamenca y la espa?ola", indica Gallardo del Rey. "Hay un desconocimiento bestial y mutuo de las dos est¨¦ticas. Y eso ha llevado a un distanciamiento. Por una parte, la guitarra cl¨¢sica estuvo siempre en la franja de los eruditos, como explica muy bien ?ngel ?lvarez Caballero en su libro El toque flamenco. Y, por otra, los flamencos pensaban que si sab¨ªan solfeo iban a ser menos flamencos. La realidad, sin embargo, es que las dos guitarras tienen mucho que darse. Porque vienen de un mismo sitio, que es Espa?a".
Desde muchos metros a lo lejos podr¨ªa distinguirse un tocaor flamenco de otro cl¨¢sico, sin o¨ªrlos siquiera. La flamenca suele ser m¨¢s ligera que la cl¨¢sica, m¨¢s clara, y lleva protectores de pl¨¢stico en la tapa para que el flamenco la golpee mientras toca. La postura incluso de tocarla es distinta. El cl¨¢sico suele apoyar la pierna izquierda en un reposapi¨¦, y la mano derecha se mueve cerca de la boca de la guitarra, buscando la calidad del sonido, la suavidad, la espesura, el contrapunto o la variedad de voces. Mientras que el flamenco apoya una pierna en la otra y busca en su toque la tensi¨®n, la verticalidad, la potencia, la redondez del rasgueo, y se va con la mano derecha al extremo de la cuerda, donde m¨¢s tensi¨®n hay. Los cl¨¢sicos levantan el m¨¢stil a m¨¢s altura sobre la horizontal del suelo que los flamencos.
"Apenas ning¨²n profesor de los que dan clase en los conservatorios de este pa¨ªs tiene conciencia de lo que es el flamenco", a?ade Gallardo del Rey. "Y eso le hace da?o al repertorio espa?ol porque t¨² no puedes plantearte tocar a Falla, Turina y Alb¨¦niz, gente que se inspir¨® en el folclore popular, si no tienes conciencia de la ra¨ªz flamenca. Ya puede tocar un canadiense muy bien el Concierto de Aranjuez?, pero ser de Sevilla y haber tocado con Paco de Luc¨ªa y con Gerardo N¨²?ez, como he tocado yo, te abre un mundo nuevo a la hora de tocar cl¨¢sica".
Paco de Luc¨ªa ayud¨® a traspasar esas fronteras tan cerradas entre lo cl¨¢sico y lo flamenco. Detr¨¢s de su estela han crecido flamencos que tocan junto a m¨²sicos de jazz, de cl¨¢sico o de bossa nova? Uno de los m¨¢s sobresalientes y ecl¨¦cticos es el jerezano de 43 a?os Gerardo N¨²?ez, quien vive en la sierra de Madrid, en un chal¨¦ rodeado de c¨¦sped y madera. Su estudio de grabaci¨®n es como una caba?a; de hecho, es una caba?a, a cinco pasos del chal¨¦, con un ordenador en el centro. De ah¨ª salen los discos suyos directamente hacia el mercado. Hay un sof¨¢ y una cafetera. De vez en cuando se tiende con los pies sobre el sof¨¢, la guitarra en el est¨®mago, se pone a tocar como el que juega con un cachorro y produce esa envidia de la gente que abraza un instrumento y le resulta tan f¨¢cil expresar sentimientos tan complejos. En el mundo del flamenco Gerardo N¨²?ez tiene fama de ser virtuoso entre los virtuosos, r¨¢pido entre los r¨¢pidos. Cada d¨ªa dedica un tiempo s¨®lo a los ejercicios de t¨¦cnica, como un futbolista a la gimnasia. Una hora al d¨ªa. Y siempre ser¨¢ as¨ª. "Aunque no te guste, la t¨¦cnica hay que trabajarla a diario y para el resto de la vida".
Nunca apunt¨® nada en un papel. Todo lo que compone lo memoriza o lo graba. Empez¨® con 11 a?os a aprender por su cuenta y desde entonces no ha parado. "De joven me iba a todos los conciertos que pod¨ªa de los mejores guitarristas. Y me fijaba en todo, en la mano derecha, en la izquierda, en todo. Es la observaci¨®n lo que sirve".
De la caba?a de Gerardo N¨²?ez nos vamos al s¨®tano de un chal¨¦ de C¨®rdoba, donde estudia Vicente Amigo, uno de los flamencos m¨¢s innovadores del panorama actual. En una esquina del estudio hay un traje del torero Jos¨¦ Tom¨¢s manchado con su sangre, de cuando el diestro cort¨® tres orejas en la corrida de beneficencia de Las Ventas. En otra parte, la muleta de Finito de C¨®rdoba. El guitarrista se sienta en un sof¨¢ y espera a ver qu¨¦ sale. "Crear es como mirarse en el espejo y buscar cosas nuevas en ti cuando te tienes ya tan visto y tan escuchado". Pero siempre sale salgo. "Cuando intentas crear sigues un camino. Y despu¨¦s te vas encontrando nuevos caminos o detalles. Se trata de estar en esa b¨²squeda con la mayor alegr¨ªa posible. Cuando se trata de m¨²sica o de arte, en un peque?o detalle est¨¢ el universo".
Gerardo N¨²?ez, Vicente Amigo, Tomatito? ?Y el Andr¨¦s Segovia de hoy? ?D¨®nde est¨¢? No existe. ?Y alguien que se le aproxime? Muy de lejos.
"No pretendo restarle m¨¦rito a Andr¨¦s Segovia", indica Gallardo del Rey. "Porque sin Segovia, ni t¨² ni yo estar¨ªamos hablando ahora de esto. Pero en su ¨¦poca ¨¦l estaba solo haciendo la carrera. Hoy hay much¨ªsimos. Y adem¨¢s el problema de Espa?a es que no apoya sus conciertos. Los guitarristas vivimos gracias a los contratos de fuera: Jap¨®n, China, Australia, Estados Unidos. Es dif¨ªcil que en esas condiciones florezca". "Es verdad que hoy d¨ªa no hay una figura tan grande en Espa?a como la de Segovia", se?ala Juan Miguel Moreno Calder¨®n, director del Conservatorio Superior de C¨®rdoba. "Pero gracias a la semilla de Andr¨¦s Segovia hoy no tenemos que estar hablando de una cosa localista centrada en Espa?a o Hispanoam¨¦rica, sino de algo absolutamente universal que permite que pueda salir un primer figura en cualquier pa¨ªs".
"Un Andr¨¦s Segovia no se va a dar nunca m¨¢s", sentencia David Russell en impecable espa?ol de resonancias gallegas. "El culto al gran maestro ya no existe. Cuando Segovia ten¨ªa 50 a?os, t¨² ten¨ªas que venir con corbata para hacerle una entrevista. Su t¨¦cnica era excepcional entonces. Pero ahora se toca mejor porque nosotros hemos aprendido de ¨¦l y de sus alumnos. Las cosas son distintas hoy".
David Russell es uno de los nombres que siempre salen a relucir cuando se habla de los grandes concertistas del mundo. Los otros son el australiano John Williams (al que Andr¨¦s Segovia bautiz¨® como pr¨ªncipe de la guitarra, dando por sentado que el rey era ¨¦l mismo), el ingl¨¦s Julian Bream, los cubanos Manuel Barrueco y Leo Brouwer. Pero tal vez el escoc¨¦s David Russell sea el m¨¢s espa?ol de todos. Se cri¨® en Migjorn, un pueblo menorquino de 800 habitantes al que ¨¦l llama "mi pueblo". Su padre ten¨ªa una colecci¨®n muy buena de discos de Andr¨¦s Segovia. "Yo era muy t¨ªmido con todo el mundo, pero con la guitarra, no". Estudi¨® en Londres, complet¨® despu¨¦s su carrera al lado del maestro alicantino Jos¨¦ Tom¨¢s, se cas¨® con la gallega Mar¨ªa Jes¨²s Rodr¨ªguez, y vive en Vigo desde hace casi 20 a?os. No es casualidad que su ¨²ltimo disco se llame Aire latino. Precisamente, gracias a esa obra, en febrero gan¨® el premio Grammy como solista cl¨¢sico, por delante de tres pianistas.
David Russell llega a la academia de Madrid, donde imparte lecciones magistrales cada tres meses, suelta la funda de la guitarra en el suelo, la cazadora de cuero negro sobre ella y comienza la clase. Los alumnos que asisten a ese tipo de cursos suelen llevar muchos a?os tocando la guitarra. Se han preparado alguna pieza a prop¨®sito para tocarla delante del maestro. Russell ha de corregirles. As¨ª lo hicieron con ¨¦l en su d¨ªa y as¨ª lo har¨¢n sus alumnos el d¨ªa de ma?ana. La tarea no es nada f¨¢cil. "Si a David se le escapa la m¨ªnima aspereza, puede hundir a un chaval para el resto de su vida", aclara Mar¨ªa Jes¨²s Rodr¨ªguez.
David ladea la cabeza hacia su hombro izquierdo y va desgranando consejos: "Te aconsejo que investigues con u?as postizas". "Tu equilibrio es muy oscuro; parece poca cosa, pero el color da mucho". "Hay ciertos sonidos que te suenan ¨¢speros, duros; soy demasiado consciente de la cuerda y no de la magia de tu m¨²sica".
Despu¨¦s de cada peque?a cr¨ªtica, el maestro interpreta la pieza. La diferencia es notoria. Son lecciones tal vez duras de asumir en p¨²blico para un estudiante. Pero David Russell habla casi acariciando, se inclina hacia el alumno, le toca el brazo, no tiene inconveniente en limarle las u?as? Todo eso, en efecto, resultaba inconcebible en el mundo de la guitarra hace 30 a?os. Entonces un profesional s¨®lo ten¨ªa oportunidad de acudir a un curso de Andr¨¦s Segovia una vez cada tres a?os, si consegu¨ªa entrar. Las fronteras entre las distintas escuelas eran mucho m¨¢s r¨ªgidas. Al maestro no le gustaba que su alumno acudiera a una clase magistral de otro profesor. Hoy, la oferta para el estudiante es mayor que nunca. Aparte de los discos y DVD, un alumno puede tomar un avi¨®n e irse a Par¨ªs o a Londres para asistir a un curso de John Williams o meter en su ordenador un v¨ªdeo de Paco de Luc¨ªa y desmenuzar todos los movimientos de la mano en cualquier falseta, por r¨¢pida que sea.
Pero como el contacto personal entre alumno y maestro, nunca habr¨¢ nada semejante. De eso sabe algo el Ni?o Josele, tal vez el guitarrista flamenco m¨¢s envidiado de Espa?a a sus 30 a?os, por ser el ¨²nico a quien Paco (para los flamencos s¨®lo hay un Paco, es innecesario el De Luc¨ªa) se?al¨® con su varita m¨¢gica para que grabase junto a ¨¦l su ¨²ltimo disco, Cositas buenas, y se fuera con ¨¦l de gira. "Paco me ha ense?ado de todo", explica el Ni?o Josele. "Escalas para que no se me levanten los dedos de las cuerdas, maneras de pulsar distintas, rasgueos? Yo no sab¨ªa que hab¨ªa hasta 40 rasgueos distintos. Pero todo eso no es lo mejor de Paco. Sus manos, ya sabemos lo privilegiadas que son. Eso no es ninguna sorpresa para nadie. Lo que m¨¢s me ha llamado la atenci¨®n es el coco, la mentalidad que tiene. Es como un chaval de 20 a?os. Se est¨¢ preguntando cosas constantemente, aprendiendo siempre".
Y si el Ni?o Josele no puede tocar a la misma velocidad que ¨¦l, no pasa nada. "Procura que yo saque mi propia personalidad. A veces hace un picado muy r¨¢pido, ta-ta-ta-ta-ta? y me dice 'tira t¨² por ah¨ª'. Y yo le digo: 'Qu¨¦ va, qu¨¦ va, yo por ah¨ª no puedo, eso es muy r¨¢pido para m¨ª'. Entonces me dice: 'Pues b¨²scate otro camino'. Su consejo siempre es que te centres en hacerlo todo muy limpio y que seas t¨². Y como ¨¦l dice: Lo que hace falta es tocar acompa?ando al cante. Porque ah¨ª es donde est¨¢ el secreto de tocar solo despu¨¦s".
Aprender flamenco en Espa?a ha resultado m¨¢s complicado a veces que tocar la guitarra cl¨¢sica. "En el flamenco siempre nos hemos formado de o¨ªdo, vi¨¦ndonos unos a otros, sin apuntar nada", se?ala el guitarrista flamenco y concertista ?scar Herrero. "Por supuesto, de solfeo, la mayor¨ªa de los guitarristas no entend¨ªan nada. Se pensaba que el flamenco no pod¨ªa trasladarse al solfeo". Aparte de sus clases particulares en El Escorial, Herrero ha publicado dos libros con CD para la formaci¨®n t¨¦cnica del guitarrista, y nueve DVD, la mayor¨ªa de ellos en venta por Internet. "Yo preguntaba muchas cosas a los maestros flamencos y no sab¨ªan explicarme por qu¨¦ tocaban una cosa de una manera y no de otra. Y a m¨ª me pasaba lo mismo. Fue dando clases como aprend¨ª a desmenuzar, a descifrar la estructura del flamenco. Cosas que a m¨ª me costaron much¨ªsimos a?os aprender, ahora las estamos sistematizando. Los flamencos est¨¢n aprendiendo solfeo, y esto va a abrirle puertas a las mujeres, que hasta ahora no pod¨ªan aprender si no era en ambientes muy machistas".
?scar Herrero, como muchos flamencos, interpreta concierto junto al cl¨¢sico Miguel Tr¨¢paga, quien ha sido alumno de David Russell. M¨²sicos de todas las vertientes quieren introducir algo de flamenco. Jazz, cl¨¢sicos, pop. ?Qu¨¦ buscan? ?La t¨¦cnica, la velocidad, la fuerza del rasgueo? "Yo creo que les atrae el hecho de que el flamenco sea una m¨²sica viva, que no est¨¢ academizada. Cuando algo est¨¢ vivo hay mucha pasi¨®n, mucha riqueza", se?ala el flamenco Gerardo N¨²?ez. "Yo creo que es el ritmo", opina Vicente Amigo, "la fuerza espiritual y emotiva del flamenco". Algo parecido piensa Tomatito: "Yo no creo que sea tanto la t¨¦cnica, sino la ra¨ªz, el ritmo, el aire".
Al mismo tiempo, los flamencos tambi¨¦n se alimentan de esos ritmos. ?Qu¨¦ le ha proporcionado a Tomatito tocar al lado de gente como el pianista dominicano de jazz Michel Camillo? "Sobre todo, tranquilidad. Y entender que la m¨²sica est¨¢ hecha para divertirse, no para sufrir. Los m¨²sicos de otros g¨¦neros se divierten. Y si te diviertes t¨², el p¨²blico tambi¨¦n se divierte. Los flamencos hemos estado demasiado condicionados por la presi¨®n de los cr¨ªticos".
Tomatito cree que ahora mismo al flamenco se est¨¢ acercando el gran? ?El gran p¨²blico? "No, el gran aficionado a la m¨²sica, el mel¨®mano".
Guitarristas m¨¢s completos, guitarras m¨¢s potentes y un p¨²blico m¨¢s surtido y m¨¢s exigente: la semilla que han plantado Manuel Ram¨ªrez, Andr¨¦s Segovia y Paco de Luc¨ªa da cada a?o mejores frutos.
Desde Vicente Espinel hasta el Conservatorio de C¨®rdoba
Aunque los or¨ªgenes de la guitarra se pierden en la niebla de las tabernas, entre el humo de las hogueras en el camino, fue a finales del siglo XVI, y en Espa?a precisamente, cuando se abri¨® un claro en la nebulosa y empez¨® a tomar cuerpo la guitarra tal como la concebimos ahora. En 1550, en el pueblo malague?o de Ronda, naci¨® un tipo que llegar¨ªa a ser soldado, m¨²sico, poeta y sacerdote; juerguista y mujeriego; amigo de Cervantes y de Quevedo. Se llamaba Vicente Espinel.
Entre amor¨ªos, batallas y poemas tuvo tiempo de tocar la guitarra lo suficiente como para notar que cuatro cuerdas sab¨ªan a poco. Y a?adi¨® una quinta. Con aquel acto inconformista cambi¨® para siempre la forma de pulsar el instrumento. Hasta entonces, s¨®lo se rasgueaba y apenas se usaba la yema de los dedos. Con Vicente Espinel, esa llave de oro que abr¨ªa puertas y corazones se hizo m¨¢s compleja, m¨¢s rica y sutil.
Pero ?cu¨¢ndo lleg¨® la sexta cuerda? "La sexta aparece, o se supone que aparece, a finales del siglo XVIII, pero no se sabe con certeza qui¨¦n la invent¨®", escribi¨® el artesano Jos¨¦ Ram¨ªrez III en su libro En torno a la guitarra. "?Hasta el final tiene que ser as¨ª de misteriosa la guitarra!".
As¨ª pues, Espa?a ten¨ªa que ser. Y de Espa?a, ?qu¨¦ ciudad? Cada a?o, en la primera quincena de julio, durante dos semanas, hay una ciudad en Espa?a que vive como dentro de una guitarra. Es C¨®rdoba. El pr¨®ximo a?o se cumplir¨¢ el 25? aniversario del festival de la guitarra de C¨®rdoba. Cada a?o, unos 200 guitarristas de todo el mundo acuden ah¨ª. Pasean por las calles a cualquier hora y desde cualquier sitio se derrama la m¨²sica. Sale por las ruinas palaciegas de Medina Azahara, baja por los balcones de La Corredera, se aduna entre las mesas de las terrazas, se escabulle por los jardines del Alc¨¢zar, se hace la encontradiza en el barrio de la Juder¨ªa, se mete por la noche en las caballerizas reales o en el Gran Teatro. Los profesores pueden ser Manolo Sanl¨²car o Raimundo Amador. Los artistas invitados: B. B. King, Pat Metheny, Al Di Meola, Toquinho, Bob Dylan, John Williams, Narciso Yepes, Paco de Luc¨ªa, Leo Brower, Manuel Barrueco, Carlos Santana, John McLaughlin o? Paco de Luc¨ªa.
Por eso no es de extra?ar que sea en C¨®rdoba precisamente donde vaya a salir este a?o, en junio, la primera promoci¨®n de guitarristas flamencos conforme al plan de estudio LOGSE, con t¨ªtulo equivalente al de licenciatura universitaria. La cosa no ha sido f¨¢cil. "El problema era que se estaba implantando una especialidad sin que existieran titulados para impartirla", explica el director del Conservatorio Superior de C¨®rdoba, Juan Miguel Moreno Calder¨®n. "Con lo cual nos encontramos con la necesidad de nombrar a profesores titulados en guitarra cl¨¢sica y con conocimientos de flamenco que deb¨ªan enfrentarse a un alumnado procedente en muchos casos del ¨¢mbito flamenco profesional, pero sin una formaci¨®n musical cl¨¢sica a la altura de su t¨¦cnica flamenca. A veces hay que pasar la mano. Tenemos que tener todos un poco de paciencia. Dentro de 15 o 20 a?os habr¨¢ una generaci¨®n estupenda de m¨²sicos flamencos con una s¨®lida formaci¨®n acad¨¦mica".
Paco Serrano es uno de los pocos profesores que cuenta con una s¨®lida formaci¨®n musical y al mismo tiempo un bagaje como guitarrista flamenco profesional. "A m¨ª el conocimiento te¨®rico me ha dado elementos para no basarme s¨®lo en la intuici¨®n. He podido buscar en otros terrenos a los que no habr¨ªa llegado s¨®lo con la intuici¨®n". Ahora bien, si tuviera que optar el maestro Paco Serrano entre lo acad¨¦mico y lo "intuitivo", ?qu¨¦ har¨ªa? "Para m¨ª lo fundamental en flamenco es lo espont¨¢neo, la intuici¨®n. El flamenco tiene mucho de salvaje y de cosas que no se pueden aprender en un conservatorio. Pero aqu¨ª el alumno aprender¨¢ la base y despu¨¦s que cada uno se busque sus vivencias".
La cuesti¨®n es que quien quiera acercarse ahora a la guitarra flamenca lo tiene mucho m¨¢s f¨¢cil que nunca.
Ocho sugerencias con guitarra cl¨¢sica
Andr¨¦s Segovia. The Segovia collection (Deutsche Grammophon). A Andr¨¦s Segovia, la guitarra no solamente le debe multitud de interpretaciones por los cinco continentes llenas de una personalidad inigualable, sino que, adem¨¢s, uno de los mayores legados que nos ha dejado ha sido la gran cantidad de obras que fueron compuestas bajo su influencia como consecuencia de su constante requerimiento a los compositores interesantes que iba encontr¨¢ndose en su camino. En esta recopilaci¨®n de grabaciones realizadas durante varias etapas de su vida encontramos obras de Joaqu¨ªn Rodrigo, Manuel Ponce, Castelnuovo-Tedesco, Moreno Torroba, Federico Mompou, junto a la m¨²sica de Bach, Sor, etc¨¦tera, pasando por el barroco espa?ol y las pavanas de Luis Mil¨¢n, que fueron pensadas para la vihuela renacentista.
Narciso Yepes. Si hubiera que destacar una interpretaci¨®n representativa del famos¨ªsimo Concierto de Aranjuez, una de ellas siempre ser¨ªa la que Narciso Yepes dej¨® esculpida junto a Ata¨²lfo Argenta en su primera grabaci¨®n del concierto, y que posteriormente repetir¨ªa en dos ocasiones m¨¢s junto a Od¨®n Alonso y Garc¨ªa Navarro para el sello Deutsche Grammophon.
John Williams / Barrios. El disco que en el a?o 1977 John Williams dedic¨® integramente a la figura del excelente guitarrista y compositor paraguayo Agust¨ªn Barrios Mangor¨¦ contribuy¨® a dar a conocer la m¨²sica de una de las figuras importantes del repertorio, que hoy en d¨ªa goza de gran popularidad entre los entusiastas de la guitarra. En el a?o 1991, Sony reedit¨® esta grabaci¨®n bajo el t¨ªtulo Latin American guitar music. Music by Barrios and Ponce.
Julian Bream. Cualquiera de la gran cantidad de discos que ha grabado el guitarrista ingl¨¦s Julian Bream ser¨ªa digno de la m¨¢s alta recomendaci¨®n, pero en especial ¨¦ste dedicado a la m¨²sica espa?ola: Music of Spain. Granados & Alb¨¦niz (RCA, 1981; reeditado en CD, 1994).
David Russell. Francisco T¨¢rrega. Integral de guitarra (?pera tres, 1991). Uno de los muchos registros imprescindibles del guitarrista escoc¨¦s David Russell, que con sus interpretaciones y ense?anzas por todo el mundo auguran un buen futuro para la guitarra.
Manuel Barrueco. J. S. Bach. Sonatas (Emi Classics, 1997). Continuando con la tradici¨®n, Manuel Barrueco interpreta su propia transcripci¨®n para guitarra de las tres sonatas para viol¨ªn solo del maestro de Eisenach.
Gerardo Arriaga. Manuel M. Ponce. Sonatas y suites para guitarra (?pera tres, 1997). Es un registro lleno de un acertado sentido de coherencia y honestidad interpretativas de un repertorio fundamental para la guitarra del siglo XX.
Sergio y Odiar Assad. Latin American music for two guitars (Wea, 1985). Uno de los d¨²os de guitarras m¨¢s representativo interpreta un repertorio con obras latinoamericanas para dos guitarras de Astor Piazzolla, Leo Brouwer, Remeto Pascoal, Radam¨¦s Gnatalli, Sergio Assad y Alberto Ginastera.
Ocho sugerencias con guitarra flamenca Por ?ngel ?lvarez Caballero
La discograf¨ªa de guitarra flamenca no es muy extensa, pero s¨ª bastante selecta. Quiero decir que hay en ella ciertos t¨ªtulos de especial inter¨¦s, de entre los cuales parecen imprescindibles los siguientes:
Paco de Luc¨ªa. Integral Paco de Luc¨ªa (Universal, 2003). Colecci¨®n de 26 CD con toda la obra grabada de Paco de Luc¨ªa (menos su ¨²ltima creaci¨®n, Cositas buenas, que es posterior). Obra fundamental por ser el maestro, seguramente, el nombre m¨¢s importante de la historia. Sugerente, rica, diversa; sin ella la guitarra flamenca ser¨ªa otra cosa.
Manolo Sanl¨²car. Tauromagia (Polydor, 1988). Probablemente la mejor grabaci¨®n de Sanl¨²car, sobre el mundo de los toros. La lidia expresada a trav¨¦s de diversos toques flamencos, con fuerza y garra extraordinarios, y adem¨¢s con imaginaci¨®n. Quiz¨¢ el tocaor nunca estuvo m¨¢s inspirado.
Sabicas. Grandes figures du flamenco (Le Chant du Monde, SA). Sabicas ha sido, con toda probabilidad, la figura m¨¢s internacional del flamenco. Desde Nueva York, donde fij¨® su residencia, viaj¨® a todo el mundo una y otra vez. Introdujo novedades de gran dificultad en el toque.
Gerardo N¨²?ez. Andando el tiempo (The Act Company, 2004). N¨²?ez es actualmente uno de los adelantados de la guitarra flamenca. Muy vers¨¢til, se aproxima con frecuencia a otros g¨¦neros musicales. ?sta, su ¨²ltima grabaci¨®n, es probablemente la mejor de las suyas.
Rafael Riqueni. Rafael Riqueni (Nuevos Medios, 2002). El arte exquisito de Rafael Riqueni, que sufri¨® una dram¨¢tica interrupci¨®n a?os atr¨¢s, se refleja en esta compilaci¨®n de manera admirable. Expresa sensibilidad, gusto por el toque cl¨¢sico, personalidad en grado sumo.
Jos¨¦ MAnuel Ca?izares. Punto de encuentro (EMI, 2000). Excelente muestra de las capacidades de Ca?izares, primer nombre indiscutible de la guitarra en Catalu?a. Es guitarrista de enorme t¨¦cnica, que se pone al servicio de una m¨²sica que se distingue por su gran modernidad.
Vicente Amigo. De mi coraz¨®n al aire (Sony, 1991). Primer disco en solitario de Vicente Amigo, y seguramente el mejor de los suyos. Tiene una potencia creadora formidable, es imaginativo y fue el punto de partida de una carrera que est¨¢ resultando esplendorosa.
Mora¨ªto Chico. Morao Morao (Nuevos Medios, 2004). El toque de Jerez, con su inigualable comp¨¢s y su fulgor incre¨ªble, tiene en Mora¨ªto un representante de primera l¨ªnea. Por buler¨ªas, por siguiriyas, es un maestro inigualable, digno de figurar junto a los mejores.
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