"Dar hasta que sane"
En The end of poverty, mi nuevo libro, demuestro que de aqu¨ª a 2025 podr¨ªa ponerse fin a la pobreza extrema, pero s¨®lo si el mundo rico cumple su promesa de auxiliar a los pa¨ªses m¨¢s pobres. La falta de ayuda exterior adecuada es una de las mayores desgracias de nuestro planeta, y Estados Unidos ha sido el m¨¢s reacio de todos a darla. Es urgente que Estados Unidos y otros pa¨ªses cumplan sus compromisos.
La promesa m¨¢s famosa de los pa¨ªses ricos ha sido la de proporcionar a los pa¨ªses pobres una ayuda igual al 0,7% de su producto interior bruto (PIB). Este compromiso arranc¨® hace 44 a?os, en 1961, cuando la Asamblea General de Naciones Unidas adopt¨® el objetivo de aumentar de manera significativa la ayuda exterior.
La ayuda al desarrollo de EE UU asciende al 0,15% de su PIB y gasta en el Ej¨¦rcito un 4% (unos 500.000 millones de d¨®lares en 2005)
A pesar de dichas promesas, la ayuda sigui¨® descendiendo. A comienzos de la d¨¦cada de 1990, la ayuda oficial al desarrollo se manten¨ªa en el 0,33% del PIB del donante, pero a comienzos de 2000 hab¨ªa descendido aproximadamente al 0,22%. Ahora gira en torno al 0,25% del producto interior bruto.
A comienzos del nuevo milenio, los l¨ªderes mundiales adoptaron los Objetivos de Desarrollo para el Milenio, el compromiso mundial de reducir la pobreza a la mitad antes de 2015. Para llevar a la pr¨¢ctica estos compromisos, todos ellos, incluido el actual presidente de Estados Unidos, George Bush, se reunieron en M¨¦xico y alcanzaron el llamado Consenso de Monterrey sobre c¨®mo superar la pobreza.
La presencia personal de Bush es notable, porque nuevamente los pa¨ªses ricos adoptaron el objetivo de destinar el 0,7% del PIB a ayudas a los pa¨ªses m¨¢s pobres, y Estados Unidos firm¨® el acuerdo.
El Gobierno estadounidense declara a menudo que no est¨¢ ligado a ning¨²n objetivo num¨¦rico "arbitrario" como el 0,7% del PIB. Importantes altos cargos declaran incluso que Estados Unidos nunca firm¨® dicho objetivo. Pero Estados Unidos y otros pa¨ªses s¨ª firmaron el Consenso de Monterrey.
Por desgracia, Estados Unidos no da se?ales de "esfuerzos concretos" para mantener su promesa. De hecho, la ayuda oficial al desarrollo asciende exclusivamente al 0,15% del PIB estadounidense, menos de la cuarta parte del objetivo global. Una cantidad muy exigua que contrasta con el 4% del PIB que gasta anualmente EE UU en el Ej¨¦rcito, aproximadamente 500.000 millones de d¨®lares en 2005.
En todo el mundo, s¨®lo cinco pa¨ªses alcanzan en la actualidad el 0,75% del PIB en ayuda: Dinamarca, Luxemburgo, Holanda, Noruega y Suecia. Otros seis, todos europeos, han establecido recientemente un calendario para alcanzar el 0,7% de aqu¨ª al 2015. Se trata de B¨¦lgica, Finlandia, Francia, Irlanda, Espa?a y Reino Unido.
El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, en el informe previo a la cumbre de l¨ªderes mundiales organizada por Naciones Unidas, la cual se celebrar¨¢ en septiembre, ha pedido a todos los pa¨ªses donantes que alcancen el 0,5% del PIB en ayuda para 2009, y el 0,7% para 2015. Tambi¨¦n ha se?alado que pa¨ªses como Alemania y Jap¨®n, que aspiran a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, tienen la particular responsabilidad de alcanzar este objetivo.
Por desgracia, los portavoces ideol¨®gicos de los superricos estadounidenses, especialmente la p¨¢gina editorial de The Wall Street Journal, siguen oponi¨¦ndose ferozmente a la ayuda exterior, aunque se trate s¨®lo de 70 centavos por cada 100 d¨®lares de renta. Cuando critic¨® mi libro, la rese?a de la revista se?alaba que lo que yo ped¨ªa era "dar hasta que duela".
Pero estoy seguro de que The Wall Street Journal no representa realmente los intereses ni las opiniones de muchos estadounidenses, ni siquiera de los m¨¢s ricos. Muchos fil¨¢ntropos notables, como Bill Gates, ya est¨¢n abriendo camino. Los pa¨ªses ricos, en lugar de preocuparse porque 70 centavos de cada 100 d¨®lares sea dar hasta que duela, deber¨ªan adoptar el lema de "dar hasta que sane".
Jeffrey D. Sachs es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia.
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