?A las almohadas!
Lo siento, pero estoy consternado. Ustedes tambi¨¦n lo estar¨ªan si supieran lo mismo que yo. Resulta que una almohada con m¨¢s de seis a?os de antig¨¹edad es menos almohada. En realidad, un 10% de su peso consiste en ¨¢caros, piel muerta y excrementos de ¨¢caro. Cuando uno reclina su cabeza intentando dejarse llevar por el sue?o, lo que ocurre es que se lo llevan los ¨¢caros. Imag¨ªnense lo que ocurrir¨¢ con una almohada de 25 o 24 a?os. No se molesten en multiplicar, casi nada: una almohada con 25 a?os ser¨¢ ¨¢caros, excrementos y piel muerta en un 40%. Y pese a eso nos resistimos al cambio. No nos gusta cambiar de almohada aunque ya no podamos so?ar. ?Si a veces en la duermevela se puede hasta escuchar a un ¨¢caro imitando, pongamos por caso, a Egibar...! Lo que oyen, el otro d¨ªa le pesqu¨¦ tratando de contarme el cuento de Caperucita Roja pero a su manera. Es bueno que los ni?os, aunque seamos mayores, escuchemos cuentos antes de dormir s¨®lo que el de Egibar resultaba demasiado esperp¨¦ntico y raro en sus formas: "No nos creamos nada de lo que dice la abuela porque lo que est¨¢ debajo es el lobo". Se equivocan, no se trata de un cuento er¨®tico sino de un cuento pol¨ªtico en el que el lobo estar¨ªa debajo de la abuela porque va disfrazado de abuela; vamos, que por fuera parecer¨ªa abuela aunque por dentro ser¨ªa lobo. Pero no s¨®lo lobo, porque la mente de Egibar es muy complicada: en realidad, lo que habr¨ªa debajo del lobo y de la abuela ser¨ªa Zapatero, que es donde Egibar quer¨ªa ir a parar o, por decirlo en lat¨ªn, quod erat demostrandum.
Les ahorro el susto que me llev¨¦ cuando de la almohada salieron las voces de los planes muertos, digo de las pieles muertas, porque sonaban a ancestros de esos que est¨¢n reclamando constantemente venganza y consideran un insulto que se les contradiga o que se les llame, con car¨¢cter m¨¢s did¨¢ctico, cut¨ªcula o epitelio. No lo toleran aunque se les ponga delante el epitelio seg¨²n Juan Jos¨¦, o sea, todo ese desescamamiento de promesas no cumplidas, tareas dejadas a medias y aparente dureza pero s¨®lo epid¨¦rmica en el tratamiento de determinados hematomas y necrosis. Por cierto, el modisto Toni Mir¨®, ha dise?ado unos trajes negros para los carniceros catalanes a fin de que no se vea la sangre en sus ropas. S¨®lo es una casualidad que tambi¨¦n vista de negro a Carod y su compa?a, de modo que no hagan caso de esas p¨¦rfidas lenguas que mezclan churras con merinas al se?alar abusivamente que el se?or Carod mantiene determinadas opiniones acerca de ciertos carniceros; si he tra¨ªdo a cuento lo de Toni Mir¨® es porque resulta mucho m¨¢s f¨¢cil cambiar de delantal que de almohada. Ahora bien, si esperan que les cuente lo que me han dicho las deyecciones de los ¨¢caros, ya pueden hacerlo sentados. Me refiero a esperar. No es de buen gusto abandonarse a la escatolog¨ªa teniendo temas como la candidatura PCTV -que no es una cadena de televisi¨®n sino de las otras- debajo de la almohada.
Y ah¨ª est¨¢ el quid. Quiero decir las elecciones. No nos queda m¨¢s que una semana para sopesar los pros y contras de las distintas candidaturas o, como se suele decir, para consultarlo con la almohada. Y por eso me siento consternado porque, ?c¨®mo voy a poder consultar nada con ella si tiene debajo el Arca de No¨¦: ¨¢caros, piel muerta, excrementos de ¨¢caro, a?os, caspa, la abuela de Caperucita, el lobo de Caperucita, Egibar...? Pese a la pereza que me da y lo dif¨ªcil que parece, no voy a tener m¨¢s remedio que hacerme con una almohada nueva. Hay donde elegir, est¨¢n las de plumas y las de miraguano. Ya he descartado las de borra. Prometo dedicarle tiempo tambi¨¦n al almohad¨®n, cualquier cosa con tal de gozar durante los pr¨®ximos cuatro a?os de una almohada que no se la lleven los diablos, digo, los ¨¢caros.
Lo comprendo, es mucho el cansancio, mucha la abulia y el aburrimiento, pero, por eso mismo, si ven que se les caen los ojos de sue?o, pr¨¦miense con una almohada nueva. Y limpia. M¨¢s vale almohada en mano que ciento volando.
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