Amigo de Lula, ortodoxo y de centro
Entre los 115 cardenales electores (eran 117, pero dos no asistir¨¢n tras haberse dado de baja por enfermedad) que aspiran a suceder a Juan Pablo II, ninguno se le parece tanto en la faceta medi¨¢tica como Claudio Hummes.
Este franciscano de aspecto gris, con un poderoso bagaje de experto en filosof¨ªa, ecumenismo y en luchas obreras, ha utilizado con profusi¨®n y maestr¨ªa radio y televisi¨®n para potenciar su mensaje pastoral desde la di¨®cesis de S?o Paulo. Curas cantantes y expertos en las t¨¦cnicas de telecomunicaci¨®n arrasan a la sombra del arzobispo, que, en su d¨ªa, coquete¨® con la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, pero eso es ya historia. Los a?os, las responsabilidades y la experiencia directa del da?o causado por esta ideolog¨ªa cristiana, combativa en las bases cat¨®licas brasile?as, han centrado al arzobispo de S?o Paulo hasta convertirlo en un moderado socialdem¨®crata.
Coquete¨® con la 'teolog¨ªa de la liberaci¨®n', pero eso es ya historia
Hummes es un papable saludado por su talante progresista, muy al estilo de su viejo amigo, el presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva, al que, en sus a?os de l¨ªder sindical, dio cobijo en la catedral de San Andr¨¦s, una ciudad del cintur¨®n industrial de S?o Paulo, de la que fue obispo coadjutor, primero, y diocesano, despu¨¦s, durante 21 a?os, entre 1975 y 1996. Juan Pablo II le envi¨® entonces al norte, a la archidi¨®cesis de Fortaleza, donde permaneci¨® s¨®lo dos a?os.
En 1998, y en medio de una cierta pol¨¦mica, se hizo cargo por orden del Vaticano de la archidi¨®cesis de S?o Paulo. Hummes ven¨ªa a sustituir a Paolo Evaristo Lins, un obispo con fama de izquierdista poco grato al Pont¨ªfice, y la recepci¨®n fue fr¨ªa. El nuevo arzobispo demostr¨® enseguida que los temores eran infundados, dejando al descubierto su talante abierto y moderno.
Y es que Claudio Hummes conjuga en su persona muchas cualidades que le ser¨ªan de utilidad de ser elegido Papa. Nacido el 8 de agosto de 1934 en la localidad de Montenegro (Porto Alegre), es hijo de inmigrantes alemanes, aunque su personalidad es la de un verdadero brasile?o. Probablemente, en ¨¦l se funden las dos culturas fundamentales del catolicismo, la europea y la latinoamericana. Es, adem¨¢s, contra todo pron¨®stico, un candidato severo en cuestiones de moral sexual, quiz¨¢s como contraposici¨®n a la relajaci¨®n de costumbres que impera en Brasil en este terreno.
El arzobispo de S?o Paulo se ha declarado repetidas veces contrario al uso del preservativo, como medio para prevenir la expansi¨®n del sida y de otras enfermedades, aun a riesgo de ser tildado de reaccionario, y ha criticado con palabras duras el desenfreno sexual.
Un alineamiento con las tesis del Papa polaco que habr¨¢ contado, sin duda, en los sucesivos ascensos en el escalaf¨®n eclesi¨¢stico. Aunque, bien mirado, su ascenso no ha sido tan fulminante. Karol Wojtyla esper¨® algunos a?os -desde su nombramiento como arzobispo de S?o Paulo, en 1998, hasta el consistorio de 2001- para concederle la birreta cardenalicia, un gesto obligado tal vez por la importancia de la archidi¨®cesis.
El candidato brasile?o tiene tambi¨¦n sus enemigos en el c¨®nclave y en la Curia romana. Principalmente los sectores inmovilistas, que desconf¨ªan de ¨¦l y le consideran capaz de un giro a la izquierda llegado el momento.
Hummes se enfrenta, en el pa¨ªs con mayor n¨²mero de cat¨®licos del mundo, a una espectacular deserci¨®n de fieles, tentados por las sectas evang¨¦licas. En un gigantesco trasvase de fuerzas, m¨¢s de 20 millones de cat¨®licos brasile?os (el pa¨ªs tiene unos 180 millones de habitantes) se han pasado a las filas evang¨¦licas en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Todo un desaf¨ªo para la Iglesia cat¨®lica, que quiz¨¢ est¨¦ pensando en un Papa local para frenar este preocupante fen¨®meno y evitar que se extienda.
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