"Hay que echarle mucha imaginaci¨®n para no volverte loco en 25 metros"
"En 30 metros cuadrados ya puedes organizarte bien si quieres un poco de intimidad", cuenta Tommy Bactus, un inmigrante nigeriano que vive con su familia en un piso de esas dimensiones en Valdemoro, un municipio situado al sur de Madrid. Ese peque?o espacio Bactus lo tiene que compartir con su mujer, con sus dos hijos y "tambi¨¦n con cualquier familiar que llegue a Madrid", explica.
?l conoce el caso de compatriotas que comparten pisos de 25 o 30 metros cuadrados con ocho personas. Todos viven en r¨¦gimen de alquiler. La cocina, la habitaci¨®n de los ni?os y el sal¨®n: todo en el mismo espacio. Tan s¨®lo est¨¢ separado el ba?o. En algunos pisos, con un poco de suerte, hay un tabique para separar una peque?a habitaci¨®n de matrimonio.
En la capital, el fen¨®meno de los pisos peque?os alquilados para inmigrantes se da sobre todo en barrios como Aravaca, Tetu¨¢n o Lavapi¨¦s. Aqu¨ª, hay extranjeros que est¨¢n pagando 800 euros de alquiler por viviendas de dimensiones m¨ªnimas. Algunos, incluso, residen en garajes y en locales comerciales alquilados como pisos.
A. R., un marroqu¨ª de 40 a?os, conoce bien el problema. Durante cinco a?os ha estado viviendo con su familia en un piso de 25 metros. Hace poco han conseguido un piso "un poco m¨¢s grande". "Con estas dimensiones te angustias, hay que echarle mucha imaginaci¨®n para no volverte loco", cuenta. A ¨¦l le gusta imaginarse que vive en un palacio con piscina. "El tama?o puede servir para una persona sola, pero no para una familia, que es lo que suele ocurrir en el caso de los inmigrantes", a?ade.
Este marroqu¨ª ha tenido que v¨¦rselas a veces con unos inoportunos inquilinos: las ratas. "Imag¨ªnate, vivir en una especie de ratonera y tener adem¨¢s ratas", dice. ?l asegura que detr¨¢s de estos pisos tan peque?os hay un aut¨¦ntico negocio: "Conozco viviendas que antes eran de 120 metros cuadrados y que su due?o las ha dividido en muchas peque?itas para poder sacarles m¨¢s partido".
Los ni?os son los que peor llevan la falta de espacio, cuenta Gladys, una ecuatoriana que vive en el distrito de Usera, otro de los lugares madrile?os donde se concentra la inmigraci¨®n. "Con pisos tan peque?os se vuelven locos, no respetan a los mayores, se pelean", se?ala. Ella vive en un piso de apenas 40 metros cuadrados con su marido y sus dos ni?as. Se apa?an con camas plegables y muebles multiusos. Ella quiere dejar clara una cosa: "Vivimos en estos pisos porque no podemos permitirnos otra cosa y porque, para volver a nuestro pa¨ªs, tenemos que ahorrar".
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