Peter Conrad escribe una biograf¨ªa cr¨ªtica del enigm¨¢tico Orson Welles
El libro coincide con el 90? aniversario del nacimiento del director y actor
Peter Conrad advierte en el prefacio de su obra Orson Welles. Historias de su vida (Ediciones Jaguar) que ya hay media docena de biograf¨ªas publicadas sobre el cineasta norteamericano. Pero este ¨²ltimo libro sobre la vida del polifac¨¦tico director, que se publica en Espa?a con motivo del 90? aniversario de su nacimiento (el pr¨®ximo 6 de mayo), apuesta por un estudio de la enigm¨¢tica personalidad del mito estadounidense a trav¨¦s de las pel¨ªculas que dirigi¨® y los personajes que interpret¨®.
La biograf¨ªa de Conrad es una versi¨®n cr¨ªtica de la vida del cineasta estadounidense donde su autor, como ¨¦l mismo confiesa, ha "adoptado un m¨¦todo similar [al del personaje], y mi libro progresa divagando, como Welles". La obra comienza analizando los m¨²ltiples yoes de su protagonista; una exploraci¨®n interna sobre el director, productor, guionista, locutor y narrador, al que el autor a?ade otra faceta, la de fil¨®sofo. "Era un pensador obsesionado tanto por la conjetura como por la evocaci¨®n, experimentando siempre con nuevos modos de visi¨®n y de autorrepresentaci¨®n", explica.
Conrad desvela que Welles era producto de su propia leyenda. Un invento de s¨ª mismo. "A veces representaba tipos humanos eternos, como el Fausto de Marlowe, el Quijote de Cervantes o el Falstaff de Shakespeare. Sus equivalentes modernos eran leyendas inventadas por ¨¦l mismo, como el Harry Lime de Graham Greene y el Kurtz de Joseph Conrad", escribe el autor, para quien todos los personajes que interpret¨® Welles eran extensiones de s¨ª mismo.
Con m¨²ltiples proyectos inacabados, el director de La dama de Shanghai (1946) estuvo cerca de convertirse en un Bartleby del cine, una especie de artista que renuncia a la creaci¨®n. El autor escribe que Welles, "con aire de superioridad, admit¨ªa su propio car¨¢cter fraudulento y lo ilusorio de todo arte". A menudo, los trabajos que lograba concluir eran retocados por los productores y montadores.
Pero, ?qu¨¦ hizo que el ni?o prodigio que revolucion¨® el cine terminara como figura para comerciales publicitarios? La respuesta para Conrad est¨¢ otra vez entre los personajes que Welles interpret¨®. "?Era el rey Lear, depuesto y privado del poder, o era Falstaff, que se conforma con la autocompasi¨®n?", pregunta, para llegar a la conclusi¨®n de que el director de Ciudadano Kane (1940) se enfrent¨® a un final "tragic¨®mico y humillante" con inteligencia: "Lleg¨® a sospechar que el payaso pod¨ªa ser un personaje m¨¢s sabio, mejor, m¨¢s cari?oso y admirable que el rey salvajemente furioso", escribe el autor, que explica que las historias que Welles contaba o interpretaba son f¨¢bulas sobre el poder, sobre su adquisici¨®n, su abuso embriagador y su p¨¦rdida.
Orson Welles muri¨® el 10 de octubre de 1985. Sus cenizas est¨¢n enterradas en una hacienda en Ronda, en la provincia de M¨¢laga.
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