"Los avances cient¨ªficos son una raz¨®n para admirar al hombre"
Georges Charpak naci¨® en Polonia en 1924 pero cuando ten¨ªa 7 a?os, es decir, en 1931, sus padres emigraron a Francia. "Encontr¨¦ el pa¨ªs y el barrio de Par¨ªs en el que nos instalamos muy agradables, mejor que mi pa¨ªs de origen. En Francia reinaba la tolerancia", declara Charpak. Alumno brillante, proseguir¨¢ sus estudios durante la ocupaci¨®n alemana, en Ly¨®n, con papeles falsos en el bolsillo para ocultar su ascendencia jud¨ªa, conciliando dos identidades: como Charpentier vive la cotidianidad, como Charpak se examina. Detenido en tanto que militante de la Resistencia, pasa un a?o en el campo de concentraci¨®n de Dachau. A su regreso logra obtener el diploma de la prestigiosa ?cole des Mines en 1947. Luego, en el Coll¨¨ge de France, sigue los cursos de Fr¨¦d¨¦ric Joliot, de quien recuerda con entusiasmo c¨®mo explicaba "tanto sus descubrimientos como sus fracasos, c¨®mo ¨¦l y su esposa fallaron con el neutr¨®n, despu¨¦s identificado por James Chadwick, o c¨®mo no hab¨ªan visto la fisi¨®n nuclear que sin duda hab¨ªa tenido que producirse ante sus ojos".
"Las ciencias necesitan de la prueba para demostrar su grado de fiabilidad, mientras que la filosof¨ªa es una monta?a de papeles"
Esa voluntad de aprender de los errores, de proseguir experimentando a pesar de decepciones repetidas, le ayuda a entrar en el CERN (laboratorio europeo de la f¨ªsica de part¨ªculas) en 1959. Ah¨ª tendr¨¢ la oportunidad de poner a punto un detector de part¨ªculas multihilos a finales de los a?os sesenta, detector que Charpak querr¨¢ luego poner a disposici¨®n de la medicina para poder realizar un tratamiento m¨¢s preciso y menos doloroso de los tumores. En 1992, Georges Charpak es coronado con el Premio Nobel de F¨ªsica y dice sentirse "algo sorprendido, pues mi trabajo entre 1968 y 1969 que ahora obtiene ese reconocimiento, queda algo lejos de mis preocupaciones actuales".
Charpak, enamorado de la m¨²sica, gran esquiador, parece que excelente catador de vino y de todos los placeres de la cocina, militante activo de la izquierda, tiene tres hijos, dos de ellos m¨¦dicos, el tercero bi¨®logo. En 1993, public¨® La Vie ¨¤ fil tendu, de car¨¢cter autobiogr¨¢fico, y luego, entre otros t¨ªtulos, ha obtenido desde 2000 un gran ¨¦xito popular con Convi¨¦rtase en brujo, convi¨¦rtase en sabio (Ediciones B, 2002), seguido por Sed sabios, convert¨ªos en profetas (Anagrama, 2005), escrito en colaboraci¨®n con Roland Omn¨¨s, un gran te¨®rico de la f¨ªsica. Entre uno y otro hay una voluntad expl¨ªcita de divulgaci¨®n, de lograr que los "literarios" dejen de ser "analfabetos cient¨ªficos". Charpak nos dice: "El segundo libro es m¨¢s serio. En el primero atacaba las supersticiones, muy a menudo extremadamente populares, mientras que el segundo aborda creencias m¨¢s profundas, de orden religioso y filos¨®fico, que pueden ser enga?osas cuando se presentan bajo la apariencia de verdades incuestionables".
Al premio Nobel le inquieta "que la gente que dirige el mundo, la gente que tiene el poder entre sus manos, viva a¨²n en la ¨¦poca de las cavernas, al menos en todo lo que se refiere a sus conocimientos de cuestiones cient¨ªficas. Hay que ser profetas para abordar los problemas fundamentales de la humanidad, incluidos los de naturaleza espiritual. Tras Convi¨¦rtase en brujo, convi¨¦rtase en sabio recib¨ª muchas cartas de lectores agradecidos porque les hab¨ªa aclarado dudas y equ¨ªvocos. El tono de la correspondencia que nos dirigen quienes han le¨ªdo Sed sabios, convert¨ªos en profetas es distinto, los interrogantes que la gente se plantea o quiere debatir son filos¨®ficos o religiosos adem¨¢s de cient¨ªficos. Con Omn¨¨s hemos querido respetar lo que hay de sagrado en la vida humana pero al margen de la religi¨®n".
Como para cualquier sabio que
se interesa por las posibilidades desconocidas de ciertos hallazgos, por el potencial de inventos o descubrimientos que abren puertas a lo desconocido, Charpak tiene que afrontar la responsabilidad de utilizaciones no deseadas del progreso. "Querer detener los avances de la ciencia es una tonter¨ªa, es como querer parar un tsunami. Galileo ya fue un tsunami en su momento, pero entonces las formas de control sobre la difusi¨®n del conocimiento a¨²n eran muy eficaces. Hoy, cada tres a?os, se duplica el n¨²mero de conocimientos cient¨ªficos. Por eso es muy importante que los ciudadanos conozcan las principales leyes cient¨ªficas, que su difusi¨®n no quede en manos de la intolerancia y el fanatismo, de profesionales del miedo y la intoxicaci¨®n ideol¨®gica. Es evidente que no controlamos, que nadie puede controlar el desarrollo del avance cient¨ªfico, pero ¨¦se es un problema al que hay que plantar cara. Hace cincuenta a?os nadie o casi nadie se preocupaba por el cambio clim¨¢tico. Las armas biol¨®gicas son un peligro, pero no lo evitaremos dej¨¢ndolas en manos de personas sobre las que no podemos ejercer ning¨²n control. Si somos sabios evitaremos que los demagogos exploten el terror para convertir a los hombres en ovejitas obedientes. Observar los avances de la ciencia es una raz¨®n para admirar al hombre. La Iglesia cat¨®lica ha tardado 500 a?os en reconocer sus errores ante Galileo y en pedir perd¨®n. No hay que aceptar que nos determinen instituciones que tardan cinco siglos en admitir que se han equivocado".
La curiosidad debe ser el motor de Georges Charpak. "Cuando me digo que el universo est¨¢ compuesto en un 90% de materia oculta, eso me deja estupefacto y tengo ganas de saber", confiesa. Para escribir el libro dice haber disfrutado de la colaboraci¨®n de Omn¨¨s: "Es un hombre al que admiro much¨ªsimo y que tiene una gran capacidad te¨®rica. A m¨ª me interesan m¨¢s la confrontaci¨®n de ideas y la experimentaci¨®n propiamente dicha". Algunos colaboradores de Charpak recordaban cuando le concedieron el Nobel: "Tenemos que evitar que Georges ponga sus manos en un detector, pues lo desmonta y ya est¨¢ estropeado. Tenemos que ser las manos de su cabeza". Una descripci¨®n de su escasa habilidad manual que quiz¨¢ le ha impulsado a poner en pie el programa Las manos en la masa. "Existe desde hace diez a?os y funciona estupendamente para los cr¨ªos de menos de 11 o 12 a?os. Su coste estimado es de 15 euros por ni?o y por a?o. Se trata de ejercicios muy simples a primera vista, como preguntar a los ni?os -?y a los adultos!- qu¨¦ productos van a flotar y cu¨¢les van a hundirse en un barre?o de agua. El profesor les presenta un lim¨®n, un pomelo, una jud¨ªa y un pl¨¢tano. Todos dicen que la jud¨ªa flotar¨¢, pero lo cierto es que es la ¨²nica que se hunde. Esa experiencia sobre la densidad funciona muy bien con los que tienen cinco a?os, hay otras, igualmente sencillas, que pueden hacerse con los que ya han cumplido los ocho o nueve. Lo que cuenta es que el alumno aprende las reglas del debate cient¨ªfico, que son las del debate democr¨¢tico. En la elaboraci¨®n del programa participan grandes cient¨ªficos. Estoy muy contento de lo conseguido, pues ese aprendizaje de las leyes cient¨ªficas hace que los alumnos tambi¨¦n sean mejores ciudadanos y se expresen con mayor pertinencia".
El peso de la religi¨®n sobre el
mundo musulm¨¢n se le antoja una r¨¦mora dram¨¢tica para toda una parte del mundo. "Cuando los religiosos y los te¨®logos ocupan el poder, gobierna el oscurantismo". Respecto a la exigencia de capacidad de abstracci¨®n que exige el conocimiento de las matem¨¢ticas, prefiere se?alar: "Las ciencias necesitan de la prueba para demostrar su grado de fiabilidad, mientras que la filosof¨ªa es una monta?a de papeles. La experimentaci¨®n es lo que demuestra que Galileo lleva raz¨®n ante Arist¨®teles". En el libro queda claro que algunos pensadores gozan de las simpat¨ªas y de la admiraci¨®n de Charpak y Omn¨¨s -Hume, Kant y, relativamente, Nietzsche, "que era un tipo muy listo pero una nulidad cuando hablaba de ciencia"- y otros que se les antojan figuras sobrevaloradas -es el caso de Heidegger, que considera la ciencia como un avatar de la metaf¨ªsica-, pero la parte m¨¢s interesante es la visita "al palacio de las leyes cient¨ªficas", que ayuda al lector a iniciarse en la l¨®gica distinta de la f¨ªsica cu¨¢ntica o en la de la relatividad, "unas leyes que gobiernan el c¨®mo ser¨¢ el mundo del futuro. La ciencia va a?adiendo m¨¢s y m¨¢s habitaciones en el palacio de las leyes. La ciencia ha de ayudarnos a ser l¨²cidos, a organizar mejor la vida de los hombres. La Uni¨®n Europea ha de prestar atenci¨®n a la difusi¨®n del pensamiento cient¨ªfico pues de ello depende nuestro progreso colectivo".
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