?Ojal¨¢ hubiera
estado all¨ª!
Desde hace un mes, no hago m¨¢s que revivir uno de los episodios m¨¢s tristes de mi vida. La muerte de mi padre. ?l sufri¨® un infarto cerebral la madrugada del s¨¢bado 3 de noviembre de hace tres a?os. La ambulancia le traslad¨® al hospital Puerta de Hierro de Madrid, de donde era paciente porque se dializaba tres veces por semana.
Por desgracia para todos, en primer lugar para ¨¦l y luego para nosotros, su familia, no estaba ninguno de los m¨¦dicos que normalmente le atend¨ªan. Digo por desgracia porque en todos los a?os en los que mi padre fue paciente del Puerta de Hierro, en los que debido a su enfermedad pasamos por casi todas las plantas y casi todas las especialidades, parece imposible que no hubi¨¦ramos tratado nunca con aquel m¨¦dico, pero no hab¨ªa sido as¨ª. Fuimos muy afortunados.
Aquella ma?ana, despu¨¦s de hacerle todas las pruebas que consideraron oportunas, nos comunicaron que la situaci¨®n era irreversible y que lo ¨²nico que quedaba era esperar a que se le parara el coraz¨®n. Lo que parec¨ªa inminente por lo deteriorado que estaba, pero el coraz¨®n no se paraba.
Lo trasladaron a una habitaci¨®n a la espera de esta circunstancia, pero pasaron las horas y el coraz¨®n no se paraba. Aquel m¨¦dico, de cuyo nombre no quiero acordarme, nunca volvi¨®. Mi padre empezaba a tener estertores de muerte, ahogos... Pero el coraz¨®n segu¨ªa latiendo fuertemente.
Yo, desesperada ante esta situaci¨®n y despu¨¦s de aceptar que ¨¦l ya hab¨ªa muerto y que s¨®lo se trataba de una cuesti¨®n biol¨®gica, llam¨¦ al m¨¦dico y le ped¨ª que por favor hiciera algo por acortar esa agon¨ªa. Por otras circunstancias, yo era consciente de que exist¨ªa la sedaci¨®n paliativa y se la ped¨ª. La contestaci¨®n de aquel m¨¦dico se me qued¨® grabada: "Lo que usted est¨¢ viendo son las consecuencias l¨®gicas de una persona que se est¨¢ muriendo. Yo soy m¨¦dico para salvar vidas, ?c¨®mo se atreve a pedirme que acabe con la vida de alguien? No vuelva a llamarme".
Pasaron 24 horas m¨¢s hasta que acab¨® el turno de esta persona y por fin le pusieron [a mi padre] la sedaci¨®n paliativa; dej¨® de tener esa sintomatolog¨ªa, y muri¨® en paz.
Ojal¨¢, Luis Montes, su equipo o tantos como ellos de los que afortunadamente nos encontramos en muchas ocasiones que entienden que la dignidad en la muerte forma parte de la dignidad de la vida, hubieran estado aquel d¨ªa all¨ª.
Quiero agradecer a todos los profesionales que se enfrentan a familias destrozadas con amabilidad, con gentileza y con enorme profesionalidad. Y especialmente a los profesionales del Puerta de Hierro que siempre estuvieron a nuestro lado a la altura de las circunstancias..
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.