Can Ricart y el 22@
El amplio movimiento ciudadano surgido a ra¨ªz de la amenaza de derribo de Can Ricart, con el que desaparecer¨¢ una parte representativa de la memoria industrial de Poblenou y se expulsar¨¢ a una serie de empresas y talleres en r¨¦gimen de alquiler, se ha convertido en un fen¨®meno muy sintom¨¢tico. Por primera vez en la historia reciente de la ciudad, el movimiento vecinal para salvar un conjunto industrial ha alcanzado un alto nivel de participaci¨®n, y se incorporan nuevos apoyos cada d¨ªa.
La diferencia cualitativa en relaci¨®n con otros casos es que con el derribo de Can Ricart no s¨®lo se destruye un valioso conjunto del patrimonio industrial barcelon¨¦s, sino que se eliminan 240 puestos de trabajo de una treintena de talleres y empresas del pa¨ªs a pleno rendimiento. El hecho de que el Ayuntamiento haya olvidado el factor humano convierte esta amenaza en un hecho social mucho m¨¢s grave.
A este hecho cualitativamente diferente se suma otro tambi¨¦n coyuntural: que la gesti¨®n municipal nunca hab¨ªa sido tan deficiente y err¨¢tica, ni hab¨ªa estado dirigida por t¨¦cnicos tan inexpertos e insensibles ante la realidad y la complejidad de la ciudad.
Si este conjunto industrial, promovido por el marqu¨¦s de Santa Isabel y proyectado inicialmente por el arquitecto, cient¨ªfico y tratadista Josep Oriol i Bernadet (uno de los primeros arquitectos acad¨¦micos en la Catalu?a del siglo XIX) y continuado por Josep Fontser¨¨ (el autor del Mercat del Born y del parque de la Ciutadella), ambos formados en la cultura tardoneocl¨¢sica y eclecticista, es destruido, 22@ se desvela como enga?o. Si se expulsan estas medianas empresas, podemos considerar que el proyecto 22@ ha fracasado al contradecir frontalmente sus principios b¨¢sicos. Este plan estrat¨¦gico se plante¨® para incorporar empresas de las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n, y mantener el tejido social, residencial e industrial existente; pero en realidad ni responde a la realidad urbana, econ¨®mica y social del entorno, ni contribuye a preservar la memoria del barrio, ni protege de la especulaci¨®n. La presi¨®n del mercado ha demostrado que en vez de potenciar las actividades de innovaci¨®n tecnol¨®gica, algo que s¨®lo se puede conseguir con pol¨ªticas industriales, predominan los intereses de la propiedad del suelo y el motor del negocio inmobiliario. En definitiva, el asunto de Can Ricart no s¨®lo evidencia la crisis del distrito 22@, sino tambi¨¦n del mismo modelo de Barcelona.
Conseguir transformar Can Ricart sin destruirlo significa una ocasi¨®n mod¨¦lica para potenciar la mezcla de funciones -residenciales, talleres, ateliers de artistas, peque?as f¨¢bricas, laboratorio, oficinas-, el objetivo del urbanismo actual que aqu¨ª ya se da incipientemente. Si se derriba la memoria y se expulsan trabajos y habitantes del barrio no se potencia una ciudad sostenible.
En este sentido sigue dejando at¨®nito el desprecio por la memoria industrial, el programa sistem¨¢tico para borrar todas las huellas de los trabajadores y de la lucha de clases, con un efecto tan negativo sobre el patrimonio arquitect¨®nico. Sorprendentemente, desde que el concejal Narv¨¢ez asegur¨® en 2004 que se iban a proteger 100 edificios industriales antiguos en Poblenou, ya se han derribado la Uni¨®n Metal¨²rgica y Extractos T¨¢nicos. ?Qu¨¦ quedar¨ªa si no hubiera este fallido plan de protecci¨®n? ?C¨®mo es que existiendo una pretendida voluntad municipal de salvaguarda del patrimonio industrial, de momento, todas las acciones son de destrucci¨®n?
Can Ricart es uno de los tres grandes conjuntos industriales que quedan en Barcelona, junto a Can Batll¨®, en la calle de Urgell, y a Can Batll¨® de la Bordeta, pero este ¨²ltimo sigue sin soluci¨®n consensuada y Can Ricart est¨¢ amenazado por la picota. ?Ser¨¢ posible que s¨®lo nuestros antepasados de principios del siglo XX fueran capaces de transformar un antiguo conjunto industrial, Can Batll¨® de la calle de Urgell, en una universidad y, m¨¢s tarde, en sede institucional, y que hoy esta posibilidad no pueda existir?
El proyecto aprobado sobre Can Ricart puede ser mejorado en lo que son sus dos insuficiencias esenciales: incapaz de rehacer la estructura compleja que constituye el sistema de edificios y espacios
p¨²blicos del conjunto fabril; e incapaz de plantear una fachada expresiva al parque central de Poblenou proponiendo edificios bajos en un contexto, el de la nueva Diagonal, configurado por torres y bloques singulares. Hay otras posibilidades, como concentrar m¨¢s edificabilidad en la parte sur de la unidad de actuaci¨®n, con una soluci¨®n en altura que resolver¨ªa los dos problemas b¨¢sicos: reestructurar Can Ricart sin destruirlo y crear una fachada monumental y representativa al parque y a la Diagonal. Seg¨²n el proyecto alternativo, en Can Ricart podr¨ªan convivir los usos y las formas antiguas con los usos y las formas nuevas; la riqueza de su morfolog¨ªa se basar¨ªa en las tres capas del palimpsesto que es la ciudad en este punto: el sistema originario de la f¨¢brica, la trama Cerd¨¤ y el plan 22@ en sus orillas con la nueva Diagonal.
Nos encontramos en una encrucijada en la cual la arquitectura industrial se ha convertido en protagonista, por su inter¨¦s arquitect¨®nico y por las empresas que intentan sobrevivir en ella. Y no s¨®lo est¨¢ en entredicho el proyecto 22@ y el car¨¢cter democr¨¢tico de la Barcelona actual, sino tambi¨¦n la capacidad de los movimientos ciudadanos para negociar; m¨¢s activos que en otras ¨¦pocas, pero tambi¨¦n m¨¢s atomizados, divididos y desorientados (hace a?os que no exist¨ªan tantos frentes conflictivos: Carmel, Forat de la Vergonya, Can Batll¨® de la Bordeta, Volem l'AVE pel litoral, Can Masdeu). En este horizonte de una ciudad en crisis y que muere de ¨¦xito, que encanta a los turistas pero que defrauda a sus habitantes, el conflicto de Can Ricart se ha convertido en una ocasi¨®n ¨²nica, en un lugar privilegiado para recuperar las buenas intenciones del 22@, reformular la evoluci¨®n de la ciudad y sentar un precedente positivo. Can Ricart puede ser un catalizador y es una ocasi¨®n de oro.
Josep Maria Montaner es arquitecto.
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