Las respuestas de un cl¨¢sico precoz
Saramago: "?Por qu¨¦ pensamos lo que pensamos? Parece una pregunta tonta, pero cada uno tiene su propia idea del mundo"
Jos¨¦ Saramago es un escritor denso que comprende la novela como un territorio de reflexi¨®n, un lugar en el que poder meditar y a trav¨¦s del que "adentrarnos en la piedra". Las jornadas organizadas por la Universidad de Granada sobre la obra del Nobel portugu¨¦s continuaron ayer en la escuela de Arquitectura de Granada con una entrevista que dos j¨®venes licenciados en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica realizaron al novelista.
Borja Bot y Carmen Mu?oz tuvieron la oportunidad de que Saramago les aclarase cuestiones relativas a su obra aunque, ante la asistencia de un p¨²blico que no era exclusivamente especialista, el Nobel portugu¨¦s evit¨® profundizar en cuestiones confusas dado que, en su opini¨®n, "los cr¨ªticos tejen laberintos que nunca entender¨¦". Bot, que en la actualidad prepara una tesis titulada La relaci¨®n de g¨¦nero en el discurso literario de Saramago, defini¨® al escritor portugu¨¦s como "un cl¨¢sico precoz".
Saramago comenz¨® lanzando al aire una pregunta: "?Por qu¨¦ pensamos lo que pensamos?". "Parece una pregunta tonta, pero es indiscutible que cada uno de nosotros tiene su propia idea del mundo". Tras sembrar de dudas metaf¨ªsicas del auditorio, el autor transfiri¨® ese pensamiento a su obra aclarando que no puede ser definida como "neutra" ya que la objetividad no existe y que "todo es ideol¨®gico por la sencilla raz¨®n de que no podr¨ªa dejar de serlo ya que, de dejar de ser subjetivo, el ser humano se convertir¨ªa en otra cosa".
Con respecto a la labor del novelista, Saramago argument¨® que desde el siglo XIX se ha producido un profundo cambio. "Por entonces el periodismo estaba en el jard¨ªn de la infancia y la literatura explicaba la realidad al mundo, pero esa tarea es obvio que ya no recae en los novelistas". Alejado de ese prop¨®sito realista y naturalista, lejos de la superficie de la piedra que se aprecia en las estatuas, defini¨® el ensayo como "un intento de llegar al interior de la piedra".
Durante su intervenci¨®n se refiri¨® varias veces a su Ensayo sobre la ceguera, un libro en el que la alegor¨ªa ocupa un lugar de excepci¨®n. Esta decisi¨®n del autor de rescatarla se aprecia, seg¨²n dijo, en que "a partir de Memorial del convento todas mis novelas arrancan de algo imposible. Tan imposible como que la Pen¨ªnsula se separe de Europa, que existan dos personas exactamente iguales, que en 24 horas el mundo entero se quede ciego o que el 83% de un pa¨ªs vote en blanco". Estos comienzos inciertos se deben a que "vivimos en un tiempo en el que para entender las cosas es necesario decirlas de otra manera", dijo el Nobel.
Preguntado sobre los personajes femeninos que aparecen en sus libros, explic¨® que son "muy pr¨®ximos a la realidad". Para Saramago la mujer fue condenada por la sociedad a la pasividad. Sin embargo, " lo han aprovechado muy bien ya que han logrado mirar al hombre sin ninguna ilusi¨®n". "Mientras que para nosotros las mujeres son opacas, nosotros, para ellas, somos totalmente trasparentes", asegur¨® entre las risas del p¨²blico.
Trabajar por la ma?ana sin mirar al futuro
Saramago ha demostrado en cientos de foros internacionales que nunca ha querido ser un escritor alejado del mundo, un creador que se encierre en su torre de marfil mostr¨¢ndose incapaz de escuchar los problemas de los habitantes del planeta.
Ayer, de nuevo olvid¨® por unos minutos la literatura para dar su opini¨®n sobre diversas cuestiones relacionadas con el mundo en que vivimos.
El novelista portugu¨¦s record¨® su intervenci¨®n en el Foro Social Mundial celebrado a comienzos de este a?o en Porto Alegre (Brasil) en el que se mostr¨® partidario de eliminar de los diccionarios la palabra "utop¨ªa". En opini¨®n de Saramago, "llamamos utop¨ªa a algo que necesitamos hoy y que no podemos tener porque no se dan las condiciones objetivas para que se concrete". De este modo, y como nos resistimos a perder la esperanza, "terminamos por organizar una utop¨ªa con la intenci¨®n y la ingenuidad de que interese en el futuro, para el que puede darse la circunstancia de que ya no tenga ning¨²n sentido".
Saramago argument¨® su planteamiento poniendo el ejemplo de los fil¨®sofos, te¨®logos, escritores, cient¨ªficos y sabios que a finales del siglo XIX se reun¨ªan para organizar el mundo que vendr¨ªa cien a?os despu¨¦s y que "ahora nosotros sabemos que aquel mundo no se parece ni de lejos a lo que ellos pod¨ªan imaginar". Por esa raz¨®n "el objetivo de las utop¨ªas se llama ma?ana porque pasado ma?ana es probable que yo ya no est¨¦ en el mundo".
Para el premio Nobel, que quiso quitar de sus palabras cualquier matiz prof¨¦tico, somos "los ¨²ltimos descendientes de la ilustraci¨®n" y tenemos la obligaci¨®n de "luchar por la verdadera democracia, puesto que hoy por hoy no existe". "Si algo est¨¢ claro es que sin derechos humanos no hay democracia y que sin democracia no hay derechos humanos. De este modo, analizando la situaci¨®n del trato que reciben los hombres en el mundo, parece claro que la democracia no ha triunfado".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.