La fuerza de la solidaridad
Una belga musulmana, amenazada por llevar velo, resiste en su empleo
El jefe de Naima Amzil, de 31 a?os, empez¨® a recibir serias amenazas a finales del a?o pasado por permitirla acudir al trabajo con el pa?uelo habitual con el que las marroqu¨ªes se cubren la cabeza. El remitente era una desconocida organizaci¨®n llamada Nuevo Flandes Libre, que calificaba a Rik Vannieuwenhuyse, el jefe de Amzil, de "mal belga amigo de los musulmanes". Le enviaron dos balas de pistola como inequ¨ªvoca se?al de sus radicales intenciones.
La ¨²ltima bala fue decisiva para Naima Amzil, que a primeros de marzo de este a?o decidi¨®, en contra de la opini¨®n de Rik Vannieuwenhuyse, abandonar la empresa para no comprometer la seguridad de su jefe y de sus colegas de trabajo. La noticia salt¨® a la prensa internacional como una prueba m¨¢s del creciente racismo flamenco, donde la extrema derecha xen¨®foba avanza en Flandes, la mitad oeste del pa¨ªs de los belgas.
Contra la opini¨®n de su jefe, decidi¨® dejar la empresa para no comprometer la seguridad
A partir de ah¨ª sucedi¨® lo inesperado. Quiz¨¢ el detonante fuera la audiencia que en enero celebr¨® el rey Alberto II de B¨¦lgica con el gran h¨¦roe de esta historia, Rik Vannieuwenhuyse, y su empleada Naima Amzil. El monarca hab¨ªa cancelado todas sus citas por la muerte de su hermana Jos¨¦phine-Charlotte, gran duquesa de Luxemburgo, excepto ¨¦sta. Rik sali¨® del encuentro real pidiendo a todos los empresarios de B¨¦lgica que no cedieran al chantaje del racismo.
En en estos ¨²ltimos cuatro meses ha ca¨ªdo sobre la modesta empresa Remmery (se dedica a hacer platos preparados con apenas cincuenta empleados) un aut¨¦ntico diluvio de mensajes de solidaridad y apoyo. Vannieuwenhuyse asegura que hasta la fecha ha recibido entre cartas y mensajes electr¨®nicos m¨¢s de 50.000. "Muchos me han llegado a decir que todo esto ha sido un montaje para hacerme publicidad", dec¨ªa ayer Vannieuwenhuyse a este peri¨®dico. "Afortunadamente, son much¨ªsimos m¨¢s los mensajes de apoyo". Entre ellos, los de un amplio ramillete de pol¨ªticos, como el primer ministro federal, Guy Verhofstadt.
Esa masiva ola de solidaridad movi¨® finalmente a Naima Amzil a volver al trabajo la semana pasada tras una visita obligada a Marruecos para tranquilizar a la familia. Ayer, desde su casa, comentaba telef¨®nicamente la suerte que ha tenido en este pa¨ªs desde que lleg¨® hace ocho a?os. Encontr¨® el trabajo que ahora tiene a los cinco meses de llegar y dio a parar con un jefe que ha resultado tan valeroso. "Ahora lo que me gustar¨ªa es volver a la normalidad", dice, "aunque es verdad que los musulmanes estamos peor desde los atentados del 11 de septiembre de 2001".
Este mi¨¦rcoles, Alberto II y la reina Paola cumplieron su promesa de visitar la sede de Remmery. Sin embargo, Rik Vannieuwenhuyse y su familia siguen viviendo bajo especial protecci¨®n policial y Naima Amzil tiene la impresi¨®n de que nada volver¨¢ a ser como antes.
"?sta es una historia terrible", dice la socialista flamenca Mimount Bousakla. En noviembre pasado, a esta senadora de origen marroqu¨ª las amenazas de muerte le obligaron a pedir escolta policial en un pa¨ªs en el que los pol¨ªticos pasean libremente por las calles sin medidas especiales de seguridad. Su pecado es el contrario que el de Naima. Se niega a cubrirse la cabeza y es "demasiado moderna" para la colonia musulmana que vive en B¨¦lgica (entre 140.000 y 220.000).
Mimount Bousakla, como Rik Vannieuwenhuyse, sigue con escolta. "Es curioso", explica. "Siento que son los marroqu¨ªes inmigrados los que no han evolucionado, porque en Marruecos est¨¢n m¨¢s avanzados". Frente a tanto radicalismo, Rik Vannieuwenhuyse ofrece la receta que ¨¦l ha aplicado a su caso: "S¨®lo me he dejado llevar por el dictado de mi coraz¨®n".
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