Aventuras posmodernas
?Recuerda el lector la primera secuencia de Misi¨®n imposible 2, aquella en la que aparec¨ªa Tom Cruise literalmente colgado del abismo, donde recib¨ªa la preceptiva llamada que le encomendaba la siguiente misi¨®n y all¨ª quedaba en una cima impracticable..., s¨®lo para aparecer en la secuencia siguiente, sin mayores explicaciones? En esa secuencia casi program¨¢tica se resum¨ªa cierto concepto contempor¨¢neo, banalmente posmoderno deber¨ªamos decir, del g¨¦nero aventurero: ahora, se nos dice, nada se debe justificar; nada responde a una relaci¨®n de causa y efecto, sino que se rige por las onerosas leyes de la espectacularidad, del m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa. Y si podemos mostrar a un musculoso y todopoderoso Cruise en el vac¨ªo, ?para qu¨¦ tomarse la molestia de contar sus penalidades hasta llegar ah¨ª, o sus trabajos para bajarse de tan peligroso lugar?
S?HARA
Direcci¨®n: Breck Eisner. Int¨¦rpretes: Matthew McConaughey, Steve Zahn, Pen¨¦lope Cruz, Lambert Wilson, Delroy Lindo. G¨¦nero: aventuras. EE UU, 2004. Duraci¨®n: 120 minutos.
Viene esto a la mente cuando se contempla esta S¨¢hara, otro ejemplo, y mucho menos interesante, adem¨¢s, que Misi¨®n imposible, de esa vertiente aventurero-posmoderna. Aqu¨ª tampoco se toma nadie el tiempo ni las molestias de contarnos c¨®mo los h¨¦roes salen de los infinitos vericuetos, casi todos literalmente imposibles de superar desde una perspectiva m¨ªnimamente racional, en que los meten los guionistas: aqu¨ª los protagonistas disparan, salen a toda m¨¢quina y pasan sin explicaciones a otra cosa, y dale con el espect¨¢culo. La l¨®gica que lo preside ya no se detiene en minucias como construir una m¨ªnima verosimilitud, hacer que los actores hagan algo m¨¢s que correr y darse tortazos, o superar con un m¨ªnimo de dignidad y esfuerzos los necesarios obst¨¢culos con que les regala la trama.
S¨¢hara se plantea, pues, como un filme de aventuras africanas, con algunos toques pol¨ªticamente correctos (la hero¨ªna, nuestra Pen¨¦lope Cruz, trabaja para la Organizaci¨®n Mundial de la Salud esclareciendo las causas de una extra?a, ubicua, amenazadora epidemia), otros no tanto (no falta el sanguinario, venal, corrupto dictador negro). Y otros, en fin, en consonancia con los tiempos que corren: el malo hipermalvado es aqu¨ª franc¨¦s y, para mayor escarnio, contaminador del medio ambiente, un peaje obligado a los bajos instintos de los medios de comunicaci¨®n estadounidenses desde lo del conflicto iraqu¨ª y la p¨¦rdida de glamour de nuestros vecinos norte?os en el panorama audiovisual americano.
Ni un respiro
A la postre, S¨¢hara resulta un filme de aventuras que no se da ni un respiro, a pesar de sus dos largas horas de duraci¨®n; un filme que muestra a los sempiternos, m¨¢s que previsibles h¨¦roes americanos dominados por un ol¨ªmpico sentido de la vida como deporte de riesgo y del mundo como el teatro m¨¢s o menos dif¨ªcil, m¨¢s o menos divertido, en el que realizar sus supuestas, sobrehumanas haza?as. Y un filme en el que casi no existen encuadres en los que no campe a sus anchas un sonriente Matthew McConaughey que, como buen coproductor del asunto que es, se reserva raciones extraordinariamente abusivas de protagonismo.
Ni mejor ni (demasiado) peor que la mayor parte de las pel¨ªculas aventureras que hasta nosotros llegan, quedar¨¢ en los anales como un nuevo intento de Pen¨¦lope por hacerse un lugarcito en el Olimpo... y poco m¨¢s. Ah, s¨ª, tambi¨¦n est¨¢ lo de su relaci¨®n de la estrella con el omnipresente protagonista del asunto. Pero eso, con perd¨®n, debe buscarlo el lector interesado en las cr¨®nicas de sociedad, no en los renglones asignados a esta cr¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.