Ya no vive ah¨ª
?ste ser¨¢ un art¨ªculo un poco vanidoso, aunque lo motive la persona menos vanidosa que he conocido en mi vida. La noticia finalmente confirmada de que el Ayuntamiento de Madrid, asociando sus esfuerzos y sus dineros con los del Ministerio de Cultura y la Comunidad de Esperanza Aguirre and Co., ha decidido "dirigirse a los herederos del poeta Vicente Aleixandre para buscar f¨®rmulas de adquisici¨®n de la casa en la que vivi¨® el premio Nobel de Literatura" (seg¨²n el despacho de la agencia Efe), es una buena noticia preocupante. Justificar¨¦ primero mi vanidad, para tratar luego de explicar la preocupaci¨®n.
Al cumplirse en diciembre de 1994 el d¨¦cimo aniversario de la muerte de Aleixandre, escrib¨ª sobre ¨¦l una semblanza literaria en las p¨¢ginas de Cultura de EL PA?S, insistiendo ya entonces, cuando el n¨²mero 3 de la calle Velintonia (en la graf¨ªa preferida por el propio poeta) estaba parcialmente habitado y sin los signos de ruina que hoy muestra, en el gran valor no ya documental, sino sobre todo simb¨®lico, que esa vivienda ten¨ªa. Una televisi¨®n, no recuerdo cu¨¢l, me propuso ir a la planta baja vac¨ªa donde residi¨® hasta su muerte Aleixandre a grabar unas im¨¢genes, pero mi modesta llamada de atenci¨®n no tuvo m¨¢s repercusiones. Pasaron los a?os, los inquilinos de la planta superior se fueron, acamp¨® un homeless pir¨®mano en el jardincillo, y el estado del edificio empez¨® a ser deplorable. En julio del a?o pasado volv¨ª, como el peregrino melanc¨®lico, a visitar (por fuera) esa casa donde yo mismo -el pen¨²ltimo mono entre los cientos de escritores que por all¨ª pasaron en vida del autor de La destrucci¨®n o el amor- viv¨ª tardes inolvidables, aprend¨ª lo inefable y disfrut¨¦ de la amistad confiada de un ser genial y generoso. D¨ªas despu¨¦s apareci¨® en esta misma secci¨®n del peri¨®dico mi columna Casa de artista (30-7-2004), en la que, entre otras consideraciones y evocaciones, volv¨ªa a reclamar la recuperaci¨®n de Velintonia, 3, rebautizada en su d¨ªa como calle de Vicente Aleixandre, si bien los dos r¨®tulos de azulejo est¨¦n hoy rotos o robados. ?Qu¨¦ destino le espera a este lugar no especialmente hermoso, pero a¨²n lleno de presencia y memoria?
Eso me preguntaba por escrito hace nueve meses, y me lo pregunto ahora de nuevo en la hora de las buenas noticias. Celebro sinceramente la iniciativa tomada por una autodenominada Comisi¨®n de Amigos de Vicente Aleixandre, por mucho que sus miembros, con la excepci¨®n del veterano poeta Leopoldo de Luis, me resulten enteramente desconocidos en el ¨¢mbito aleixandrino (hay un portavoz de la comisi¨®n llamado Alejandro Sanz, que supongo distinto al autor de Coraz¨®n part¨ªo). Extra?a no ver en dicho comit¨¦ los nombres de Francisco Brines, Antonio Carvajal, Alejandro Duque, Javier Lostal¨¦, Guillermo Carnero, Pere Gimferrer, por citar s¨®lo algunos de los verdaderos y grandes amigos ¨ªntimos del poeta. Esperemos que no se trate de un grupo de "viudas oficiales" del solter¨ªsimo Aleixandre (la expresi¨®n sard¨®nica la sac¨® pocos a?os despu¨¦s de la muerte de Vicente alguien muy pr¨®ximo a ¨¦l, temiendo los intentos de apropiaci¨®n y beatificaci¨®n de la vida privada del poeta).
Sea como sea, la comisi¨®n ha obtenido una respuesta positiva de las instituciones, y la casa abandonada prevalecer¨¢ "con el objetivo de dar un futuro cultural al inmueble". Ah¨ª viene mi segunda preocupaci¨®n. El Parque Metropolitano, donde est¨¢ enclavado el chalet de la familia Aleixandre, queda a trasmano para hacer en ¨¦l presentaciones y lecturas, que es lo usual en este tipo de centros, por lo dem¨¢s tan abundantes en nuestra capital. Creo que Velintonia, 3, s¨®lo recobrar¨¢ el alma si vuelve al sitio donde se form¨® y estuvo casi cincuenta a?os su estupenda biblioteca, llena de valios¨ªsimas primeras ediciones y ejemplares tan raros como los de las novelas propias que el extraordinario escritor surrealista Ren¨¦ Crevel le dedic¨® a Vicente de pu?o y letra en una visita a Madrid, poco antes de suicidarse en 1935. Esa biblioteca pas¨® por decisi¨®n testamentaria a Carlos Bouso?o, tan ¨ªntimamente ligado a Aleixandre desde los a?os cuarenta, junto a papeles y poemas in¨¦ditos. El consorcio institucional que se propone ahora comprar la casa y rehabilitarla ha de ocuparse tambi¨¦n de revivirla, logrando, por adquisici¨®n o donaci¨®n, el reintegro de ese legado, suma de una vida, a las paredes de Velintonia.
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