Espa?oles de segunda en Cuba
El Consulado General de Espa?a en La Habana no da abasto con los expedientes ante la escasez de personal y de medios
El Consulado General de Espa?a en La Habana, a la entrada de la bah¨ªa, es para muchos una nave cargada de sue?os. Desde que se agudiz¨® la crisis econ¨®mica, a principios de los noventa tras la desaparici¨®n de la URSS, el trabajo en este palacete modernista se ha multiplicado por 100. Dos ejemplos: la inscripci¨®n de matrimonios de parejas mixtas supera este a?o los 2.000 frente a las 20 en 1991. Cerca de 20.000 ciudadanos tienen presentados expedientes para la recuperaci¨®n de la nacionalidad espa?ola, pero debido a la falta de personal y al exceso de solicitudes de todo tipo, su tramitaci¨®n puede tardar entre tres y cinco a?os.
Se ha dado el caso de ancianos oriundos de Espa?a que fallecieron mientras esperaban una respuesta. Esto ocurre, seg¨²n admiten fuentes espa?olas, en el 1% de los casos. Muchos de los que optan por recuperar la nacionalidad no lo hacen para viajar, sino para tener acceso a las ayudas econ¨®micas del Ministerio de Asuntos Exteriores (MAE), que pueden llegar a 200 euros anuales, una fortuna en Cuba, donde el salario m¨ªnimo mensual no llega a los ocho euros.
Los tr¨¢mites para recuperar la nacionalidad tardan entre tres y cinco a?os
En el registro de nacionales del consulado est¨¢n inscritas 30.000 personas (el 10% son naturales de Espa?a). La mayor¨ªa son hijos de espa?oles que decidieron recuperar la ciudadan¨ªa de sus padres al arreciar la crisis: el hundimiento comunista en Europa provoc¨® una ca¨ªda en tres a?os del 35% del PIB. Desde 1991, alrededor de 60.000 cubanos han solicitado la nacionalidad, de lo cuales quedan por resolver m¨¢s de 20.000 expedientes. S¨®lo entre 2003 y 2005 se acumularon 10.000 peticiones, lo que ha puesto al consulado, con seis funcionarios espa?oles y 40 cubanos, al borde del colapso.
Mar¨ªa del Carmen Gondar, natural de Sanxenxo, Pontevedra, recuerda como una pesadilla los a?os que dur¨® la tramitaci¨®n de sus documentos, con su marido enfermo de c¨¢ncer, entre 1994 y 1998. "Fueron semanas de cola; cre¨ªa que me iba a dar algo", dice. Su esposo, tambi¨¦n gallego, estuvo preso por luchar contra Franco y ambos emigraron en los a?os cincuenta, huyendo de la dictadura y del hambre. "Nos hicimos cubanos por necesidad, porque entonces las leyes aqu¨ª hac¨ªan muy dif¨ªcil el trabajo para un extranjero", explica Mar¨ªa del Carmen, de 82 a?os. Como ella, cerca de 3.000 personas reciben cada a?o las ayudas del MAE, mientras que el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social tiene otorgadas otras 3.000 pensiones a ciudadanos espa?oles residentes en la isla, que pueden llegar a los 1.000 euros anuales.
Hoy, por suerte, los expedientes de recuperaci¨®n de nacionalidad se env¨ªan por correo, pero las esperas humillantes para realizar cualquier tr¨¢mite en el consulado no han desaparecido. Para impedir incidentes como el de la crisis de los refugiados, desde hace tiempo las colas se organizan a 300 metros de la sede diplom¨¢tica, a unos pasos del Museo de la Revoluci¨®n. El panorama es de espanto: gente que duerme sobre cartones en la calle y coleros profesionales que revenden el turno a 10 y 20 d¨®lares.
La responsabilidad de las filas no es del consulado, pero s¨ª el atasco burocr¨¢tico debido a la falta de personal y de instalaciones. Los funcionarios son conscientes del malestar de los miles de cubanos y espa?oles que sufren la situaci¨®n, y han presentado a Madrid un plan de contingencia para evitar una situaci¨®n explosiva. Hace dos semanas, el embajador en Misi¨®n Especial para las Relaciones con las Comunidades de Espa?a en Iberoam¨¦rica, Miguel Cortizo, viaj¨® a La Habana y pudo comprobar lo preocupante de la situaci¨®n. "En muchos consulados de Latinoam¨¦rica hay problemas, pero el caso de Cuba es de los m¨¢s inmediatos. La situaci¨®n de explosi¨®n y de colapso es m¨¢s seria aqu¨ª que en otros lugares", dijo a este diario.
El funcionario asegur¨® que adem¨¢s de un "plan de choque" a corto plazo para resolver los atrasos, son necesarias medidas estructurales para evitar que en el futuro se produzca otro cuello de botella.
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