Esperanza y dolor del pueblo paraguayo
Pocas veces en un escritor latinoamericano la realidad de su pa¨ªs pes¨® tanto como el Paraguay en la obra de Augusto Roa Bastos. Ese peso nace desde su temprana juventud, cuando tuvo que luchar en la guerra del Chaco. Su vida transcurri¨® entre la corresponsal¨ªa de un diario paraguayo durante la II Guerra Mundial, y un largo exilio que comenz¨® durante la dictadura del general Stroessner y termin¨® entre Espa?a (donde obtuvo la nacionalidad espa?ola) y Francia. En 1989 obtiene el Premio Cervantes por el conjunto de su obra literaria. No pod¨ªa ser menos. Ese premio lo era fundamentalmente por una trilog¨ªa que no s¨®lo representa palmariamente la esperanza y el dolor de todo el pueblo paraguayo, sino tambi¨¦n la puesta en funcionamiento de una maquinaria ficcional plet¨®ri-ca de lirismo expresivo, de un castellano que no reh¨²ye la inclusi¨®n de los resortes inconscientes de una lengua, el guaran¨ª, que hablaba todo el mundo, pero que s¨®lo con la ca¨ªda del dictador hizo posible que fuera reconocida como lengua tambi¨¦n oficial.
Dicha trilog¨ªa se llama Trilog¨ªa paraguaya y comprende Hijo de hombre (1960), Yo, el Supremo (1974) y El fiscal (1993). No fue ajeno al gran narrador paraguayo el relato corto (como tampoco lo fue la docencia y la cr¨ªtica literaria). En este g¨¦nero public¨® El bald¨ªo (1966), Los pies sobre el agua (1967), Madera quemada (1967) y Moriencia (1969). Si el lector quisiera comprobar la alta competencia de este escritor en esta materia no tendr¨ªa m¨¢s que leer Borrador de un informe, un texto que no desmerecer¨ªa en una antolog¨ªa de los mejores relatos latinoamericanos escritos durante el siglo XX.
Probablemente sea Yo, el Supremo una de las obras que caracteriza can¨®nicamente el pensamiento pol¨ªtico-hist¨®rico en un texto de ficci¨®n. En primer t¨¦rmino no habr¨ªa que olvidar que esta magna novela sigue una tradici¨®n, la novela sobre el motivo de los dictadores. Desde Miguel ?ngel Asturias y Alejo Carpentier (esta novela se publica el mismo a?o que el novelista cubano publica El recurso del m¨¦todo), pasando por Garc¨ªa M¨¢rquez, Uslar Pietri y llegando hasta Mario Vargas Llosa, la tradici¨®n del dictador la extrae Roa Bastos de una novela fundacional, Tirano Banderas, de Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n.
El dictador de la novela de Roa Bastos le cre¨® no pocos dolores de cabeza a su autor, toda vez que no faltaron quienes vieron en su tratamiento del c¨¦lebre d¨¦spota ilustrado Gaspar de Francia, el doctor Francia, el pr¨®cer que inici¨® la andadura independiente del Paraguay, una especie de elogio, un tratamiento indulgente. Nada m¨¢s lejos de esa creencia. Yo, el Supremo es una novela llena de problemas y soluciones formales. Su complejidad no es nunca frivolidad textual, sino exigencia de la complejidad humana y moral que tiene que encarnar. Su intriga es siempre met¨¢fora de un funcionamiento entre kafkiano y perverso del poder. La ceguera del poder es uno de sus nortes tem¨¢ticos. El terror es otro, y la locura suicida en que se convierte el dictador en tanto no se ve a s¨ª mismo m¨¢s que como s¨ªmbolo sagrado de su poder devastador. Esta novela es tambi¨¦n un ejercicio de honda inteligencia psicol¨®gica, am¨¦n de una severa reflexi¨®n sobre la no siempre transparente dial¨¦ctica entre escritura y poder. No se trata de la t¨ªpica novela de denuncia y compromiso. Ni la crueldad ni el desasosiego que se muestra en sus p¨¢ginas, como ocurre tambi¨¦n en otras obras suyas, disimulan esa suerte de ternura estil¨ªstica que concita y emociona siempre la atenci¨®n de los que hemos considerado a Augusto Roa Bastos como uno de los grandes de la literatura latinoamericana del siglo XX.
Babelia
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