La arrogancia francesa
Los ejemplos de la centralidad pol¨ªtica y cultural de Francia en Europa, que tanto ha dolido siempre a la derecha espa?ola, abundan. Franceses fueron Jean Monnet y Robert Schuman, padres ideol¨®gicos y promotores del inicio de la construcci¨®n europea; francesa ha sido la inspiraci¨®n de los tratados constitutivos de las comunidades europeas, as¨ª como la concepci¨®n de la administraci¨®n y del estatuto de la funci¨®n p¨²blica comunitaria; la lengua efectiva de trabajo de las comunidades ha sido el franc¨¦s, y lo sigue siendo en las instituciones y ¨®rganos de la Uni¨®n en la medida en que no se ve desplazado por el ingl¨¦s. Val¨¦ry Giscard d'Estaing presidi¨® la convenci¨®n que elabor¨® el proyecto de Constituci¨®n europea, e incluso confiesa haber redactado de propia mano el borrador del texto. En lapidaria sentencia de Aleksander Kwasniewski, presidente de Polonia, "la Constituci¨®n es como Francia la ha querido".
Sin eje franco-alem¨¢n, se parar¨¢ la integraci¨®n pol¨ªtica y avanzar¨¢ la concepci¨®n de la UE como simple mercado
El liderazgo de Francia ha sido continuo en las ¨²ltimas d¨¦cadas, abrupto unas veces, sutil otras, notable siempre. Tampoco faltan ejemplos. Ren¨¦ Pleven, siendo primer ministro, propuso en 1951 la creaci¨®n de una Comunidad Europea de Defensa que la Asamblea Nacional rechaz¨® en agosto de 1954, cuando los otros cinco pa¨ªses part¨ªcipes en el proyecto ya hab¨ªan ratificado el tratado constitutivo; la reunificaci¨®n de Alemania s¨®lo fue posible despu¨¦s que Fran?ois Mitterrand venciera el miedo a Alemania; el ¨²nico dirigente europeo que ha reaccionado a la iniciativa de Google para digitalizar 15 millones de vol¨²menes en la Red ha sido Jacques Chirac, que, con el prop¨®sito de evitar la omnipresencia de la cultura anglosajona, acaba de lanzar la idea de organizar una gran biblioteca virtual europea.
?Conservar¨¢ Francia su centralidad y liderazgo si repite un 1954 rechazando la Constituci¨®n europea? Al decir del mismo Chirac y de otros destacados valedores de la Constituci¨®n, votando no, "Francia quedar¨ªa considerablemente debilitada", "dejar¨ªa de existir pol¨ªticamente en Europa". Sin duda, un problema para Francia en primer lugar, pero tambi¨¦n para Europa. Sin Francia en el centro de la construcci¨®n europea, no habr¨¢ eje franco-alem¨¢n -el cual, por otra parte, tiene los meses contados si, como es m¨¢s que probable, la nueva y derechista democracia cristiana gana las elecciones generales en 2006- y sin este motor se parar¨¢ la integraci¨®n pol¨ªtica, y si se para, retroceder¨¢, y avanzar¨¢ la concepci¨®n brit¨¢nica de la Uni¨®n Europea como un simple mercado, que tan buena acogida tiene en los Estados de la ¨²ltima ampliaci¨®n.
Al parecer, a la mayor¨ªa electoral instalada obstinadamente en el no, seg¨²n apuntan m¨¢s de 20 sondeos consecutivos, le tiene sin cuidado la previsible consecuencia de su decisi¨®n. Es m¨¢s, la inquietud que ¨¦sta suscita en canciller¨ªas, instancias europeas y medios de comunicaci¨®n exteriores, lejos de favorecer la recuperaci¨®n del s¨ª, est¨¢ alimentando el orgullo del no. Emmanuel Todd, reputado dem¨®grafo, habla del "desenfreno narcisista" que se ha apoderado de la sociedad francesa en general y de la "tentaci¨®n hiperindividualista" del "no de izquierda", que desemboca en una mir¨ªada de microrazones para oponerse al tratado constitucional. Percibimos ya algo parecido en determinadas izquierdas de aqu¨ª en la campa?a de nuestro refer¨¦ndum. Pero en Francia, que nos lleva en casi todo y casi siempre varias cabezas de ventaja, esa actitud es radical, desborda el campo de la izquierda y resulta un signo de "identidad nacional". Francia se ha convertido en la mayor "democracia punitiva" de Europa. El no, conectado emocionalmente con la tradici¨®n revolucionaria, con la reivindicaci¨®n obrera y con la revuelta juvenil, se nutre de todas
No hay plan B, dicen. S¨ª lo hay, ?y es franc¨¦s!, pero nadie lo imagin¨® para el caso de Francia. Est¨¢ pensado para Dinamarca, la Gran Breta?a y un par o tres de Estados del Este. Jacques Chirac fue el inspirador de la declaraci¨®n relativa a la ratificaci¨®n del tratado, que interpreta el art¨ªculo IV- 447 sobre la entrada en vigor del tratado y aten¨²a su rotundidad. Se?ala la declaraci¨®n que si "las cuatro quintas partes de los Estados miembros lo han ratificado y uno o varios Estados miembros han experimentado dificultades para proceder a dicha ratificaci¨®n, el asunto se remitir¨¢ al Consejo Europeo". No se distinguen situaciones, por lo tanto la salvedad de la declaraci¨®n ser¨ªa aplicable al supuesto de que entre los Estados que tuvieran dificultades se encontrara Francia. Magn¨ªfica lecci¨®n para la arrogancia francesa la entrada en vigor de su Constituci¨®n sin ellos. Los europe¨ªstas podemos estar pendientes de Francia, pero no ser sus rehenes. En el Consejo Europeo que decidiera sobre la entrada en vigor del tratado, Chirac podr¨ªa expiar su fracaso -fue ¨¦l quien impuso el refer¨¦ndum, no tanto por legitimar la Constituci¨®n como por inmortalizar su mandato- adhiri¨¦ndose a la decisi¨®n. ?Es veros¨ªmil ese escenario? No, pero ello no impide que sea jur¨ªdicamente correcto.
Parad¨®jicamente, la arrogancia puede salvar a Francia de pasar a ser una excepci¨®n negativa. Visto que la racionalidad de no equivocarse de elecci¨®n ni de adversario -el refer¨¦ndum no son las elecciones generales o presidenciales, ni la Constituci¨®n europea es la causa de los males de la sociedad francesa- no cala en la mayor¨ªa, queda la apelaci¨®n al orgullo nacional y a la responsabilidad de los franceses para con Europa: en sus votos est¨¢ el futuro inmediato de la Uni¨®n. Quiz¨¢ sean sensibles a este llamamiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.