La mutilaci¨®n de las mujeres entre nosotros
Estos d¨ªas estamos de enhorabuena. El Congreso de los Diputados, en comisi¨®n, acaba de introducir por unanimidad una modificaci¨®n legal a fin de que los tribunales espa?oles puedan perseguir penalmente a un ciudadano extranjero residente en Espa?a que haya practicado por s¨ª mismo o a trav¨¦s de otros la mutilaci¨®n genital de sus hijas. Hasta ahora no era as¨ª y si se realizaba en el extranjero (lo m¨¢s habitual era hacerlo aprovechando el viaje anual de vacaciones al poblado de origen) y por persona extranjera (que despu¨¦s no obtuviera la nacionalidad espa?ola), los tribunales espa?oles no pod¨ªan actuar penalmente por el hecho de la mutilaci¨®n. Ahora se equipara la mutilaci¨®n genital femenina a los delitos de terrorismo y genocidio, a efectos de competencia extraterritorial de nuestros tribunales.
Estamos ante un grav¨ªsimo atentado contra los derechos humanos que afecta a 130 millones de mujeres en el mundo y m¨¢s de 5.000 ni?as al a?o. En la demarcaci¨®n de Girona tenemos desde el 2002 un protocolo de actuaci¨®n para luchar coordinadamente contra estos graves atentados contra los derechos de las mujeres (cuando todav¨ªa son ni?as). Tenemos colectivos importantes de inmigraci¨®n subsahariana y sospech¨¢bamos de la existencia del hecho en estas comunidades. Los avisos sol¨ªan venir por mutilaciones descubiertas durante reconocimientos m¨¦dicos de ni?as. Eso explica la necesidad que tuvimos de elaborar un protocolo que nos permitiera conocer y divulgar m¨¢s y mejor el problema (sus ra¨ªces, sus or¨ªgenes, sus ¨¢mbitos geogr¨¢ficos de procedencia, sus consecuencias f¨ªsicas y ps¨ªquicas para la mujer, etc¨¦tera) y, adem¨¢s, conocer cu¨¢les deb¨ªan ser las pautas de conducta recomendadas para actuar de manera coordinada. Se han hecho actuaciones preventivas gracias a la diligencia y celeridad de jueces, fiscales, polic¨ªas y profesionales que han permitido evitar la mutilaci¨®n de 24 ni?as entre los a?os 2003 y 2004. No sabemos cu¨¢ntas no han podido escapar de la mutilaci¨®n, pero hemos observado cambios en la situaci¨®n en los ¨²ltimos meses que nos permiten ser un poco m¨¢s optimistas. Empezamos a encontrar casos en los cuales la persona que avisa del peligro de la mutilaci¨®n es la propia madre, cosa que quiere decir que nuestra escala de valores (entre la cual destaca la igualdad efectiva en derechos entre el hombre y la mujer) va calando entre las mujeres inmigrantes que viven entre nosotros. Van perdiendo el miedo y comienzan a saber que la sociedad las quiere ayudar. Y es que quien ha conocido los aires de libertad dif¨ªcilmente acepta volver atr¨¢s. Tambi¨¦n ayuda el hecho de que en alg¨²n pa¨ªs donde la pr¨¢ctica es tolerada (no permitida legalmente) exista ya alguna asociaci¨®n de mujeres contraria a la ablaci¨®n, con apoyo de los imanes de la zona, cosa que rompe el t¨®pico de su vinculaci¨®n al islam. Tambi¨¦n los colectivos de profesionales de la sanidad y la educaci¨®n, y las asociaciones de mujeres, cada vez est¨¢n m¨¢s formados para la detecci¨®n de los indicadores de riesgo para las ni?as que tratan. Y cuando se enciende la luz de alerta, en las comarcas gerundenses sabemos qu¨¦ hay que hacer para actuar r¨¢pidamente.
Pero es importante conocer las causas que explican este fen¨®meno para poder combatirlo con eficacia y humildad, cosa que a los europeos a veces nos falta. S¨®lo en una situaci¨®n de proximidad al colectivo que vive con nosotros podremos ayudar a las mujeres a luchar contra este grav¨ªsimo atentado contra su integridad f¨ªsica y ps¨ªquica que deja secuelas de por vida. Debemos conocer los argumentos que su tradici¨®n les ha transmitido sobre la mutilaci¨®n para contraargumentar con eficacia y solvencia. Debemos tener presente que otro t¨®pico que se manejaba ha ca¨ªdo. No son las madres las que deciden sobre la mutilaci¨®n de sus hijas: son los padres, con lo cual la aproximaci¨®n al colectivo debe incluir a los hombres, que son los que tienen la ¨²ltima y definitiva palabra sobre la mutilaci¨®n. Y sabemos que la aproximaci¨®n al colectivo no es nada f¨¢cil por el aislamiento que imponen los hombres a sus esposas, que llega incluso a la reclusi¨®n en casa.
Y de aqu¨ª que sea un paso m¨¢s (pero no el definitivo, porque con las leyes penales nunca se llega a las soluciones globales definitivas) la proposici¨®n de modificaci¨®n de Ley Org¨¢nica del Poder Judicial en tramitaci¨®n parlamentaria en estos d¨ªas por el Congreso de los Diputados, aunque debemos confiar en que antes de su entrada en vigor pueda mejorarse su redacci¨®n. ?Queremos que s¨®lo puedan ser perseguidos los responsables (es decir, los padres) si la mutilaci¨®n se ha producido durante su estancia entre nosotros o queremos que se les puedan exigir responsabilidades penales si la mutilaci¨®n se ha producido antes de llegar a Espa?a? Las consecuencias, seg¨²n sea una u otra la opci¨®n, son trascendentales. ?Queremos predicar que en Espa?a no podemos tolerar este comportamiento entre los que acogemos o queremos evitar que vengan a nuestro pa¨ªs con la advertencia de que, si descubrimos que han mutilado a sus hijas, les vamos a enjuiciar?
Debemos (deben los legisladores) reflexionar en este sentido y tomar una decisi¨®n. Pero no pueden dejarlo en la indefinici¨®n para que luego sean los tribunales los que se enzarcen en interpretaciones contradictorias. No puede traspasarse el problema a los jueces. Las leyes (y a¨²n m¨¢s las penales) no pueden ser ambiguas y el legislador tiene la obligaci¨®n (y el derecho) de optar.
Pero, en fin, confiamos en nuestros legisladores y seguro que encontrar¨¢n la manera justa de hacerlo. Ahora de lo que se trata es de felicitarnos de este otro paso que se ha avanzado en contra de la mutilaci¨®n, pero sin olvidar que quedan muchos otros por dar.
Carles Cruz Moratones es magistrado y portavoz de la Comisi¨®n de Coordinaci¨®n contra la Violencia Dom¨¦stica de Girona.
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