Replicantes
Los neur¨®logos descubrieron hace alg¨²n tiempo que los hemisferios del cerebro humano est¨¢n ordenados como el archivo de un ministerio y que en los l¨®bulos frontales bulle la imaginaci¨®n, que es la parte m¨¢s viva de la inteligencia, la que prev¨¦, proyecta, reacciona ante los imprevistos y es capaz de sacar consecuencias. Seg¨²n los cient¨ªficos la facultad de hacer predicciones constituye la funci¨®n m¨¢s elevada de la mente y ah¨ª radica la esencia de la creatividad humana hasta el punto que entender algo es ser capaz de predecir su comportamiento.
En el hemisferio izquierdo se almacena la memoria necesaria para conducir una bicicleta o un autom¨®vil, el derecho nos permite sortear los obst¨¢culos para que no nos estrellemos, pero es bajo la frente donde llevamos instalada la br¨²jula que nos gu¨ªa hacia el minuto siguiente, que es el lugar del futuro.
Aunque esta complicada evoluci¨®n de las neuronas viene de la medianoche de los monos, es en la ¨¦poca de la fundaci¨®n de Uruk, en el coraz¨®n de la media luna f¨¦rtil, cuando comienza la aventura formidable del hombre en busca de la sabidur¨ªa. La exploraron los sacerdotes astr¨®nomos que levantaban zigurats para alcanzar el cielo, la persiguieron aquellos tres reyes guiados por una estrella. La invocaron los poetas, los adivinos y los pintores del Renacimiento. La so?¨® Don Quijote y Galileo y se acercaron a ella algunos fil¨®sofos que desnudaron el pensamiento hasta tocar el hueso puro del esp¨ªritu.
Ahora Jeff Hawkins, uno de los mayores arquitectos de la computaci¨®n inform¨¢tica del mundo, ha llegado a la conclusi¨®n de que los ordenadores nunca podr¨¢n hacerse inteligentes por el simple aumento de su memoria o su capacidad de c¨¢lculo, sino cuando imiten la operaci¨®n b¨¢sica del cerebro humano y sean capaces de utilizar su memoria para adivinar y establecer hip¨®tesis de futuro.
La b¨²squeda de este algoritmo inform¨¢tico es la nueva piedra filosofal del siglo XXI, que puede desentra?ar el misterio de la inteligencia humana y de la artificial, porque si la mente funciona como dicen los ingenieros inform¨¢ticos, es muy probable que las m¨¢quinas tambi¨¦n lo hagan pronto y quiz¨¢ no est¨¦ tan lejano el d¨ªa en que podamos escuchar de la boca de un replicante aquellas palabras del final de Blade Runner, cuando Rutger Hauer con una voz acabada y bella como ninguna dice aquello de: "Yo he visto cosas que vosotros no creer¨ªais jam¨¢s, atacar naves en llamas m¨¢s all¨¢ de Ori¨®n. He visto rayos T brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannha¨¹ser. Todos estos momentos se perder¨¢n en el tiempo como l¨¢grimas en la lluvia...".
Aunque la inteligencia no ha servido para hacernos entender mejor las simientes precisas de la felicidad o el dolor humano, el origen po¨¦tico del hombre se halla cada d¨ªa m¨¢s pr¨®ximo al misterio de la electr¨®nica. De hecho, en la red de millones de sinapsis neuronales se encuentra toda la expresividad de la humanidad desde la primera rueda del neol¨ªtico hasta el ¨²ltimo reactor nuclear, de Plat¨®n a Salma Hayek, pasando por la combinatoria jer¨¢rquica desarrollada por el cardenal Ratzinger Z antes de ser elegido Papa. El poder de los hombres tambi¨¦n ha extendido su mano hasta la cripta sagrada de la capilla Sixtina, all¨ª donde antes s¨®lo acced¨ªa la divinidad de Miguel ?ngel, pero los neur¨®logos modernos opinan que el Gran Magistrado que presida el Juicio Final no ser¨¢ sino un gigantesco ordenador.
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