La locura de la diferencia
La celebraci¨®n del D¨ªa del Trabajo es una excelente oportunidad para adentrarnos en el dif¨ªcil y complicado laberinto sindical vasco, en el marco global de la "institucionalizaci¨®n de la incertidumbre y la sociedad del riesgo" que nos afecta a todos de modo muy desigual. Comprobamos, una vez m¨¢s la coincidencia de las reivindicaciones sindicales: m¨¢s empleo, y m¨¢s estable, igualitario, seguro, con derechos y mejora de la protecci¨®n social -todo ello para poder avanzar en la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s democr¨¢tica, igualitaria y justa-, con voces sindicales separadas y divididas.
La historia del sindicalismo nos demuestra que la causa fundamental de su divisi¨®n han sido las diferencias ideol¨®gicas, pol¨ªticas e incluso religiosas. Todo esto est¨¢ cambiando. Se han atemperado las diferencias y se han agudizado las coincidencias. De esto se han encargado las pol¨ªticas neoliberales y el pensamiento ¨²nico: la obsesi¨®n monetaria en la pol¨ªtica econ¨®mica, los cambios en las condiciones del reparto y la distribuci¨®n de la renta con una gran crisis de redistribuci¨®n, el descr¨¦dito y ataque a lo p¨²blico y los intentos de mercantilizaci¨®n generalizada, y el consenso contra los sindicatos y los derechos de los trabajadores, lo que Petrella denomina el "capitalismo sin obst¨¢culos". Esto explica la indiferenciaci¨®n, de hecho, de los an¨¢lisis, discursos y propuestas sindicales.
La experiencia viene demostrando que se obtienen mejores resultados y mayor legitimaci¨®n y afiliaci¨®n sindical cuando se coincide
Todos beben de las mismas fuentes y las respuestas son muy coincidentes. Diferenciarse artificialmente era y es un suicidio colectivo. Tambi¨¦n ha desaparecido en la pr¨¢ctica la confrontaci¨®n estrat¨¦gica entre los sindicatos, marcada en gran parte por la ampliaci¨®n de los espacios pol¨ªticos. Las organizaciones sindicales son cada vez m¨¢s plurales y tienen que aprender, con una pr¨¢ctica de autonom¨ªa sindical permanente, a articular un pluralismo real en su seno. Es verdad que la historia, el patriotismo y la cultura sindical siguen incidiendo en sus estrategias. No obstante, la experiencia viene demostrando que se obtienen mejores resultados y mayor legitimaci¨®n y afiliaci¨®n sindical cuando se coincide.
La realidad sindical vasca aparece con el paso cambiado. Recojo algunas im¨¢genes: concentraciones divididas ante las muertes en accidentes de trabajo, la irracionalidad de dos convocatorias de huelga en fechas distintas ante el decretazo de Aznar y la calificaci¨®n de "espa?oles" a los que convocaban en unidad con todos los trabajadores afectados a nivel estatal, concentraciones por separado el pasado 28 de abril en el D¨ªa Internacional de la Seguridad y la Salud del Trabajo, y convocatorias de huelgas unilaterales. Comprobamos que molesta la coincidencia sindical y predomina la estrategia de ser diferentes. Parece que la dureza de las pol¨ªticas econ¨®micas, cada vez con mayor intensidad, no es capaz de juntar a las organizaciones sindicales y obligarles a atenuar la fractura sindical vasca, que tiene car¨¢cter estructural. En la actualidad no es racional este antagonismo frontal y estas diferenciaciones, un tanto maniqueas y claramente improductivas y contraproducentes. El desencuentro sindical es, en parte, expresi¨®n y componente del llamado conflicto o desencuentro pol¨ªtico y c¨ªvico. Por ello, aminorar la desagraciada y diab¨®lica dicotom¨ªa entre los nuestros y los otros afecta de lleno a las relaciones laborales cada vez m¨¢s desestructuradas y fragmentadas, individualmente y en la empresa.
No tengo ninguna duda de que la exacerbaci¨®n de la concurrencia y la competencia sindical, adem¨¢s de negativa para reforzar su acci¨®n, provoca formas de organizaci¨®n corporativa y pr¨¢cticas sindicales de mera resistencia, de fuerte confrontaci¨®n y conflictividad, que tienen como objetivo m¨¢s el desbordamiento y la competencia entre centrales que la consecuci¨®n de reivindicaciones frente a la patronal. En Euskadi se comparte muy poco y se compite excesivamente, tanto en el ¨¢mbito pol¨ªtico como en el sindical. El hegemonismo como destino, del que nos hablaba Gramsci, es una ruina sindical y pol¨ªtica. Este pa¨ªs, tampoco en las relaciones laborales, se puede hacer s¨®lo por una parte, aunque ¨¦sa sea mayoritaria y se considere autosuficiente. La vida nos ense?a que cuando se busca lo mejor para uno, se termina generando la peor situaci¨®n para todos.
Los discursos de autenticidad sindical, oponiendo sindicalismo consecuente y de lucha, frente a sindicalismo de acompa?amiento o "pactista", todo ello para justificar que adem¨¢s de las diferencias de ¨¢mbitos sindicales existen imposibilidades de coincidencia en estrat¨¦gica sindical, me parecen m¨¢s ficticias que reales. Incluso, aunque lo fueran, es una irresponsabilidad prescindir del diferente y elevar la diferencia a categor¨ªa estrategica, exigiendo como condici¨®n previa a una pr¨¢ctica unitaria una coincidencia de modelos sindicales. Esto supone una actitud claramente asimilacionista y homogeneizadora, no integradora, que anula en la pr¨¢ctica al otro, al diferente y al distinto. Ese otro, guste o no guste, es necesario para afrontar los retos colectivos y mejorar la relaci¨®n de fuerzas. En esta perspectiva se podr¨ªa hablar, discutir y avanzar en un horizonte de pluralismo unitario para superar una situaci¨®n en la que la norma es el conflicto intersindical y al excepci¨®n es el acuerdo. Es preciso hacer compatible el respeto a la personalidad de cada organizaci¨®n y, a la vez, anteponer los intereses estrat¨¦gicos de los trabajadores y del sindicalismo en su conjunto sobre los propios de cada organizaci¨®n, salvo que la competitividad neoliberal afecte de modo irracional a una concurrencia normalizada entre organizaciones sindicales. Rechazo una concepci¨®n privatista de sindicato que, situ¨¢ndose como fin en s¨ª mismo, coloca su ampliaci¨®n de poder por encima de los intereses de los trabajadores a los que se dice representar y gestionar.
Por ¨²ltimo, los avances en ese pluralismo unitario son vitales para el futuro de la izquierda, tambi¨¦n y sobre todo en Euskadi. Y lo afirmo dada la ausencia de este debate y desde la ¨®ptica de un sindicalismo que necesita retomar el objetivo de un modelo de sociedad diferente, con banderas aglutinadoras de una clase trabajadora cada vez m¨¢s desestructurada y dispersa. Los cambios que se est¨¢n produciendo en la organizaci¨®n del trabajo exigen un espacio de negociaci¨®n alternativo que pueda ser el punto de encuentro entre las exigencias de las empresas y las necesidades y aspiraciones de los trabajadores en la situaci¨®n actual. Es en la empresa -que, como dice Petrella, ha sido elevada al rango de agente principal, dado el control productivo y su responsabilidad en el bienestar econ¨®mico y social de la ciudadan¨ªa y la transformaci¨®n de las personas en recursos humanos- donde los sindicatos deben ofrecer alternativas con un pluralismo cooperativo, convierti¨¦ndose en portadores de un proyecto alternativo a la nueva empresa flexible y al feudalismo empresarial que estan surgiendo. Por eficacia y sentido com¨²n sindical.
Carlos Trevilla Acebo es representante de UGT en el Consejo Econ¨®mico y Social (CES) vasco.
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