El caudaloso eje de Madrid
Claves para bordear las sinuosas curvas del paseo de la Castellana
Hubo un tiempo -a finales del XVIII- en el que Madrid acababa en lo que es hoy la plaza de Col¨®n, y, hacia el norte de la desaparecida puerta de Recoletos, flu¨ªa un arroyo que manaba de la fuente de la Castellana... y poco m¨¢s. Hoy, el paseo de la Castellana es una avenida arbolada y elegante, fiel al org¨¢nico trazado del r¨ªo que fue, flanqueada por ocho ministerios, gran n¨²mero de organismos oficiales y hoteles con empaque (el hotel Miguel ?ngel alberga La Broche, y el Hesperia, Santceloni, los ¨²nicos restaurantes de la ciudad con dos estrellas en la Gu¨ªa Michelin). M¨¢s otros restaurantes y bares recomendables como el Saig¨®n, el Shiratori (antes Suntory) y el Hispano, y los cercanos Calle 54 o Moma 56. Y Embassy, un cl¨¢sico para tomar el t¨¦. Adem¨¢s, la Castellana contiene en su epicentro -el complejo Azca- el edificio m¨¢s alto de Madrid, Torre Picasso, de Minoru Yamasaki, autor de las desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York.
Interrumpida por un tr¨¢fico incesante, los fines de semana, cuando cesa la actividad fren¨¦tica de los d¨ªas laborales, la calle m¨¢s ancha de la ciudad deja entrever jardines apacibles, como los del Museo de Ciencias Naturales -a la altura de la calle de Vitrubio- o el propio Azca, que el domingo se embebe de una inesperada atm¨®sfera zen. Porque la Castellana se vive mucho y se mira poco. A tramos desconocida, cuenta con secretos como la actual sede del Ministerio de Administraciones P¨²blicas (en el n¨²mero 3), un palacio oculto en cuyos salones celebr¨® en su d¨ªa Consejos de Ministros el presidente Manuel Aza?a. Y si se sigue camino hacia el norte -la Castellana se recorre andando en una hora y media o dos-, nos encontramos con otra de las sorpresas del paseo, el Museo de Escultura al Aire Libre, con un s¨ªmbolo ciudadano de concordia, la Sirena varada, de Eduardo Chillida, suspendida desafiando a la gravedad -m¨¢s de seis toneladas- y a la censura: cuando era alcalde Arias Navarro, se opuso a su instalaci¨®n alegando problemas t¨¦cnicos. Obras de Alfaro, Mir¨®, Sempere, Mart¨ªn Chirino, Palazuelo, Torner, Rueda o Julio Gonz¨¢lez orbitan en un espacio que se extiende bajo el paso elevado, de 320 metros de longitud, cuyas cin¨¦ticas barandillas fueron dise?adas por el propio Sempere.
M¨¢s arriba, sorprende la silueta del edificio de ladrillo de 1887 sede del Museo Nacional de Ciencias Naturales (entrada por Jos¨¦ Guti¨¦rrez Abascal, 2), y a la altura de General Per¨®n no hay que dejar escapar el enorme mural de Mir¨® en la fachada del Palacio de Congresos de la ciudad.
Cat¨¢logo arquitect¨®nico
Para los amantes de la arquitectura, la Castellana ofrece algunos de los estilos que se impusieron en el siglo XX. Desde palacetes novecentistas como el Adcoch (1905-1906, en el n¨²mero 37), de los que quedan unos pocos ejemplos entre decenas que la especulaci¨®n franquista destruy¨® y sustituy¨® en muchos casos por banales edificios de oficinas, hasta obras de arquitectos tan interesantes como Luis Guti¨¦rrez Soto (el soberbio Estado Mayor de la Defensa, en el n¨²mero 80; el bloque de viviendas del n¨²mero 68, o la solemne torre de La Uni¨®n y el F¨¦nix, en el 33).
El recorrido se inicia con el edificio IBM (1967), proyectado en hormig¨®n por Miguel Fisac en el n¨²mero 4, audaz ensayo de sistemas de prefabricaci¨®n de materiales. Otros dos edificios magistrales son el de Bankinter (1974-1976), de Rafael Moneo, en el n¨²mero 29, y el del BBVA, de S¨¢enz de Oiza (1978-1981), a la altura del n¨²mero 79. Y ya en la plaza de Castilla, las m¨¢s efectistas que relevantes torres inclinadas Puerta de Europa (1998), del reci¨¦n desaparecido Phillip Johnson, junto a John Burgee. La vocaci¨®n por la altura de la Castellana se proyecta en el futuro con las cuatro grandes torres de m¨¢s de 200 metros que ya empiezan a surgir pasada la plaza de Castilla, una de ellas del brit¨¢nico Norman Foster.
Y la buena arquitectura tambi¨¦n destaca en el enorme complejo de Nuevos Ministerios (1936-1942), impulsado por el entonces ministro de Obras P¨²blicas de la Rep¨²blica, Indalecio Prieto, y cuyo proyecto, de Secundino Zuazo y Eduardo Torroja -inspirado por el clasicismo de Juan de Herrera-, brilla por la n¨ªtida linealidad gran¨ªtica y las espectaculares arcadas de b¨®veda de ladrillo.
Copas, compras y... Macumba
En un ¨¢rea econ¨®mica y administrativa, la vida social bulle. Su cara m¨¢s mundana va desde el templo de los madridistas, el estadio Santiago Bernab¨¦u, con capacidad para unas 100.000 personas, hasta los bajos de Azca, que, al ejercer de conexi¨®n con la calle de Orense, se han convertido en uno de los emblemas de la marcha nocturna (con predominio de lo latino).
En la cercana avenida de Brasil se concentran grandes discotecas, como Cheyenne (en el n¨²mero 4), aunque los que quieran entregarse a la noche en toda su plenitud se tendr¨¢n que desviar un poco en la madrugada del domingo hacia uno de los after m¨¢s sonados de Europa: Space of Sound, en la sala Macumba (estaci¨®n de Chamart¨ªn), a unos 300 metros del paseo.
GU?A PR?CTICA
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