Verdades

El otro d¨ªa, en ?lora, al noroeste de M¨¢laga, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero dijo una gran verdad: "Nadie ama m¨¢s a su tierra para amar a los otros pueblos como los andaluces". Esto es verdad, y es una verdad tan grande que me parece universal. Uno puede ir perfectamente a Logro?o o a Badajoz y decir que nadie ama m¨¢s a su tierra para amar a los otros pueblos como los riojanos o los extreme?os, y sigue siendo verdad. Nadie ama m¨¢s a Andaluc¨ªa que los andaluces. Nadie ama m¨¢s a Extremadura que los extreme?os, y amar es amar, amar sin fin, a uno mismo y a los dem¨¢s, es decir, a los otros pueblos, evang¨¦licamente.

Esto es afabilidad y cortes¨ªa, respuesta a la hospitalidad. Me parecen muy amables las palabras de Zapatero. Se las agradezco. Andaluc¨ªa es una tierra tur¨ªstica, acogedora tradicional e industrialmente, aunque en estas cosas exista una conexi¨®n, ya no tan agradable, con un pasado de se?ores que ven¨ªan a sus tierras y celebraban la bondad del criado d¨®cil, gracioso y de coraz¨®n sencillo. Se va olvidando este matiz, y, cuando se recuerda, es molesto. Andaluc¨ªa: tierra m¨¢gica, la llam¨® tur¨ªsticamente el redactor del discurso presidencial, Andaluc¨ªa, "querida por todos y que a todos quiere". Es otra gran verdad. Querer a todo el mundo es una virtud casi universal. Cuesta m¨¢s trabajo querer persona a persona, uno por uno. Hay que acercarse, y el que se acerca empieza a ver defectos, y tambi¨¦n es verdad que muchos defectos son insoportables.

Ahora llega el tiempo de la reforma de los Estatutos y la Constituci¨®n. Tampoco tendr¨ªa que ser muy dif¨ªcil cambiar el Senado, crear una c¨¢mara de encuentro de las Comunidades Aut¨®nomas. El problema son los impuestos y el reparto de la recaudaci¨®n estatal entre los distintos territorios de Espa?a, todo para todos, compartiendo como hermanos. Pero los reformadores del Estatuto catal¨¢n quieren una Catalu?a recaudadora por s¨ª misma para entregarle al Estado espa?ol la mitad de lo que recoja. Yo veo esto como una especie de tributaci¨®n feudal.

La soluci¨®n catalana ser¨ªa un problema: ahora todos los espa?oles pagan sus impuestos y entre toda Espa?a se reparte lo recaudado, seg¨²n las necesidades. El caso es que, desde hace a?os, prevalece una ret¨®rica de verdades patri¨®tico-locales, andaluzas aqu¨ª, subrayada televisivamente, radiof¨®nicamente, incansablemente: lo nuestro, el actor andaluz, el cantante andaluz, el futbolista andaluz, el escritor andaluz, el empresario andaluz, los productos andaluces, los mejores, los que hay que comprar, naturalmente, lo nuestro, como lo catal¨¢n es lo suyo, lo de los catalanes, quiero decir. Todo esto es verdad, porque en Andaluc¨ªa todo es andaluz, desde luego. Pero hemos ido perdiendo otra ret¨®rica, espa?ola, no menos verdadera: la Constituci¨®n en com¨²n y el Estado en com¨²n, dentro del que funciona la sanidad andaluza y la ense?anza andaluza, por ejemplo, a pesar de la propaganda que muchas veces opone Junta y Estado.

Y, con esta l¨®gica, cada d¨ªa ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil hablar de Espa?a, es decir, de fraternidad entre ciudadanos que aceptan las mismas leyes.