Nada de milagros

Habr¨¢ quien crea que ha sido un milagro. La extraordinaria Sinfon¨ªa De los mil mahleriana que se escuch¨® el s¨¢bado en Coru?a es fruto de la planificaci¨®n y del esfuerzo de un magn¨ªfico director de orquesta. La Octava de Mahler es pieza dif¨ªcil, y no s¨®lo por el necesario control que requiere de su batuta rectora, sino porque en ella hay tantas cosas que muchas pueden perderse. Por eso hay que hacerse con ella desde el principio, darle la hondura que posee bajo su c¨¢scara. El art¨ªfice principal del formidable resultado ha sido, claro est¨¢, Pablo P¨¦rez, el hacedor de esta formaci¨®n excelente que se ha situado a la cabeza de las espa?olas. El maestro burgal¨¦s comprende la obra, la ha trabajado hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle. Hubo una perfecta distinci¨®n de sus dos partes, del triunfo a que conduce el Veni Creator a la redenci¨®n a trav¨¦s del eterno femenino que propone el uso del final del Fausto de Goethe. El equipo de solistas cumpli¨® con creces. Habr¨ªa que destacar la musicalidad de la mezzo Iris Vermillion, la belleza del timbre del tenor Ferdinand von Botherm, la delicadeza de Race, Lojendio y Pizzolato y la sorpresa de un formidable Jos¨¦ Antonio L¨®pez. Estupendos los coros, con un sobresaliente para los Ni?os Cantores de la OSG, que fueron verdaderas voces infantiles.