Financiaci¨®n
Hay propuestas a las que la claridad y simplicidad con que son expuestas les confieren un especial atractivo, un cierto destello de exactitud. Es el caso de la carta "Federalismo fiscal" que Fernando Cerver¨® escribe desde Montreal (EL PA?S, 3 de mayo de 2005). Todo en ella parece meridiano y natural. Una propuesta racional y eficaz para resolver el problema de la financiaci¨®n federal en Espa?a, inspirada en los modelos canadiense y estadounidense, hecho desde la sencillez de una aportaci¨®n m¨¢s. Introduciendo un punto de sofisticaci¨®n, es como gustan ver las cosas algunos juristas y polit¨®logos. Claro que Fernando Cerver¨® olvida todo lo que no resulta cartesianamente l¨®gico y ¨²til en su breve texto. Olvida la formaci¨®n de los Estados americanos en el oeste y sus pugnas, la Guerra de Secesi¨®n, la anexi¨®n de Texas, etc¨¦tera en EEUU; o el movimiento por la Confederaci¨®n, el papel de las Compa?¨ªas, las sucesivas Constituciones, el movimiento m¨¦tis (mestizo), las provincias del noroeste y los levantamientos cree, el marasmo constitucional del XX hasta ser plenamente independiente para el caso de Canad¨¢. No quisiera reprochar nada a Fernando (que me perdone la confianza), al contrario, pero su texto resulta ilustrativo respecto a cierta l¨ªnea de pensamiento en Occidente.
Se han publicado recientemente los discursos que Ortega y Aza?a pronunciaron en el Parlamento a ra¨ªz de la aprobaci¨®n del Estatuto para Catalu?a en 1932 (Dos visiones de Espa?a, edici¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao, Galaxia Gutemberg-C¨ªrculo de Lectores). Los discursos son complejos en s¨ª mismos y tienen sus momentos luminosos. Ortega habla del "destino tr¨¢gico" de Catalu?a, lo que con fundamento le reprocha Aza?a. Pero habla de "conllevar" las situaciones, es decir, habla de tolerancia en el sentido m¨¢s hondo del t¨¦rmino, y eso tiene un gran valor que se nos va olvidando de un tiempo aqu¨ª. Aza?a, por su parte, hace un discurso positivista: "La Ley fija", dice, "los tr¨¢mites que debe seguir esta pretensi¨®n y qui¨¦n y c¨®mo debe resolverse sobre ella". Lo que me preocupa es la lectura l¨®gico-filos¨®fica que alguno hoy hace de ello. Ortega es la metaf¨ªsica y la po¨¦tica. Aza?a, el hombre de Estado que deja el discurso de la vida fuera del Parlamento para pensar tan s¨®lo en ordenar la organizaci¨®n del Estado, como si la ley pudiera diseccionar la vida sin antes contemplarla con atenci¨®n. As¨ª se han le¨ªdo estos d¨ªas ambos discursos; creo que de modo equivocado.
Quebremos ahora el argumento, que es otro modo de continuarlo. Los catalanes hacen una propuesta de financiaci¨®n para Catalu?a. Es el modelo del Concierto y del Convenio navarro, sin Diputaciones por medio que les estorben. No estamos los vascos para dar lecciones a nadie. Confesemos que es un privilegio -sabi¨¦ndolo administrar-, pero es el impulso tambi¨¦n de las circunstancias hist¨®ricas y sociales que en Catalu?a se dan -y no en Murcia, pongamos-. Ahora bien, todos les querr¨¢n seguir. Imposible en este caso el caf¨¦-para-todos: el Estado se arruinar¨ªa.
Mientras tanto, ?qu¨¦ hace el Gobierno "federal"? ?Ha hecho sus deberes? ?Qu¨¦ hay de la reforma del Senado, qu¨¦ de la representaci¨®n de las comunidades en Europa, etc¨¦tera? Tambi¨¦n ¨¦se es un fuerte impulso hist¨®rico y social que no est¨¢ siendo canalizado (dej¨¢ndolo en manos de neocartesianos). El Gobierno de Zapatero est¨¢ condescendiendo con un cierto "jolgorio territorial" -al que pone coto, razonablemente, Chaves, desde Andaluc¨ªa... ?d¨®nde est¨¢ Jos¨¦ Luis?-. De esta suerte, Maragall dice que la Conferencia de Presidentes Auton¨®micos es un ¨®rgano informativo, que ¨¦l no entrar¨¢ a negociar nada en ¨¦l. El Gobierno de Zapatero debe empezar a hacer sus deberes. El jolgorio es divertido mientras dura; luego queda una fuerte resaca. Esperemos que no nos ocurra. (De ah¨ª que ejerzamos de agoreros).
Espa?a est¨¢ organizada como un "Estado auton¨®mico", no como la confederaci¨®n canadiense ni como la federaci¨®n de EEUU. Esos grandes esquemas se producen en momentos convulsos (en nuestro caso, la Transici¨®n). A partir de ello, debemos trabajar. Y hacerlo ya, si no queremos sustos.
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