Ausencia de creatividad
El Bola. Solas. Los lunes al sol. Te doy mis ojos. Mar adentro. El buen cine social cala en Espa?a. Por eso Hero¨ªna, basada en una historia real y con la droga como tel¨®n de fondo, se adivinaba como una de las posibles pel¨ªculas del a?o. De momento, ha logrado los galardones al mejor director y al mejor gui¨®n en el Festival de Cine Espa?ol de M¨¢laga y el p¨²blico tiene la palabra desde hoy mismo. Eso s¨ª, la falta de profundidad pol¨ªtica, la ausencia de gusto por el detalle, algunos problemas de interpretaci¨®n (y/o de direcci¨®n de actores) y el perfil caricaturesco de algunos personajes acaban con las posibilidades de una historia que se antoja apasionante, pero que en la pantalla nunca lo es.
HERO?NA
Direcci¨®n: Gerardo Herrero. Int¨¦rpretes: Adriana Ozores, Javier Pereira, Mar¨ªa Bouzas, Carlos Blanco. G¨¦nero: drama. Espa?a, 2005. Duraci¨®n: 110 minutos.
Hero¨ªna, d¨¦cimo largometraje de Gerardo Herrero, abarca de manera eficiente todos los ¨¢mbitos que rodean la drogadicci¨®n y un caso como ¨¦ste: el chaval que se desv¨ªa; la inicial preocupaci¨®n de unos padres a¨²n no conscientes de lo que se les viene encima; los tratamientos con el psic¨®logo; la formaci¨®n de plataformas vecinales; las manifestaciones contra el narcotr¨¢fico; los primeros delitos; la dejadez afectiva respecto del resto de la familia en favor de la recuperaci¨®n del hijo drogadicto... Pero en el gui¨®n escrito por ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde se van sucediendo las tramas sin que ninguna estremezca, sin que ninguno de los di¨¢logos vaya mucho m¨¢s all¨¢ de una estricta profesionalidad sin brillantez. Nada molesta. Nada sorprende.
Comparaciones
Las comparaciones pueden ser odiosas, pero a veces no hay m¨¢s remedio que ejercerlas. As¨ª, cada uno de los temas anteriores ya estaban en el retrato de otro progenitor capaz de morir por su hijo: Padre Coraje, de Benito Zambrano, poseedora de la garra interpretativa, social y pol¨ªtica de la que carece Hero¨ªna, donde la capacidad de conmoci¨®n es m¨ªnima, a pesar de la dureza de unas situaciones en las que Herrero tampoco parece querer cargar las tintas.
Las razones para que la historia no perturbe son eminentemente t¨¦cnicas. La puesta en escena se puede establecer de una forma funcional y de una manera art¨ªstica, y Herrero elige la primera, de modo que en muchos momentos da la impresi¨®n de cierto apresuramiento. En las secuencias de masas nunca se ve la agilidad y el barullo necesario para hacerlas cre¨ªbles. Por ¨²ltimo, el alegato pol¨ªtico se ve lastrado por otra decisi¨®n equivocada. Ante el personaje responsable de buena parte de los males de los j¨®venes, el narcotraficante Sito, hab¨ªa dos posibilidades: no mostrarlo u ofrecerle una o varias secuencias con un texto descomunal interpretadas por un actor de peso. Pero se expone un monigote que apenas pronuncia un par de insultos y que resulta tan falso como su bigote. La suma de estas peque?as grandes cosas son las que separan a una buena pel¨ªcula de una cinta del mont¨®n.
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