El cuerpo de la ciudad
Hete aqu¨ª que han transcurrido 30 a?os desde que Miquel Navarro (Mislata, Valencia, 1945) expuso, por primera vez, con una individual, en Madrid. Lo hizo, todav¨ªa me parece que lo estoy viendo, en la galer¨ªa Buades y con una muestra que se titulaba La ciudad. M¨¢s: el entonces joven escultor valenciano nos deslumbr¨® a quienes entonces tambi¨¦n ¨¦ramos j¨®venes. Contaba ¨¦l entonces 30 a?os y, por tanto, en el presente, deber¨¢ celebrar su 60? aniversario. Hay veces que la historia personal hace historia a trav¨¦s de mil vericuetos diferentes, pero el tiempo en la vida de un artista tiene el especial aura de su obra, sobre todo, como es el caso, cuando vemos, en su trayectoria dilatada, el cumplimiento de su madurez y la obstinaci¨®n de un recomienzo.
MIQUEL NAVARRO
Galer¨ªa Marlborough
Orfila, 5. Madrid
Hasta el 21 de mayo
No es ¨¦ste un comentario ret¨®rico. No lo es porque los n¨²meros cantan por s¨ª mismos, si reflexionamos acerca de su significaci¨®n, pero, adem¨¢s, se acompa?an de una amplia exposici¨®n de su obra de los ¨²ltimos cinco a?os, donde nos reencontramos con muchas claves de su pasado, aunque actualizadas mediante la feliz f¨®rmula empleada por el prologuista del cat¨¢logo: "El cuerpo de la ciudad". Con 14 esculturas met¨¢licas, en hierro y bronce, y 5 fotograf¨ªas sobre tabla, Miquel Navarro vuelve sobre sus caracter¨ªsticas formas, entre lo constructivista y lo org¨¢nico, que nos remiten, en parte, al universo del Julio Gonz¨¢lez y, en general, al mundo ag¨®nico de la escultura de los a?os 1930, que dej¨® tantas tensiones abiertas como surcos de la pl¨¢stica posterior. No obstante, ahora Miquel Navarro a¨ªsla en la compleja estructura del cuerpo humano, con todo lo que ello tiene de retorno al clasicismo, la yuxtaposici¨®n de partes que antes configuraban sus urbes metaf¨ªsicas, de una impavidez cristalina, como egipcia, demostr¨¢ndonos que, en efecto, el cuerpo es la m¨¢s misteriosa e intrincada ciudad. Cada una de las esculturas as¨ª concebidas poseen una fuerza centr¨ªpeta solemne, una potente circulaci¨®n ensimismada, como rotundos artefactos, que, desde una grandeza monumental m¨¢s simb¨®lica que f¨ªsica, nos miran con la indiferencia de los siglos. En este sentido, la obra titulada Sombras lunares (2005), cuyo conjunto de fragmentos reptantes rodeando una gigantesca torre ocupa el crucero de la nave de Marlborough es como un revolver el pasado, pero desde una perspectiva que celebra el centro de la luz a trav¨¦s de un infinito haz de tenebrosas dunas. Las fotograf¨ªas que acompa?an este cortejo de vol¨²menes, sucedi¨¦ndose en el espacio como los singulares colosos de una avenida, nos proporcionan una explicaci¨®n extrema del cuerpo humano desnudo enfrent¨¢ndose como un canon al puzle arquitect¨®nico. El Cuerpo y la Ciudad. El cuerpo de la ciudad. El interior del cuerpo como un exterior. La realidad completa.
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