Cita en Estambul
Ben¨ªtez ha vuelto a Europa por la puerta principal: se jugar¨¢ la copa de las copas con Carlo Ancelotti.
Sus m¨¦ritos lo acreditan; en nueve meses de v¨¦rtigo ha montado un equipo cuyo juego progresa con el sonido envolvente de una hormigonera. Es la m¨²sica de los engranajes, el golpeteo que s¨®lo puede o¨ªrse en las canteras y las factor¨ªas; como un acompa?amiento natural distingue a toda industria donde las ruedas compiten con los martillos. Dicen los cr¨ªticos que practica un f¨²tbol de supervivencia. Tienen raz¨®n, porque no se inspira en la sensibilidad, sino en la necesidad. Es, en s¨ªntesis, una dura prueba de persecuci¨®n en la que los futbolistas se relevan como los perros de la jaur¨ªa. El primero gru?e, el segundo ladra y el tercero muerde.
A sus ¨®rdenes, el viejo Liverpool no es, pues, una suma de talentos; es un concurso de esfuerzos. Con el doble compromiso de la rapidez y la contundencia, sus jugadores se atienen a la divisi¨®n del trabajo y a otras reglas de la productividad. No se comportan como esas geom¨¦tricas formaciones de gimnastas en las que cada cual compone su propia figura para organizar un arabesco. Su c¨®digo s¨®lo exige que todos pasen por el lugar convenido a la hora exacta y, a¨²n m¨¢s, que alarguen la zancada, hinchen el cuello y mantengan el pulso mientras se entregan al oficio de acorralar.
Con ese fin Rafa les transmite normas sencillas, instrucciones que no exigen interpretaci¨®n alguna y que son una mera exaltaci¨®n de la evidencia. Bajo el axioma de que uno juega tal como se entrena, les indica que en la duda hay que simplificar, que la proximidad entre l¨ªneas cierra los poros del equipo y que la velocidad es el segundo nombre de la eficacia.
En un principio, vivir para ver, Rafa era uno de aquellos nuevos estrategas que discut¨ªan si el secreto del resplandeciente Milan de Van Basten se llamaba Arrigo Sacchi o Franco Baresi. ?Qui¨¦n marcaba los tiempos de su defensa basculante? ?Ser¨ªan una creaci¨®n de aquel entrenador tan fino o una improvisaci¨®n de aquel central tan tosco?
Su rechoncha figura de fray zampabollos no le ayudar¨ªa gran cosa en un mundo que veneraba la fotogenia. Los engolados directivos de la ¨¦poca se resist¨ªan a pensar que aquella cabeza tonsurada, con sus carrillos de padre hortelano, pudiera tener alguna idea original. Pronto se convirti¨® en el entrenador ideal para una crisis: aprendi¨® a vivir al d¨ªa, a administrar las reservas de m¨²sculo y a mirar bajo la alfombra del vestuario.
A?os despu¨¦s, campe¨®n pero amargado, se fue del Valencia. Luego reapareci¨® en Liverpool y hoy es tan feliz como el pirata de la canci¨®n: Asia a un lado, al otro Europa, y all¨¢, a su frente, Estambul.
Lo celebramos, Rafa. Por aqu¨ª, todos ful.
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