No arranca la nueva pol¨ªtica cultural

Pronto se cumplir¨¢n los seis meses desde que ocup¨® su cargo la nueva secretaria de Cultura de la Generalitat, Concha G¨®mez. Lleg¨® con excelentes credenciales como gestora, pero estaba in albis en la materia, lo cual tampoco era ¨®bice. Decenas de pol¨ªticos asumen funciones de las que no tienen zorra idea. El asunto se enmienda poniendo aplicaci¨®n, eligiendo colaboradores id¨®neos y consiguiendo financiaci¨®n. Y buenos comunicadores de prensa, que sin ellos de nada vale dejarse la piel en el tajo. Debemos suponer que la mentada est¨¢ en ello y que si no ha dicho apenas p¨ªo es porque bastante tiene o ha tenido con imponer sus directrices en ese departamento despu¨¦s del tsunami que lo sacudi¨®.

Nos referimos al paso de Consuelo Ciscar, en cuyo legado se est¨¢ tratando de poner orden mediante la f¨®rmula de demoler hasta sus fundamentos. Al parecer, ninguna de sus iniciativas tiene futuro y, la m¨¢s sonada, la Bienal, es muy probable que no sobreviva a la Copa del Am¨¦rica de 2007. Trobada Mundial de les Arts, Premios Mundiales, Consorcio de Museos, Ciudad del Teatro y etc¨¦tera, junto a la constelaci¨®n de grandes y menos grandes figuras, como Rostropovich, Irene Papas, Bigas Luna y alg¨²n otro eximio que olvido han sido amortizados, o se est¨¢ negociando el finiquito. Al margen de que hayan cambiado los criterios, no hay un euro en caja para pagar tanto tron¨ªo.

No viene al caso, por ser agua pasada, juzgar esta pol¨ªtica que en su momento fue inmoderadamente considerada un "nuevo Siglo de Oro" tanto como una deriva hacia el despilfarro. De todo hubo. Fue asombroso -?y gratuito?- el despliegue internacional de las artes pl¨¢sticas, ensombrecido por el bluff pict¨®rico de Vangelis, y ciertos hitos esc¨¦nicos, de alguno de los cuales, como Las Troyanas, todav¨ªa permanece abandonado en un paraje romano el decorado dise?ado por Santiago Calatrava. Es como el pecio de un gran naufragio cultural que nadie quiere recuperar, el epitafio de un despliegue impetuoso frenado en seco para emprender un nuevo sesgo del que nada se sabe todav¨ªa.

Pero no se olvide que, criticado o incensado, ¨¦se fue desde 1995, el programa y la pol¨ªtica cultural del PP, amparada por seis, nada menos que seis, consejeros sucesivos, incluido entre ellos el actual presidente de la Generalitat. Tiempo hubo para sacar consecuencias y rectificar, si es que a ello se apuntaba. De momento, todo parece indicar que se postula el quietismo, no mover un papel y esperar a que pasen de una vez las angustias econ¨®micas que lastran cualquier decisi¨®n. Con lo cual podemos aventurar sin mucho riesgo que poco o nada podr¨¢ emprenderse en lo que resta de legislatura.

De ah¨ª, quiz¨¢, que las principales apuestas y expectativas culturales se condensen en el Palau de les Arts, ese mazacote arquitect¨®nico descomunal -el mejor escribano echa un borr¨®n, como le ha pasado a su autor- que celebrar¨¢ su primera gala inaugural a principios de octubre, hasta que quede definitivamente habilitado. Y no lo decimos a humo de pajas, pues el Palau de la M¨²sica, tan celebrado en su d¨ªa, pronto delat¨® sus insuficiencias funcionales y su puesta a punto nos ha costado un ojo de la cara. Confiemos en que su genial dise?ador, nuestro paisano, haya meditado tanto el uso como su cuestionable espectacularidad.

Pero no parece que en este cap¨ªtulo cultural, la nueva gestora haya atemperado los ¨ªmpetus de su predecesora. No solo -o eso publican- contrata a una de las mejores batutas del mundo, como es Zubin Metha, sino que tambi¨¦n mete en el mismo paquete a Lorin Maazel. Alguien ha debido confundir Valencia con Londres, o se ha descubierto petr¨®leo en la plaza de Manises. O do?a Concha no sabe c¨®mo est¨¢ el mercado. O la intendente del Palau, Helga Schmidt, el chollo laboral m¨¢s prescindible y mejor pagado del Pa¨ªs Valenciano, se la ha llevado al huerto.

En todo caso, si esto es el primer episodio de una nueva pol¨ªtica cultural que est¨¢ en gestaci¨®n, mejor ser¨ªa seguir empoll¨¢ndola en tanto no se sepa c¨®mo se va a financiar, y a costa de qu¨¦, esta desmesura. Por lo visto, el error que fue construir el Palau se quiere redondear con su pr¨®diga explotaci¨®n. ?Pol¨ªtica cultural? Pirotecnia y s¨®lo eso.