Una mujer en tres actos
Mito sexual, feminista, activista y actriz. Jane Fonda (1937) ha iniciado a los 67 a?os el tercer acto de su vida con un libro, 'Mi vida', su autobiograf¨ªa. En ¨¦l habla por primera vez del suicidio de su madre, de la frialdad de su padre, de su anorexia y bulimia y de sus a?os junto a Roger Vadim.
Todo empez¨® con un camale¨®n. Cuando Jane Fonda se dispon¨ªa a celebrar su 60? cumplea?os y le pidi¨® a su hija, Vanessa Vadim, consejo para enfocar el documental familiar que quer¨ªa hacer sobre su vida, su primog¨¦nita no dud¨® en sugerirle la imagen de un camale¨®n. "Me di cuenta de que tal vez era cierto, que quiz¨¢ me hab¨ªa transformado en todo lo que mis hombres quisieron de m¨ª: la gatita sexual, la pol¨¦mica revolucionaria o la se?ora del brazo del magnate", reflexiona ahora la actriz y activista, instructora de aer¨®bic, tres veces divorciada de hombres tan diversos como el director de cine franc¨¦s Roger Vadim, el congresista californiano Tom Hayden o el magnate de la CNN, Ted Turner. Adem¨¢s, siempre ser¨¢ la hija del actor Henry Fonda. A sus 67 a?os no tiene problema en reconocer sus luces y sus sombras, aunque sabe que hay mucho m¨¢s detr¨¢s de cada una de las transformaciones que durante las ¨²ltimas seis d¨¦cadas han hecho de Jane Fonda un perfecto ejemplar de estudio de la sociedad norteamericana. La actriz de Barbarella, Klute, El regreso y En el estanque dorado, retirada del cine desde hace casi 15 a?os despu¨¦s de conseguir dos Oscar, se ofrece ahora a la radiograf¨ªa p¨²blica con humildad y elegancia. No necesita publicistas a su alrededor que la protejan, y acude en zapatillas a la entrevista, un detalle discreto que la ayuda a caminar sin que se le noten los problemas hereditarios de osteoartritis que la llevar¨¢n al quir¨®fano para una operaci¨®n de cadera. Aun as¨ª prefiere ofrecer sus propias conclusiones de este an¨¢lisis en la autobiograf¨ªa que acaba de publicar en Estados Unidos, Mi vida, un libro en el que habla del suicidio de su madre; de la frialdad de su padre, el eterno hombre bueno de Hollywood; de sus problemas con la anorexia y la bulimia durante m¨¢s de tres d¨¦cadas; de sus m¨¦nage ¨¤ trois durante la revoluci¨®n sexual que vivi¨® junto a Vadim, o de esa fotograf¨ªa sentada en una bater¨ªa antia¨¦rea en su viaje a Hanoi en 1972 -que muchos veteranos de Vietnam a¨²n no han olvidado ni perdonado- durante su campa?a en contra de aquella guerra.
Tambi¨¦n habla de su reci¨¦n hallada fe cristiana, a la que no sabe poner nombre, pero que combina con su feminismo recalcitrante, y sobre todo de esa dolencia que la mujer m¨¢s segura de Hollywood sufri¨® toda su vida detr¨¢s de la pantalla y que resume como "el deseo de agradar a todos".
El recuerdo la deja helada; el mismo fr¨ªo que pas¨® mientras escrib¨ªa sus memorias y que ahora vuelve a sentir, a pesar de la c¨¢lida tarde de Los ?ngeles, durante la entrevista. Le ofrezco mi toquilla, lo que nos permite bromear sobre el estilo goyesco de los borlones de su jersey negro de cuello pitillo que, comenta, es de Shanghai, mientras se arrebuja en el reci¨¦n encontrado confort de la moda espa?ola para desgranar la historia de su vida. "Cada vez que hablo de mi vida me quedo helada. Me pas¨® mientras escrib¨ªa, me congelaba de fr¨ªo despu¨¦s de 15 horas de no poderme despegar de mi port¨¢til ni para lavarme los dientes. Ten¨ªa que ponerme un plumas encima del pijama para seguir escribiendo, a veces descalza y sin un caf¨¦. Pero ha sido una experiencia que me ha cambiado por completo".
?Por qu¨¦ ahora? ?De d¨®nde naci¨® la necesidad de contarlo todo despu¨¦s de cerca de 15 a?os apartada no s¨®lo de Hollywood, sino de la vida social y pol¨ªtica?
Me he pasado los ¨²ltimos cinco a?os escribiendo sobre eso mismo y pensando en la respuesta adecuada. Quiz¨¢ por eso escrib¨ª el libro en tres actos y el ¨²ltimo lo titulo Comienzo. Porque cuando cumpl¨ª los 60 me di cuenta de que, asumiendo que viva hasta los 90, habr¨ªa dado comienzo lo que dir¨ªamos es el tercer acto de mi vida. Cualquier artista sabe que el tercer acto es el m¨¢s importante, porque los dos primeros pueden ser confusos, pero el tercero tiene que dar sentido a todo el trabajo. Y para poder disfrutar del tercer acto de mi vida ten¨ªa que aclararme acerca de lo que hice en los dos anteriores.
?Han cambiado mucho las cosas desde las dos primeras partes?
Me ha dado para todo un libro [se r¨ªe cogiendo al peso las 599 p¨¢ginas de su autobiograf¨ªa]. Cuando uno se encuentra en una situaci¨®n disfuncional tira para adelante como un quitanieves, con todo eso en la cabeza. Pero cuando uno es un artista, y creo que los actores somos artistas, este nubarr¨®n es contradictorio con la creatividad. Por eso me sent¨ªa tan miserable, aterrorizada hasta la m¨¦dula por no ser lo suficientemente buena. Ahora soy una persona nueva, completa, que ha eliminado estas luchas de su cabeza.
?No le dio miedo sumergirse en la b¨²squeda de su pasado?
Una vez que tom¨¦ la decisi¨®n de escribir el libro fue f¨¢cil. Nadie hubiera podido escribirlo por m¨ª. Me sali¨® de las entra?as. En especial en lo relativo a mi madre. Ella se suicid¨® cuando yo ten¨ªa 12 a?os. Era maniaca depresiva y nunca llegu¨¦ a conocerla bien. Sab¨ªa que quer¨ªa dedicarle el libro, pero no ten¨ªa claro lo que significaba porque para hacerlo ten¨ªa que descubrir qui¨¦n era mi madre. A estas alturas, los que la conocieron se hab¨ªan muerto, pero mediante mis abogados pude conseguir su historial m¨¦dico. Y all¨ª, escrita por ella, estaba la historia de su vida. Es el sue?o de cualquier hijo, descubrir qui¨¦nes eran sus padres. Fue v¨ªctima de abusos sexuales en su infancia, algo que sin saber hab¨ªa sabido siempre. Fue una experiencia que me explic¨® muchas cosas sobre mi propia sexualidad, el sentimiento de culpa y el desprecio que uno puede sentir por su propio cuerpo.
?Nunca pens¨® que era demasiado tarde para saber todo esto?
Ni por un momento, aunque en eso tengo que decir que me influyeron mucho los ocho a?os que viv¨ª en Francia. De otro modo me hubiera cre¨ªdo las palabras de Scott Fitzgerald de que no existe un segundo acto en la vida de nadie. Pero los franceses me ense?aron que la vejez en una mujer no significa el fin. Ah¨ª tienes a Simone Signoret, Annie Girardot, Jeanne Moureau. Ejemplos que me animan a decir que mi vida tiene m¨¢s de dos actos.
Jane Fonda admite que aprendi¨® de Oprah Winfrey la expresi¨®n que ahora utiliza tan a menudo, la llamada "enfermedad de agradar". Pese a ser norteamericana, Fonda no culpa a nadie m¨¢s que a s¨ª misma de su vida, y a lo largo del libro explica c¨®mo desde su infancia sinti¨® que ten¨ªa que ser perfecta para ser amada, una perfecci¨®n que ve¨ªa inalcanzable. "Se trataba de agradar a los hombres de mi vida, una enfermedad que me afect¨® siempre, tanto en mis matrimonios como con mi padre. En ese desesperado intento de gustar me alej¨¦ tanto de m¨ª misma que estaba totalmente separada de mi verdadero yo", reconoce la actriz. Un sentimiento que manifest¨® con trastornos alimenticios como la bulimia y la anorexia cuando lleg¨® a la conclusi¨®n, con una compa?era de colegio, de que la mejor forma de perder peso era la de los romanos, alternando las bacanales gastron¨®micas con los v¨®mitos inducidos. Fonda tampoco duda en contar de nuevo sus experiencias sexuales con Vadim, al que quiso demostrar que era "la reina de lo antiburgu¨¦s" aunque para ello tuviera que compartir su cama con otras mujeres con tal de no perder a su hombre.
Sus confesiones contrastan con esa imagen de mujer liberada que siempre ha estado unida a la figura de Jane Fonda.
Ah¨ª est¨¢ la esencia del problema, el patriarcado en el que vivimos, donde el hombre tiene que reafirmar su superioridad y la mujer es vista como algo inferior. Por eso me sent¨ªa feminista, pero me daba miedo comportarme como tal. Porque pensaba en mis relaciones, en mis matrimonios, y tem¨ªa que me dejaran y que sin ellos no ser¨ªa nada. Al final entend¨ª la toxicidad del patriarcado. Y mis hombres me dejaron [sonr¨ªe].
?Han entendido sus hijos su necesidad de diseccionar en el libro sus relaciones sexuales?
No lo habr¨ªa hecho de no haber hablado con ellos. Desde hace mucho tiempo comparten conmigo esa parte de mi vida de la que no me siento especialmente orgullosa. No s¨®lo con mis hijos [Vanessa Vadim, de su primer matrimonio; Troy Garity, del segundo, y Lul¨², adoptada junto con Hayden], sino con los hijos de mis maridos. Todos leyeron el libro en todo lo que se refiere a sus padres, e hice los cambios que me pidieron. Pero no se trata de un libro sensacionalista, aunque puede ser convertido en un esc¨¢ndalo.
Pero, como dice, puede ser escandaloso, en especial en todo lo referente a los 'm¨¦nage ¨¤ trois'.
Roger [Vadim] lo mencion¨® en sus dos autobiograf¨ªas [ataja, cortante]. Y no le culpo de nada, pero me parece muy importante mostrar en el libro cu¨¢n bajo puede llegar una mujer cuando su autoestima est¨¢ por los suelos. Lo que una chica puede llegar a hacer con tal de repetir una cita. Nunca me forz¨® a hacer nada contra mi voluntad. Ni me pregunt¨® tan siquiera. Yo me ofrec¨ª. Y creo que mis hijos lo entienden. Espero que la familia de Vadim en Francia tambi¨¦n lo entienda porque ¨¦l nunca abus¨® de mi confianza. Fue mi problema, y es lo que lo hace interesante, ver hasta qu¨¦ punto uno puede asumir la misoginia sin darse ni cuenta.
Otro de los hombres que m¨¢s sorprenden en su vida es la figura de su padre.
Me cri¨¦ con un padre que era Tom Joad en Las uvas de la ira; que fue un joven Abraham Lincoln, uno de los Doce hombres sin piedad o Clarence Darrow. Todas ellas figuras heroicas que lucharon por el m¨¢s d¨¦bil. Pero mi padre nunca trajo a casa el esp¨ªritu de sus pel¨ªculas. El cine tan s¨®lo nos dio tensiones y problemas en casa, nunca la felicidad. Cuanto m¨¢s lo intentaba, menos talento me ve¨ªa y m¨¢s temor le ten¨ªa al fracaso.
Cuando eres la hija de alguien tan famoso, el miedo al fracaso est¨¢ siempre contigo.
?C¨®mo combina su feminismo con la reci¨¦n encontrada fe cristiana?
Hoy d¨ªa es muy dif¨ªcil para alguien como yo decir que es cristiana. Tiene demasiadas concomitancias pol¨ªticas. Mi proceso comenz¨® hace cerca de 20 a?os, y lo ¨²nico que puedo recordar es que me sent¨ªa vac¨ªa. En Georgia empec¨¦ a conocer a mucha gente, como [el ex presidente] Jimmy Carter y su esposa, Rosalyn, que practican la fe, pero no son unos beatos. Son gente inteligente. Empec¨¦ a leer los evangelios y otros textos de la cristiandad, y me fui dando cuenta de que no hab¨ªa contradicciones entre lo que le¨ªa y el feminismo que yo sent¨ªa. Por eso no me gustan las etiquetas cuando la gente me pregunta si soy evang¨¦lica o nueva cristiana. No s¨¦ ni lo que significa. No encuentro una Iglesia con la que me sienta c¨®moda, y si me llamo cristiana es porque es parte de mi cultura. Me considero una feminista cristiana que est¨¢ decidida a ayudar a las mujeres a encontrar su propia voz, y por eso he escrito mi libro.
El nombre de Jane Fonda sigue metiendo el dedo en una llaga llamada Vietnam. Durante su reciente gira por Estados Unidos para firmar su libro, un veterano de guerra la escupi¨® en la cara, e Internet bulle con los improperios de aquellos que no la perdonan que se dejara fotografiar sentada en una bater¨ªa antia¨¦rea en su viaje a Hanoi el a?o 1972. "Si me utilizaron, yo dej¨¦ que pasara. Fue mi error, y he pagado y contin¨²o pagando un precio muy alto", se disculpa con cuidado de lo que describe como "un lapso mental de dos minutos" que la acompa?ar¨¢ hasta la muerte. Pero las disculpas acaban ah¨ª, y la Fonda guerrera sobre la que el FBI y la CIA abri¨® un expediente de 22.000 p¨¢ginas -"muy ¨²tiles cuando uno escribe su biograf¨ªa", bromea- vuelve a salir a flote a favor de la paz y en contra de una Administraci¨®n que gobierna con mentiras y con miedo.
?Se esperaba esta airada reacci¨®n ante el libro?
Tambi¨¦n tengo muchos seguidores entre los veteranos, incluidos los de Vietnam. He recibido muchas cartas de aquellos que me perdonan por esa foto o que entienden mi oposici¨®n a la guerra. A esa guerra. Pero el mito que existe sobre mi persona es m¨¢s grande que yo, alimentado por una derecha de miras muy estrechas que me necesita para darle rostro al enemigo, y yo no puedo luchar contra eso.
Ahora hay otro Gobierno y otra guerra que muchos consideran igual de injusta.
Prefiero no hablar mucho de ello, pero llevo en la sangre la lucha a favor del m¨¢s d¨¦bil y odio a los matones. Y como pa¨ªs, nos hemos vuelto uno de ellos, algo que no me gusta. Sadam Husein tambi¨¦n era un mat¨®n y hab¨ªa que solucionarlo, pero no creo que necesit¨¢ramos invadir el pa¨ªs. Hab¨ªa otros m¨¦todos. Son muchos en este pa¨ªs los que piensan como yo, y a los que les entristece la cantidad de inocentes, tanto estadounidenses como iraqu¨ªes, que est¨¢n muriendo.
Aquellos que se han dejado o¨ªr contra la invasi¨®n de Irak han recibido las mismas cr¨ªticas que recibi¨® usted durante la guerra de Vietnam.
Aun as¨ª, sigue siendo importante que levantemos nuestras voces. Lo que m¨¢s echo de menos en la actualidad es que los medios de comunicaci¨®n abran la boca. Est¨¢n asustados, temen que les tachen de liberales y se obsesionan con la llamada objetividad. Eso es muy peligroso. Pero vivimos tiempos peligrosos. Peor que el Watergate. La gente que abre la boca contra la actual Administraci¨®n acaba siendo objeto de las represalias m¨¢s burdas. Mira a Jimmy Carter. Invitaron a los ex presidentes al funeral del Papa menos a ¨¦l por sus cr¨ªticas a [George W.] Bush. No se les pasa la menor de las cr¨ªticas sin que pagues por ello.
?Ha pensado en ofrecer su apoyo pol¨ªtico a alg¨²n candidato?
Mi nombre sigue levantando muchos demonios. No hay m¨¢s que ver los ataques que hicieron contra [el aspirante a la presidencia] John Kerry cuando le intentaron vincular a mi figura.
?Ni tan siquiera con una posible candidata mujer a la presidencia?
Depende de qu¨¦ tipo de mujer estemos hablando, porque las hay que no son m¨¢s que ventr¨ªlocuos del patriarcado, y prefiero no mencionar nombres, aunque una es la mano derecha del actual presidente. Por el mero hecho de vestir faldas y tener pecho no significa que seas una mujer. Lo m¨¢s importante es que el ser humano, hombre o mujer, que ocupe la Casa Blanca piense con el coraz¨®n y con la cabeza. A este presidente lo mantienen las mentiras y la manipulaci¨®n. Debemos recordar que nuestro Gobierno es capaz de mentirnos para perpetuar una guerra incluso si eso significa la muerte de nuestros soldados.
Cuando Jane Fonda anunci¨® su jubilaci¨®n de Hollywood, despu¨¦s de casarse con Ted Turner, fueron muchos los que comentaron que a la actriz a¨²n le quedaban "una o dos pel¨ªculas" en el cuerpo. No se equivocaron, y 15 a?os despu¨¦s de su ¨²ltimo rodaje, el lanzamiento de su libro coincide con el estreno de Monster in law, una comedia simplona junto a Jennifer L¨®pez en la que Fonda tiene un papel secundario, la suegra infernal. La actriz parece divertida con este regreso, que se toma como quien mata el gusanillo de la curiosidad para ver si en esta nueva etapa de su vida ser¨ªa capaz de divertirse en el cine como apenas lo disfrut¨® antes. Pero ahora ya no duda de su habilidad como actriz, un don que le confirm¨® Lee Strasberg en su juventud y que ahora compara con el sexo o como montar en bicicleta, algo que nunca se olvida.
De todos los proyectos que le han podido ofrecer, ?por qu¨¦ 'Monster in law'?
?Por qu¨¦ no? Me lleg¨® este gui¨®n con un personaje c¨®mico y excesivo que nunca hab¨ªa hecho antes, y que me ofrec¨ªa la oportunidad de volver al cine. Pod¨ªa disfrutarlo porque no ten¨ªa la responsabilidad de la pel¨ªcula en mis hombros. Y tampoco te creas que recibo tantas ofertas. Me pasa igual que con las citas, cero. Adem¨¢s, pongamos las cartas sobre la mesa, necesitaba el dinero.
Eso va a ser m¨¢s dif¨ªcil de explicar.
Trabajo en Georgia, donde vivo, y hace 10 a?os inici¨¦ la campa?a para la Prevenci¨®n de los Embarazos entre las Adolescentes y la Fundaci¨®n Jane Fonda. Tengo 67 a?os, lo que significa que no me quedan tantos a?os de vida, as¨ª que tengo que asegurarme de dejar una buena dotaci¨®n para que puedan continuar el trabajo sin m¨ª. Por eso necesito dinero, porque la mitad de mi salario va para la fundaci¨®n, para que contin¨²en su trabajo con los j¨®venes y las familias m¨¢s pobres de Georgia, inculcando esperanza, que es el mejor anticonceptivo. Me averg¨¹enza que seamos el pa¨ªs industrializado con el mayor ¨ªndice de embarazos juveniles, sida y abortos.
?No hubiera sido mejor elegir un proyecto m¨¢s relacionado con sus ideas?
Soy demasiado vieja para producir mis propias pel¨ªculas, y ya te digo que no hay tanta oferta. Algo m¨¢s personal me llevar¨ªa por lo menos tres a?os, y a mi edad cada a?o cuenta. Adem¨¢s, tampoco pienses que intento reactivar mi carrera art¨ªstica.
?La ech¨® de menos en alg¨²n momento?
En absoluto. Me gusta ir al cine y admiro el trabajo de otros. Me gust¨® mucho El aviador o Descubriendo Nunca Jam¨¢s. Tambi¨¦n admiro a Cate Blanchett en cualquiera de sus papeles, o a Meryl Streep en todo lo que hace. O a Vanessa Redgrave en Broadway con Long day's journey into the night. Pero ni se me pasa por la cabeza pensar en hacerlo yo.
?Un alarde de humildad?
Me estar¨ªa enga?ando a m¨ª misma si no reconociera que soy tan competitiva como el que m¨¢s, y despu¨¦s de vivir una d¨¦cada junto a Ted [Turner], el hombre de los n¨²meros, lo soy a¨²n m¨¢s. Pero no me preocupa mucho el resultado de la taquilla. Lo que me importa ahora mismo es mi libro, porque pienso que es importante para la gente.
?Ha notado alg¨²n cambio en la industria del cine en estos 15 a?os?
No creo que antes vivi¨¦ramos un escrutinio tan intenso por parte de los medios. Ahora es constante. Te dejan muy poca intimidad. Pero nadie dijo que la vida sea justa, y nunca me ha gustado cuando los famosos se quejan de estas cosas.
Su nueva pel¨ªcula 'Monster in law', ?est¨¢ muy lejos de 'El regreso'?
Los filmes de comer palomitas han existido toda la vida, pero es cierto que hoy por hoy ser¨ªa dif¨ªcil producir algo como El regreso. Pero El s¨ªndrome de China se podr¨ªa hacer sin problemas. O C¨®mo eliminar a su jefe. En el estanque dorado dio problemas incluso entonces. No logr¨¦ la financiaci¨®n en Estados Unidos y tuve que recurrir a Europa porque no pod¨ªamos conseguir un seguro, ya que mi padre estaba muy enfermo. Y a m¨ª me ve¨ªan como a una cr¨ªa [se le escapa una sonora carcajada].
?Es ¨¦sta una de sus pel¨ªculas preferidas?
Fue un trabajo muy especial porque la produje y mi padre consigui¨® el Oscar cinco meses antes de morirse. Pero tambi¨¦n me gusta Descalzos por el parque, la m¨¢s divertida que he hecho y de las pocas veces que disfrut¨¦ en un rodaje. ?Cualquier cosa con Robert Redford es tan rom¨¢ntica! Klute tambi¨¦n la disfrut¨¦ enormemente y creo que es el mejor trabajo que hice nunca. El regreso fue la primera pel¨ªcula en la que particip¨¦ en su creaci¨®n [como productora]. Y el personaje que m¨¢s he admirado de mi carrera es el que hice para televisi¨®n titulado The dollmaker.
Las fotos que ilustran Mi vida muestran no una, sino las muchas mujeres que habitaron durante estas seis d¨¦cadas el cuerpo de Jane Fonda: la ni?a mofletuda con los mismos ojos del padre; la seductora con botas de dominanta y melena de leona; la hippy con el s¨ªmbolo de la paz siempre listo; la reina del workout, con mallas y calentadores en las piernas, o la emperifollada se?ora de? Rostros de hija, hermana, madre o abuela; etapas de una vida en donde la belleza no lo fue todo, pero la b¨²squeda de la perfecci¨®n lleg¨® a ser "una pesadilla t¨®xica". Un mal sue?o en el que entre otras transformaciones lleg¨® a aceptar esos implantes de pecho que cuando se extirp¨® hace unos a?os le ganaron las felicitaciones de su hijo, que le dijo: "?Mam¨¢, finalmente est¨¢s proporcionada!".
Ese tipo de implantes son ahora un regalo de graduaci¨®n de lo m¨¢s habitual entre las m¨¢s j¨®venes.
Lo lamento en el alma, y entiendo perfectamente a quienes recurren a todo con tal de cambiar su figura porque s¨¦ la presi¨®n que sienten, mucho mayor de la que sol¨ªa haber en estos temas. Me gustar¨ªa que esto cambiara porque no deber¨ªamos aspirar a sentirnos perfectos, sino completos.
?Ha perdido la vanidad que caracteriza a una estrella de su talla?
En absoluto, y el mejor ejemplo te lo puedo dar en Monster in law. En toda mi carrera como actriz, nunca me he perdido una proyecci¨®n de lo que se est¨¢ rodando. Por eso En el estanque dorado me asombr¨® que Katharine Hepburn no acudiera a ver sus tomas. Me pareci¨® raro, dado que la hac¨ªa como yo en estos temas, y se lo pregunt¨¦: "Miss Hepburn, ?no viene a ver las tomas?". Ella me contest¨® enseguida. "Con El le¨®n en invierno me di cuenta de que prestaba m¨¢s atenci¨®n a mis arrugas que a lo que era bueno para la pel¨ªcula y supe que era el momento para dejar de verme en la pantalla". Ahora me toca a m¨ª el turno de dejar de mirarme en la pantalla.
Uno nunca se acostumbra a envejecer.
Especialmente alguien como yo, que me cri¨¦ en la d¨¦cada de los cincuenta, por lo que nunca me sent¨ª enteramente c¨®moda en mi pellejo. Al menos ahora soy bastante m¨¢s generosa conmigo, mucho m¨¢s capaz de aceptar el "no est¨¢ tan mal" que antes, aunque ha sido un aprendizaje largo y doloroso.
?Sirvieron de algo todos esos a?os como reina del aer¨®bic? ?Sigue haciendo ejercicio?
No de forma obsesiva. Procuro mantenerme en forma y ser una persona saludable, aunque ahora poco puedo hacer con la osteoartritis que padezco. Tampoco me daba ya por levantar pesas, pero me segu¨ªan gustando las largas caminatas o hacer bicicleta.
Y en cuesti¨®n de moda, ?se permite esa parte tan t¨ªpica de la vanidad femenina?
Nunca ha sido una parte importante de mi vida, pero despu¨¦s de 15 a?os viviendo en el sur, ya me va eso de los conjuntos, ir conjuntada de bolso y zapatos. O en el colorido que me dan estos pendientes [me muestra un conjunto de pendientes de diamantes que se quit¨® hace rato y con los que lleva jugando distra¨ªdamente durante la conversaci¨®n]. Jennifer [L¨®pez] me introdujo al mundo de los diamantes. Un d¨ªa habl¨¢bamos de que la ¨²nica joya que ten¨ªa me la hab¨ªa comprado yo misma, y me dijo que ella me pod¨ªa ense?ar algo en ese campo. Cuando acab¨® el rodaje de Monster in law me regal¨® este reloj de diamantes. Yo me compr¨¦ los pendientes a juego, as¨ª que puedo decir que Jennifer es quien me ha ense?ado a apreciar los diamantes.
Y en cuesti¨®n de hombres, ?hay tambi¨¦n un nuevo cap¨ªtulo preparado en su vida?
Ni idea. El otro d¨ªa, una adivina me dijo que este a?o conocer¨ªa al hombre de mi vida, pero no estoy buscando. Si hay algo que he aprendido de mis matrimonios es que nunca debes olvidarte de ti. Si siempre cedes para que la relaci¨®n funcione, al final lo ¨²nico que florece debajo de tanta negaci¨®n es la rabia. ?sa ser¨ªa la ¨²nica raz¨®n por la que volver¨ªa a intentarlo, para comprobar si he aprendido lo que pienso que he aprendido. Pero lo veo dif¨ªcil porque mi vida se reparte entre mis perros y mis nietos.
?Entonces descarta la posibilidad de volver a casarse?
Cari?o, a mi edad uno nunca descarta nada. Pero si mi nieto se convirtiera en el ¨²ltimo hombre de mi vida no me importar¨ªa lo m¨¢s m¨ªnimo.
Las memorias de Jane Fonda, 'Mi vida', ser¨¢n publicadas en Espa?a por la editorial Temas de Hoy a mediados del pr¨®ximo mes de octubre.
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