Las deudas de juego de Bush
Las pol¨ªticas econ¨®micas de George W. Bush se han basado en una apuesta extraordinariamente irreflexiva que refleja la coalici¨®n pol¨ªtica de dos grandes fuerzas: los superricos y los cristianos evang¨¦licos. Como dichas pol¨ªticas est¨¢n fracasando, los mercados econ¨®micos mundiales reaccionan negativamente, aumentando la incertidumbre de la econom¨ªa mundial, y hay poca tranquilidad a la vista, ya que EE UU est¨¢ entrando en un periodo de prolongado enfrentamiento pol¨ªtico interno y de estancamiento.
La motivaci¨®n de los superricos para unirse a la coalici¨®n de Bush fue un objetivo supremo: los recortes tributarios. Los evang¨¦licos se sintieron atra¨ªdos por la oposici¨®n de Bush al aborto y al matrimonio de los homosexuales, y las promesas de que la Administraci¨®n p¨²blica respaldar¨ªa efectivamente las actividades religiosas. Bush cre¨ªa que los recortes tributarios para los ricos se equilibrar¨ªan en alg¨²n momento mediante la reducci¨®n de los gastos, pero nunca se lo explic¨® a la poblaci¨®n. Durante cuatro a?os fingi¨® que los d¨¦ficit presupuestarios carec¨ªan de importancia. S¨®lo despu¨¦s de la reelecci¨®n empez¨® a explicar que los grandes d¨¦ficit presupuestarios exigen recortes en la seguridad social, en el gasto sanitario y en otras ¨¢reas.
Los extranjeros mostrar¨¢n cada vez menos entusiasmo por seguir prestando a Estados Unidos, lo cual debilitar¨¢ a¨²n m¨¢s el d¨®lar
El problema es que la apuesta irreflexiva de Bush ha adquirido ahora un considerable impulso pol¨ªtico. Tan pronto como sali¨® reelegido, el presidente empez¨® a proponer recortes a programas p¨²blicos populares, pero su propio partido los est¨¢ rechazando. Dado que el Congreso, controlado por los republicanos, est¨¢ intentando ahora que los recortes tributarios para los ricos se vuelvan permanentes, el mundo empieza a darse cuenta de que los d¨¦ficit presupuestarios de EE UU se han afianzado, y que no se vislumbra su fin. Como la econom¨ªa estadounidense es tan grande, y el d¨®lar tan importante para las finanzas mundiales, los d¨¦ficit presupuestarios cr¨®nicos en Estados Unidos tienen enormes repercusiones en todo el mundo. Ahora que los mercados financieros comprenden que EE UU necesitar¨¢ pedir enormes cantidades en el exterior en los pr¨®ximos a?os, el d¨®lar est¨¢ perdiendo fuerza. Y lo que resulta m¨¢s inquietante, tambi¨¦n es probable que los bancos extranjeros dejen de estar dispuestos a prestar a EE UU. Al fin y al cabo, ?por qu¨¦ iban los bancos centrales de China, Jap¨®n, Corea del Sur y otros pa¨ªses asi¨¢ticos a acumular enormes carteras de bonos del Tesoro estadounidense, si es probable que el d¨®lar pierda valor en los pr¨®ximos a?os?
Curiosamente, aunque no nos pille de sorpresa, EE UU est¨¢ culpando a otros de sus problemas. Los enormes recortes tributarios y el aumento del gasto militar han provocado un enorme aumento de las importaciones, y por consiguiente, la d¨¦bil situaci¨®n fiscal de Estados Unidos va ahora acompa?ada de un enorme d¨¦ficit comercial. Pero los pol¨ªticos estadounidenses culpan a China y a otros pa¨ªses de "comercio desleal", y han llegado a amenazarlos con imponerles sanciones.
Esta respuesta a los problemas de cosecha propia funciona con el electorado, pero es rid¨ªcula y denota ignorancia, sobre todo porque EE UU depende de China para ayudar a soportar sus d¨¦ficit fiscales. B¨¢sicamente, EE UU est¨¢ arremetiendo contra su propio banquero, pero sin dejar de pedirle m¨¢s pr¨¦stamos. Cuando Bush solicit¨® recortes en el gasto a comienzos de este a?o -incluida una reforma de la seguridad social que pretende reducir las prestaciones futuras-, los financieros mundiales esperaban que Bush se saldr¨ªa con la suya, si no del todo, al menos en gran medida.
Poco imaginaban que el electorado estadounidense, que de hecho nunca respald¨® los recortes de gastos, se resistir¨ªa. A medida que la realidad se impone, las perspectivas econ¨®micas se ensombrecen. Los extranjeros mostrar¨¢n cada vez menos entusiasmo por seguir prestando a EE UU, lo cual debilitar¨¢ a¨²n m¨¢s al d¨®lar, obligar¨¢ a subir los tipos estadounidenses y amenazar¨¢ con debilitar la Bolsa y el gasto consumista del pa¨ªs. Pero mientras se acumulan nubes de tormenta para el pr¨®ximo a?o, la coalici¨®n pol¨ªtica que puso a Bush en el poder refrenar¨¢ el avance hacia la soluci¨®n del caos fiscal. La apuesta de Bush ten¨ªa todas las de perder desde el principio y ha tenido caras consecuencias -principalmente para EE UU, pero tambi¨¦n para el resto del mundo- que se prolongar¨¢n durante a?os.
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