Ruido
No recuerdo qui¨¦n lo dijo y por lo tanto desconozco la autoridad que lo respalda: "La inteligencia es inversamente proporcional a la capacidad de soportar el ruido". En cualquier caso, acert¨® a definir esta raz¨®n cuya exactitud est¨¢ avalada por hechos f¨¢cilmente verificables, como la incapacidad del cerebro para, en condiciones de ruido excesivo, desempe?ar casi cualquier funci¨®n aparte de contenerlo.
Compru¨¦benlo en alg¨²n local de copas. Introd¨²zcase en la espesa masa sonora que lo llena y que inunda hasta los pulmones haci¨¦ndolos vibrar, e intente ejecutar alguna acci¨®n que requiera m¨¢s coordinaci¨®n que la de llevarse el cubata a la boca, o elaborar alg¨²n pensamiento m¨¢s complejo que la mera reproducci¨®n de t¨®picos.
Para conseguirlo, su cerebro necesita primero expulsar el ruido que lo oprime dentro del cr¨¢neo y, como la tarea no resulta nada f¨¢cil dada su potente persistencia, se volver¨¢ molesto e insufrible. Puede que lo consiga si goza usted de facultades intelectuales por encima de la media, pero entonces, a la hora de comunicarse, se encontrar¨¢ con la dificultad f¨ªsica de imponer su voz sobre el alarmante exceso de decibelios, harto superior al nivel por encima del cual es considerado nocivo por las autoridades sanitarias. Y sin embargo, estos establecimientos son abarrotados cada fin de semana por grupos de gente que no deben tener nada interesante de que hablar ni decirse, y buscan llenar su vac¨ªo mental con ruido, mientras m¨¢s s¨®lido mejor.
Esta avidez por el elevado volumen sonoro ha dado lugar a una desaforada escalada de potencia en los equipos de reproducci¨®n. Por otra parte, ya cualquier celebraci¨®n, sea cual sea su naturaleza, no parece adquirir tono festivo hasta que no se engloba en una atm¨®sfera atronadora, desde el fastidioso botell¨®n hasta las tradicionales ferias, que se organizan como una descomunal semiesfera de estruendo infernal en cuyo seno se disponen las casetas y las atracciones. Incluso el car¨¢cter campestre de las romer¨ªas se intenta velar concienzudamente tras un esc¨¢ndalo impropio y artificial.
Nuestro pa¨ªs, que no destaca en demasiado ¨¢mbitos, s¨ª est¨¢ en los puestos de cabeza en cuanto a niveles sonoros lo que, si damos por cierta la proposici¨®n inicial, nos lleva a la conclusi¨®n de que, en consecuencia, no debemos ser muy espabilados, y nos permite explicarnos, al menos parcialmente, algunas cosas.
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