El mejor embajador de Israel
El Maccabi, campe¨®n europeo de baloncesto por quinta vez, es la ¨²nica entidad deportiva del pa¨ªs que destaca a nivel internacional
Pabell¨®n Olimpisky de Mosc¨². El Maccabi de Tel Aviv acaba de ganar su segunda Euroliga de baloncesto consecutiva y los 7.000 orgullosos seguidores estallan de j¨²bilo. Todos quieren abrazar al entrenador, Pini Gershon. El primero que lo consigue no es otro que el presidente de Israel, Moshe Katsav. Emocionado y ante las c¨¢maras de la televisi¨®n israel¨ª, exclama: "Otra vez lo hab¨¦is hecho, Pini; otra vez hab¨¦is dado una alegr¨ªa a todo un pa¨ªs".
El Maccabi vive en su rutina. Se trata, sin duda, de la marca m¨¢s conocida de Israel. La m¨¢s vendida, la m¨¢s seguida, y sobre todo, de ah¨ª quiz¨¢ la clave, la m¨¢s exitosa. En su palmar¨¦s, nada menos que cinco Copas de Europa (las dos ¨²ltimas, en formato de Euroliga), 44 Ligas y 34 Copas. Pero, m¨¢s all¨¢ de los t¨ªtulos, Maccabi es el orgullo. Es la ¨²nica entidad deportiva israel¨ª que destaca a nivel internacional y, en palabras del eterno presidente, Shim¨®n Mizraji, "es el mejor embajador del pa¨ªs".
Maccabi Tel Aviv naci¨® como club de baloncesto en los a?os 30. Su nombre homenajea la revuelta de los macabeos, un reducido grupo de jud¨ªos que lucharon y vencieron, en el a?o 164 antes de Cristo, a las fuerzas ocupantes del rey greco-sirio Antioco Epifanes. En 1969, la todopoderosa empresa alimenticia Elite se hizo cargo del patrocinio del club y, a partir de ese momento, se convirti¨® en el buque insignia de toda una naci¨®n.
En casa, sin embargo, no todo son aplausos. "?C¨®mo pueden decir que representan a Israel cuando s¨®lo hacen jugar a un israel¨ª, Tal Burnstein", se queja Yossi, seguidor del equipo rival, el Hapoel. Parad¨®jicamente, la principal figura que ha pasado por las filas del Maccabi ha sido un israel¨ª: Mikey Berkovitz, art¨ªfice de dos Copas de Europa (1977 y 1981).
El prestigioso comentarista Ofer Shelaj explica que "el Maccabi es para los israel¨ªes una afirmaci¨®n nacionalista, como las hay en otros pa¨ªses; por ejemplo, el Barcelona. La diferencia es que cada triunfo del Maccabi es para el ciudadano la demostraci¨®n de que Israel tiene un hueco en el mundo. Tenemos un importante y a veces dram¨¢tico sentido de la supervivencia. Siempre pensamos que en Europa nos odian. No hay mejor respuesta que el deporte ante esa hostilidad. El equipo es un instrumento que une a los ciudadanos pobres o ricos, laicos o religiosos, de izquierdas o de derechas".
Una de las estrellas del equipo, el alero norteamericano Anthony Parker, renov¨® hace unos d¨ªas su contrato por dos temporadas. "Para m¨ª, el Maccabi no es un equipo m¨¢s. Es mi familia. Aqu¨ª no juego s¨®lo para ganar dinero o t¨ªtulos. Aqu¨ª siento que todo un pa¨ªs nos sigue", explica. Parker, como el resto de los jugadores, se ha acostumbrado a escuchar en todas las canchas europeas gritos a favor de Palestina y en contra de Israel. Pero ellos nunca entran en temas pol¨ªticos. Tambi¨¦n se han acostumbrado a la silenciosa e invisible escolta de los agentes del Mossad.
Ayer, unas 200.000 personas se congregaron en el parque Hayarkon de Tel Aviv para recibir a sus ¨ªdolos. Uno de los gritos m¨¢s escuchados fue: "Saras, qu¨¦date", La estrella lituana, Sarunas Jasikevicius, tricampe¨®n europeo (con el Bar?a y dos veces con el Maccabi) no da pistas sobre su futuro. Guideon, un joven aficionado, se consolaba: "Si se va, ser¨¢ dif¨ªcil sustituirle, como fue con Berkovitz. Pero el Maccabi seguir¨¢ siendo el Maccabi".
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