La inquietante tarde de Rajoy

Se supon¨ªa que era el jefe de la oposici¨®n, Mariano Rajoy, quien iba a marcar el tono del debate sobre el estado de la naci¨®n pero la sesi¨®n parlamentaria no se desarroll¨® exactamente as¨ª. Rajoy eligi¨® un tono duro, en momentos casi incendiario, pero no logr¨® lo que deb¨ªa ser su principal objetivo: arrastrar al presidente del Gobierno a ese campo de batalla. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero se neg¨® en redondo a excitarse, y a excitar el ambiente, y bas¨® toda su estrategia, una vez m¨¢s, sobre el tablero del enfriamiento y el talante. Al final, la sesi¨®n se cerr¨® con un sabor amargo: el principal partido de la oposici¨®n hab¨ªa anunciado en sede parlamentaria nada menos que "no seguir¨¢", no apoyar¨¢, la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno.

El presidente del Gobierno hab¨ªa hecho por la ma?ana un discurso confiado, en el que se cuidaba mucho su imagen presidencial y la naturalidad como principal arma de convicci¨®n: todo va razonablemente bien y no hay motivos para el dramatismo o la tragedia. Zapatero intercal¨® dos compromisos importantes: llevar¨¢ al Parlamento cualquier posible di¨¢logo con ETA y no negociar¨¢ unilateralmente sistemas de financiaci¨®n con ninguna comunidad aut¨®noma, Catalu?a incluida. Habr¨¢ un nuevo sistema de financiaci¨®n, pero se plantear¨¢ y negociar¨¢, como hasta ahora, en un organismo colegiado.

Cuando lleg¨® el turno de Rajoy qued¨® claro que, como cualquier jefe de la oposici¨®n, iba a intentar minar la credibilidad del jefe del Gobierno. El inicio de su discurso fue un ataque duro, directo y total a la actividad desarrollada por Zapatero en su primer a?o, sin dejar departamento ni pol¨ªtica sin tocar. Pero qued¨® claro tambi¨¦n que Rajoy no conf¨ªa ni en la econom¨ªa, ni en las cr¨ªticas de la Iglesia, ni en el debate estatutario para armar su oposici¨®n. El campo que ha elegido es mucho m¨¢s inquietante: la pol¨ªtica antiterrorista. Por eso su tono fue subiendo hasta llegar al n¨²cleo duro de esa estrategia: "?Ser¨¢ cierto que usted, Otegi e Ibarretxe se proponen enga?arnos a todos?". "Usted se ha propuesto cambiar de direcci¨®n, traicionar a los muertos, y permitir que ETA recupere las posiciones que ocupaba antes de su arrinconamiento".

Si lo que pretend¨ªa Rajoy era provocar una reacci¨®n descontrolada de Zapatero, no lo logr¨®. Toda la operaci¨®n tuvo, quiz¨¢s, efectos secundarios para el l¨ªder del PP, porque intentando explicar la supuesta radicalidad del presidente del Gobierno se vio ¨¦l mismo arrastrado a un vocabulario muy grueso y a una imagen de extremismo, de derecha extrema, incapaz de dialogar y de apoyar a un Gobierno que no sea el propio.

La batalla qued¨® planteada en t¨¦rminos de credibilidad y la mayor¨ªa de los grupos parlamentarios anunci¨® que se la seguir¨¢ otorgando mucho m¨¢s al Gobierno que al PP. Rajoy s¨®lo hab¨ªa intentado dejar abierta una peque?a puerta con Converg¨¨ncia i Uni¨®, alabando a los catalanes en t¨¦rminos generales y a Jordi Pujol en particular. Pero el portavoz de CiU, Duran Lleida, no le agradeci¨®, en absoluto, el cumplido. "En su momento no hicieron ustedes caso de nuestras propuestas de mayor autonom¨ªa. Sobran ahora los halagos", vino a decirle.