Zapatero se compromete a consultar al Congreso los pasos para lograr el fin de ETA
El posible final del terrorismo de ETA se erigi¨® en v¨¦rtice del debate del estado de la naci¨®n. Por parte del presidente del Gobierno, para solemnizar que "si se diera el caso", se compromete a acudir ante el Congreso "para explicar los pasos a dar y para solicitar el respaldo de todos los grupos pol¨ªticos al logro de la gran aspiraci¨®n de poner fin al terrorismo en Espa?a".
Por parte del l¨ªder del PP, Mariano Rajoy, con un discurso de extrema dureza, especialmente en el ¨¢mbito terrorista, que alcanz¨® el cenit cuando asegur¨® que Zapatero "se ha propuesto cambiar de direcci¨®n, traicionar a los muertos y permitir que ETA recupere las posiciones que ocupaba antes de su arrinconamiento".
"El fin de la violencia no tiene precio pol¨ªtico, pero la pol¨ªtica puede ayudar al fin de la violencia", dice el presidente
El Gobierno advierte de que la modificaci¨®n de la financiaci¨®n auton¨®mica "ser¨¢ acordada multilateralmente en el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal"
El representante de ERC, Joan Puigcerc¨®s, ofrece lealtad al Gobierno central si ¨¦ste "no retrocede en el avance hacia el federalismo"
El portavoz de CiU, Duran Lleida, acusa al Ejecutivo de traicionar a Catalu?a por negarse a una negociaci¨®n bilateral sobre los futuros ingresos
Rajoy acusa a Zapatero de "poner al pa¨ªs patas arriba, organizar el mayor l¨ªo auton¨®mico y revigorizar a ETA"
El jefe del Ejecutivo juzga la intervenci¨®n del l¨ªder del PP como un "profundo retroceso en el discurso de la derecha"
La menci¨®n a los muertos son¨® como un trallazo. Zapatero subi¨® a la tribuna con gesto claramente contrariado. Tanto como para pedir a Rajoy que la retirase. Antes, Eduardo Madina, el diputado socialista que sufri¨® el zarpazo de un brutal atentado, levant¨® los brazos en gesto claro de perplejidad y de reproche.
El debate se inici¨® por la ma?ana con hora y media de intervenci¨®n por parte de Zapatero en la que hizo un repaso de la acci¨®n de Gobierno durante este a?o, con menci¨®n a cada ministerio y con un balance global e individual, tan optimista que, al acabar la sesi¨®n, la mayor¨ªa de la oposici¨®n le acus¨® de triunfalismo. Zapatero fue salpicando su intervenci¨®n con el anuncio de m¨¢s de una docena de proyectos de ley que llegar¨¢n este a?o al Congreso de los Diputados.
En las tribunas de invitados se sentaron la esposa de Zapatero, Sonsoles Espinosa, su padre y su hermano, y algunos pol¨ªticos, entre ellos el presidente de Arag¨®n, Marcelino Iglesias, y el l¨ªder del Partido Socialista de Euskadi, Patxi L¨®pez. Por la tarde se sumaron dos dirigentes del PP, Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, y el l¨ªder en Catalu?a, Josep Piqu¨¦.
La presencia de L¨®pez, a la vista del contenido del debate, puede interpretarse como algo m¨¢s que un gesto de cortes¨ªa hacia el presidente del Gobierno.
La menci¨®n de Zapatero al terrorismo no s¨®lo ocup¨® casi un folio de su primera intervenci¨®n, sino que hizo patente el prop¨®sito decidido de emprender el camino hacia la recta final.
Lo anunci¨® como "un deber de trabajar para lograr ese fin", con la advertencia de que "nadie debe hacerse ilusiones porque la historia de ETA no lo permite", pero de forma que, por vez primera, en sede parlamentaria hizo expl¨ªcito que el intento ser¨¢ una de las l¨ªneas de trabajo del Gobierno en los pr¨®ximos meses. Lo demostr¨® con esta frase que era broche del discurso en este terreno: "El fin de la violencia no tiene precio pol¨ªtico, pero la pol¨ªtica puede contribuir al fin de la violencia".
Para remarcar, m¨¢s a¨²n, la importancia del objetivo y la decisi¨®n de intentar alcanzarlo, el presidente abri¨® su discurso, tras un breve exordio inicial, abordando abiertamente el problema del terrorismo y el compromiso de liquidarlo en esta legislatura.
Cuando el pleno se reanud¨® por la tarde, tom¨® la palabra Rajoy como l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n. El arranque fue de una dureza formal extraordinaria; tanta que la catarata de denuestos amenaz¨® en muchos momentos con ahogar el discurso pol¨ªtico.
Rajoy orill¨®, de modo deliberado, cualquier apariencia de moderaci¨®n o de centrismo; acus¨® a Zapatero de organizar "el mayor l¨ªo auton¨®mico", de "poner en almoneda la idea de Espa?a y la estructura del Estado", de enfrentar a las comunidades aut¨®nomas, desguazar la pol¨ªtica anterior, hacer trizas el Plan Hidrol¨®gico, paralizar las obras p¨²blicas, arruinar la pol¨ªtica educativa, degradar la pol¨ªtica exterior, y adem¨¢s, le asegur¨® que "ha traicionado la Ley de Partidos Pol¨ªticos y acaba de meter en el congelador" el Pacto Antiterrorista.
Para Rajoy, si ahora terminase el mandato de Zapatero, pasar¨ªa a la historia "como el hombre que en un a?o puso el pa¨ªs patas arriba, detuvo los avances, cre¨® m¨¢s problemas que soluciones, hizo trizas el consenso del 78, sembr¨® las calles de sectarismo y revigoriz¨® una ETA moribunda".
Como s¨ªntesis de todas estas imprecaciones, Rajoy lanz¨® a Zapatero esta acusaci¨®n: "?Es usted radical!". El ep¨ªteto provoc¨® aplausos de los diputados del PP. Lo singular es que desde los esca?os socialistas se sumaron a la definici¨®n y aplaudieron la menci¨®n a la radicalidad de su l¨ªder.
Rajoy reaccion¨® ironizando: "Celebro que en esto estemos todos de acuerdo", y luego Zapatero, haciendo expl¨ªcita su reacci¨®n ante la dureza de Rajoy, le espet¨®: "No s¨¦ c¨®mo se ha atrevido a calificarme como radical".
Luego evit¨® cualquier concesi¨®n a la iron¨ªa, le pidi¨® que retirase lo de la traici¨®n a los muertos del terrorismo, algo que Rajoy dio por no o¨ªdo, pese a que volvi¨® a reiterar la petici¨®n en la d¨²plica, y Zapatero calific¨® la intervenci¨®n como "profundo retroceso en el discurso de la derecha".
Hasta ese momento el pleno hab¨ªa transcurrido en t¨¦rminos de normalidad parlamentaria, sin m¨¢s interrupciones que los aplausos (38 a Zapatero en el discurso de la ma?ana, 20 a Rajoy en el suyo de la tarde, aunque en menos tiempo) y algunos rumores. Pero al llegar a este punto el clima se hab¨ªa agriado y la contestaci¨®n de Zapatero comenz¨® a ser interrumpida con voces y gritos. Se escuch¨® claramente un "?traidor!" y el presidente de la C¨¢mara, Manuel Mar¨ªn, intervino para pedir calma. Lo cierto es que poco despu¨¦s las aguas volvieron a su cauce.
Por la ma?ana, mientras Zapatero le¨ªa su discurso se oyeron varios gritos de "?Pinocho!", "?Mentiroso!". Al margen de lo anecd¨®tico, el debate entr¨® entonces en una larga acumulaci¨®n de respuestas por parte del presidente y, sobre todo, se trivializ¨® con alusiones muy detalladas a acontecimientos del pasado, desde una menci¨®n de Zapatero a los gritos de "Pujol, enano, habla castellano", que seguidores del PP gritaron la noche de la victoria electoral de los populares en 1996, hasta el recordatorio de Rajoy a las pancartas que en las manifestaciones contra la guerra de Irak llamaban "asesinos" a los miembros de su partido.
En la misma l¨ªnea, aunque con m¨¢s enjundia, Zapatero se par¨® en recordarle a Rajoy las negociaciones con ETA del Gobierno de Aznar, los encuentros previos con la direcci¨®n de Batasuna y hasta el lenguaje de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar al hablar del Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco (MLNV) para referirse a todo aquel conglomerado.
La financiaci¨®n auton¨®mica fue el segundo gran asunto del debate. Por la ma?ana, Zapatero comprometi¨® su palabra ante el Congreso, con un jarro de agua fr¨ªa a sus compa?eros de partido en Catalu?a y al Gobierno tripartito: el nuevo modelo de financiaci¨®n se acordar¨¢ "multilateralmente en el seno del Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera para posteriormente convertirse en reforma legislativa durante 2006".
M¨¢s tarde, el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran, acus¨® a Zapatero de "traicionar a Catalu?a" por negarse a apoyar la negociaci¨®n bilateral sobre los futuros ingresos de esa comunidad.
El traspaso del IRPF
Aqu¨ª tambi¨¦n utiliz¨® Zapatero la historia reciente como m¨¦todo de ataque, al recordarle a Rajoy que Aznar lleg¨® al Gobierno, en 1996, con un pacto unilateral con el Gobierno catal¨¢n de CiU, que presid¨ªa Jordi Pujol, al que se traspas¨® el 30% del IRPF.
Zapatero afe¨® a Rajoy que el PP defendiese entonces que se trataba de cohesionar y que ahora, ante un debate abierto, se opte por el "se rompe Espa?a".
Ya desde la ma?ana, como adelant¨¢ndose a las acusaciones de la tarde, utiliz¨® incluso una cierta ret¨®rica de tintes patri¨®ticos cuando se refiri¨® a "esta realidad hist¨®rica que generaciones y generaciones llamaron, llaman y llamar¨¢n Espa?a y a la que sienten como patria com¨²n".
Cuando ya el debate se hab¨ªa despe?ado por los ataques rec¨ªprocos, Rajoy le record¨® que para hacer pol¨ªtica hay que ser "patriota", y Zapatero replic¨® que el mejor patriota es el que no presume de serlo.
En medio de estos escarceos dial¨¦cticos, la cuesti¨®n de fondo sobre el terrorismo termin¨® de la peor forma posible. La ruptura, al menos tal y como se escenific¨® ayer, fue profunda.
Rajoy pidi¨® que retirase unas recientes afirmaciones del portavoz del PSOE, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, en el sentido de que el PP har¨¢ todo lo posible para evitar que se consiga el fin de ETA.
Zapatero le respondi¨® que antes deber¨ªa repasar las de distintos dirigentes del PP sobre este asunto, y concluy¨®: "Ha quedado claro que ustedes han decidido no apoyar al Gobierno en la lucha contra el terrorismo".
El Plan Galicia, sin duda por la proximidad de las elecciones en aquella comunidad, tambi¨¦n suscit¨® largos rifirrafes entre Zapatero y Rajoy. ?ste acus¨® al Gobierno de paralizar las licitaciones y el presidente del Gobierno se defendi¨® asegurando que lo que han hecho es "ejecutar" obras por valor muy superior a las que llev¨® a cabo el PP.
La pol¨ªtica de inmigraci¨®n ocup¨® buena parte de las tres horas y media que ambos l¨ªderes consumieron en el debate de la tarde. Para Rajoy, el fracaso es total. Para Zapatero, un ¨¦xito y ni siquiera en las cifras de inmigrantes regulares hubo acuerdo.
El debate con Joan Puigcerc¨®s (ERC) tuvo tintes de guante blanco. El portavoz independentista ofreci¨® lealtad al Gobierno de Espa?a si ¨¦ste "no retrocede en el avance hacia el federalismo". Eso s¨ª, advirti¨® al Congreso de que "deber¨¢" apoyar el Estatuto que venga de Catalu?a, refrendado "por el 90% de su Parlamento". Empez¨® hablando en catal¨¢n y Mar¨ªn le record¨® que las normas vigentes lo impiden.
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