Mentira
Demasiada gente sabe ya que en el periodismo no todo el monte es or¨¦gano.
Se tiene fe en lo que dicen los peri¨®dicos hasta que tratan de algo que te concierne personalmente. Es as¨ª. La inocencia dura hasta que te toca a ti personalmente lo que ves escrito.
Santos Juli¨¢ alertaba anteayer en la entrega de los premios Ortega sobre el uso cada vez m¨¢s frecuente de la mentira como sustento de los argumentos pol¨ªticos o period¨ªsticos. La falacia es tambi¨¦n un argumento, parece que se dicen a s¨ª mismos los que manipulan la verdad, cuanto m¨¢s da?o haga mejor.
La mentira literaria es imprescindible, cuanta m¨¢s fantas¨ªa mejor. Pero la mentira period¨ªstica convoca un desastre social, del que ahora tenemos ejemplos a diario. Xavier M¨¢s de Xax¨¢s, un joven periodista, acaba de alertar en un libro (publicado por Destino) sobre la mentira como costumbre en esta profesi¨®n. Alarma.
La mentira se adorna con burla. La burleter¨ªa est¨¢ a la orden del d¨ªa, afecta a personas concretas, se articula en medios concretos, y su groser¨ªa no paga ning¨²n precio. Se ampara, adem¨¢s, en las risitas con las que se tacha a la gente como si en lugar de voz los que insultan dispusieran de fumigadores de fuego.
Dan igual el prestigio, la dignidad, la verdad propiamente dicha; si el objetivo es derribar el honor de la persona se le pueden inventar declaraciones o hechos, se configura un esquema adecuado, y seguramente mafioso, para doblegar su moral, se le insulta, y luego, cuando el afectado se alza y busca la reparaci¨®n de su honor da?ado, se le vuelve a insultar y se le reta: "Eres una nenaza. ?B¨¢tete en duelo!". Luego se lanzan unas risitas y se hacen unos gui?os, esos codazos con los que se anima a s¨ª mismo el que insulta. "?Has visto? ?Lo he destrozado!". Las risitas simbolizan la naturaleza falaz del cinismo. "?Qu¨¦ m¨¢s da! ?Que se quede con el insulto!".
Se dan la mano los periodistas y los pol¨ªticos, en desayunos, almuerzos, meriendas y cenas, y la consecuencia es que cada vez m¨¢s se parecen las mentiras de unos y de otros. Y el sistema que se ha puesto en marcha es una maquinaria terrible cuyo primer afectado es el periodismo tal como hubi¨¦ramos querido que fuera.
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