'Telechivatos' del golf
Algunos telespectadores denuncian por tel¨¦fono faltas de los profesionales
Visto lo visto las ¨²ltimas semanas, los jugadores profesionales de golf, los que se juegan el cocido todas las semanas en los torneos de medio mundo, han descubierto una nueva verdad. La televisi¨®n es peligrosa.
Por lo menos es m¨¢s peligrosa para la bondad de su tarjeta que zonas arenosas, lagos, malezas, riachuelos y dem¨¢s obst¨¢culos naturales que pueblan los campos de golf. Bueno, no tanto la televisi¨®n como los compa?eros que despu¨¦s de jugar, o antes, matan las horas vi¨¦ndola. O los telespectadores ociosos que no tienen mejor cosa que hacer que llamar por tel¨¦fono a los ¨¢rbitros de los torneos cuando creen que un jugador ha hecho una incorrecci¨®n.
Son los telechivatos, el ¨²ltimo, y doloroso -como han comprobado recientemente Colin Montgomerie y Miguel ?ngel Mart¨ªn-, fen¨®meno del golf.
"Recibimos llamadas de espectadores que creen haber visto algo incorrecto", dice un ¨¢rbitro
Mart¨ªn, veterano jugador espa?ol, buscando una mejor posici¨®n para golpear su bola pis¨® un arbolito el jueves en Forest of Arden (Inglaterra), donde se disputaba el Masters Brit¨¢nico. Un telespectador lo vio en su casa, le pareci¨® que iba contra las normas y llam¨® por tel¨¦fono a Wentworth (Reino Unido), a las oficinas centrales del circuito europeo, desde donde le pasaron con el director del torneo.
"Recibimos unas ocho o diez llamadas al a?o de espectadores que creen haber visto algo incorrecto", dice Jos¨¦ Mar¨ªa Zamora, reputado director del torneo. "Y estamos obligados a verificarlas. Muchas veces no van a ning¨²n sitio, son espectadores equivocados, pero otras tienen raz¨®n".
Una vez recibida la llamada, el ¨¢rbitro del torneo se dirigi¨® al cami¨®n del realizador de televisi¨®n para ver las im¨¢genes en cuesti¨®n. En efecto, Mart¨ªn no pod¨ªa pisar aquel arbolito. Deb¨ªa ser castigado con dos golpes. El problema fue que cuando el ¨¢rbitro alcanz¨® tal conclusi¨®n, Mart¨ªn ya hab¨ªa entregado su tarjeta sin aplicarse la penalizaci¨®n. Consecuentemente, fue descalificado del torneo.
"La televisi¨®n nos sirve de ayuda para intentar evitar la descalificaci¨®n", explica Zamora. "Siempre intentamos ver las im¨¢genes antes de que termine el jugador su recorrido, para que se aplique la penalizaci¨®n antes de firmar su tarjeta, pero a veces no llegamos a tiempo".
Al escoc¨¦s Montgomerie, uno de los mejores europeos de las ¨²ltimas d¨¦cadas, lo delat¨® en Yakarta (Indonesia) S?ren Kjeldsen, un jugador dan¨¦s que participaba en el mismo torneo. El ¨²ltimo viernes de marzo, a ¨²ltima hora, Kjeldsen se apiad¨® de Montgomerie viendo por televisi¨®n las dificultades del escoc¨¦s para dar un golpe: ten¨ªa la bola en el rough, cerca de un b¨²nker (zona arenosa) y s¨®lo encontraba posici¨®n metiendo un pie en el agujero de arena, lo que era inc¨®modo e imposible. Pero Montgomerie no tuvo que dar ese golpe. Son¨® la alarma. Peligro de tormenta. A toda velocidad, Montgomerie, temeroso del peligro de los rayos para su integridad f¨ªsica, se fue del descampado. Dej¨® en el suelo la bola, pero no marc¨® el lugar exacto en el que la dejaba, por si acaso desaparec¨ªa.
El juego se reanud¨® la ma?ana siguiente, pero cuando Montgomerie lleg¨® al lugar en que hab¨ªa dejado la pelota el d¨ªa anterior no la encontr¨®. Alguien se la hab¨ªa llevado. Siguiendo el reglamento, y tras consultar a sus compa?eros de partido, Montgomerie coloc¨® una nueva bola en el lugar en el que cre¨ªa que estaba la desaparecida. Pero Kjeldsen, que tambi¨¦n lo ve¨ªa por la tele al d¨ªa siguiente, consider¨® que se hab¨ªa aliviado y llam¨® por tel¨¦fono al ¨¢rbitro, que era Zamora.
"Y yo enseguida vi las im¨¢genes por televisi¨®n, pero no pude apreciar ninguna incorrecci¨®n, ya que no las pude apreciar al mismo tiempo, la colocaci¨®n de un d¨ªa y la del siguiente", dice Zamora. "As¨ª que no penalic¨¦ a Montgomerie, porque partimos de la base de que el jugador nunca act¨²a con mala fe. Varias semanas despu¨¦s pude ver ambas im¨¢genes en paralelo, en la misma pantalla, y comprob¨¦ que, en efecto, el denunciante ten¨ªa raz¨®n. Montgomerie deber¨ªa haber sido penalizado".
Pero cuando Zamora lleg¨® a esta conclusi¨®n el resultado del torneo no pod¨ªa modificarse. La situaci¨®n se resolvi¨® con una reprimenda de sus compa?eros, una confesi¨®n contrita de Montgomerie y su promesa de donar los 24.000 euros de ganancias para ayudar a las v¨ªctimas del maremoto en Asia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.