Chopos y/o ¨¢lamos
Lo confieso. M¨¢s ornit¨®logo que botanista, todav¨ªa no he llegado a poder distinguir entre chopos y ¨¢lamos, y eso por mucho que frecuente los manuales o pregunte a quienes saben. Todo empez¨® a?os atr¨¢s cuando, en una librer¨ªa de ocasi¨®n de Dubl¨ªn, me encontr¨¦ con un ejemplar de las poes¨ªas de Machado que hab¨ªa pertenecido al ex catedr¨¢tico de Espa?ol del University College de mi ciudad natal, John D. Doyle (hoy, por cierto, completa, y no s¨¦ si inmerecidamente, olvidado). Doyle se hab¨ªa percatado de la afici¨®n del Machado de Campos de Castilla por dichos ¨¢rboles, y cada vez que tropezaba con una u otra palabra en el libro la subrayaba con la indicaci¨®n "black poplar" (chopo) o, sencillamente, "poplar" (¨¢lamo). ?Sab¨ªa el propio Machado la diferencia entre chopos y ¨¢lamos? Me temo que no, y que tampoco le preocupaba demasiado. En los poemas sorianos, ambos ¨¢rboles -seis letras cada uno, pero con personalidad y acentuaci¨®n cu¨¢n diferentes-, bordean indistintamente caminos, carreteras y riberas. Y en tal vez los versos m¨¢s conmovedores del ciclo -los que empiezan "Estos chopos del r¨ªo, que acompa?an/con el sonido de sus hojas secas/el son del agua cuando el viento sopla"-, es evidente que para Machado se trata del mismo ¨¢rbol, que en primavera se transforma en lira ta?ida por el viento ("lira verde" se hab¨ªa atrevido G¨®ngora a llamar al chopo cuatro siglos antes). Para Machado ser¨¢ inolvidable el camino entre San Polo y San Saturio, todav¨ªa hoy tan bello. Y una y otra vez surgir¨¢ despu¨¦s, en Baeza, mientras camina "solo, triste, cansado, pensativo y viejo", el recuerdo de los paseos con Leonor, sombreados por los ¨¢lamos, al lado del gran r¨ªo que, cruzando el coraz¨®n de Iberia, corre hacia Portugal, tierra de sus antepasados.
Al joven Lorca, que conoce a Machado en Baeza, le afectaron profundamente las Poes¨ªas completas del sevillano (1917). Ya sab¨ªa mucho de chopos y ¨¢lamos, tan abundantes en la Vega de Granada, pero tal vez los poemas sorianos le hicieron fijarse con m¨¢s atenci¨®n en los del Genil y del Cubillas. El hecho es que tanto los chopos como los ¨¢lamos tienen una presencia destacada en Libro de poemas (1921), donde se inclinan sobre el agua que canta entre ellos -entre ellos porque se trata de las choperas inundadas-, sollozan removidos por el caliente viento del Sur o dan cobijo a un cuco. Hasta hay uno, centenario y d¨ªscolo, que quiere propinarle un cachete a la luna. Adem¨¢s, al final del primer poema del libro, Veleta, tras insistir en que "las cosas que se van no vuelven nunca", y que no hay m¨¢s remedio que resignarse, el poeta pide confirmaci¨®n a quien lo sabe: "?Verdad, chopo, maestro de la brisa?".
Me imagino que existen tesis universitarias sobre la presencia -y el simbolismo- del ¨¢lamo o chopo en la poes¨ªa espa?ola, empezando con la copla popular (qu¨¦ hermosa aquella canci¨®n "De los ¨¢lamos vengo, madre,/de ver c¨®mo los menea el aire", que o¨ª por vez primera en la Granada de los a?os sesenta). La verdad es que no se concibe este pa¨ªs, de est¨ªos tan sedientos y calurosos, sin la grata compa?¨ªa, a lo largo de caminos, r¨ªos y arroyos, del ¨¢rbol cantor por antonomasia.
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