Protestas islamistas marcan los dos a?os de los atentados de Casablanca
La polic¨ªa marroqu¨ª todav¨ªa no ha identificado a los instigadores
Las conmemoraciones fueron discretas. La protesta sigue siendo ruidosa. De ah¨ª que el segundo aniversario de los atentados de Casablanca quedase ayer, en buena medida, relegado en Marruecos por la huelga de hambre de unos 1.200 presos islamistas severamente condenados por tribunales que trabajaron a destajo despu¨¦s de que cinco explosiones causasen 45 muertos -12 de ellos kamikazes- y m¨¢s de 100 heridos. La polic¨ªa de Marruecos todav¨ªa no ha establecido qui¨¦nes fueron los instigadores del atentado.
Los investigadores consideran que se atac¨® la Casa de Espa?a por ser "lugar de perdici¨®n"
Ante la estela conmemorativa que, hace 13 meses, inauguraron en Casablanca el rey Mohamed VI y el presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, se concentraron varios centenares de miembros de varias organizaciones no gubernamentales, empezando por la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del 16 de Mayo, y de la comunidad jud¨ªa.
Al menos dos de los cinco objetivos elegidos por los terroristas estaban relacionados con esa comunidad. Pero fue, sobre todo, en la Casa de Espa?a, un club social con restaurante, donde hubo m¨¢s muertos, entre ellos cuatro espa?oles, y heridos. Todav¨ªa hoy en d¨ªa los investigadores marroqu¨ªes siguen convencidos de que aquello no fue un golpe contra intereses espa?oles sino una acci¨®n contra un "lugar de perdici¨®n" donde se beb¨ªa mucho y se jugaba al bingo.
Dos a?os despu¨¦s de aquella matanza la polic¨ªa marroqu¨ª no ha establecido qui¨¦nes fueron sus instigadores, pese a que tres de los kamikazes no fallecieron, ya sea porque se asustaron o porque no lograron hacer estallar las cargas que portaban, y actualmente est¨¢n detr¨¢s de los barrotes. La polic¨ªa apunta, sin pruebas, a Karim Mejati, ca¨ªdo el 11 de marzo en una refriega con las fuerzas de seguridad saud¨ªes, y a Saad Husseini, huido de la justicia. Detr¨¢s de ellos planea la sombra del jordano Abu Musab al Zarqaui, el supuesto jefe de Al Qaeda en Irak.
Durante meses el Ministerio del Interior marroqu¨ª tambi¨¦n sostuvo que Mejati era el instigador del 11-M, pero la polic¨ªa espa?ola no encontr¨® ni rastro de sus hipot¨¦ticos viajes a la pen¨ªnsula. Husseni, su hermano en la lucha, s¨ª que pas¨® en cambio por Barcelona, a principios de esta d¨¦cada, camino de Afganist¨¢n.
En los meses sucesivos hubo entre 7.000 y 8.000 detenciones, 2.112 sospechosos fueron juzgados por tribunales que trabajaron a marchas forzadas y pronunciaron 1.417 condenadas, 17 de ellas a muerte, al amparo de una nueva ley antiterrorista votada apresuradamente. Las organizaciones no gubernamentales marroqu¨ªes de derechos humanos y, por supuesto, las asociaciones de beneficencia islamistas denunciaron el car¨¢cter expeditivo de aquellos juicios.
Despu¨¦s de varias huelgas de advertencia, los cuatro l¨ªderes espirituales del islam radical marroqu¨ª organizaron, desde el penal de Kenitra, donde estaban recluidos, una huelga de hambre indefinida que secundan, desde el pasado 2 de mayo, unos 1.200 reos repartidos por una docena de c¨¢rceles. Exigen su puesta en libertad.
En el aniversario de la matanza la prensa escrita marroqu¨ª dedic¨® m¨¢s espacio a la protesta islamista que a la conmemoraci¨®n. "Los salafistas abofetean la memoria de las v¨ªctimas", se indignaba en su portada el diario Aujourd'hui Le Maroc, mientras que el ¨®rgano socialista, Al Ittihad al Ichtiraki, se preguntaba: "?Se disponen los islamistas a pasar de nuevo a la acci¨®n?".
Por si no bastase esto, el Partido de la Justicia y Desarrollo (PJD), la ¨²nica formaci¨®n islamista legal, ha recordado, por boca de su diputado Habib Chubani, que "los juicios no fueron justos". "El Gobierno debe estudiar las sentencias caso a caso y hacer su autocr¨ªtica", se?ala. El PJD quiere tambi¨¦n enmendar la ley antiterrorista que ha dado pie, sostiene, a muchos abusos por parte de las fuerzas de seguridad.
A mediados de la semana pasada los contactos desarrollados entre fiscales y funcionarios del Ministerio de Justicia, por un lado, y los l¨ªderes de la protesta, por el otro, hicieron pensar que Rabat buscaba una soluci¨®n negociada a la huelga. Desde el pasado fin de semana da la impresi¨®n de que compagina la dispersi¨®n y el aislamiento de los jefecillos con intentos de persuasi¨®n de los m¨¢s enfermos para que renuncien a la huelga.
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