La revoluci¨®n de las mujeres
La incorporaci¨®n masiva de las mujeres a la lectura, un fen¨®meno que se ha incrementado mucho en la ¨²ltima d¨¦cada seg¨²n todos los expertos, representa el rasgo m¨¢s renovador de la afici¨®n a la literatura. En las librer¨ªas, en los transportes p¨²blicos, en los parques y en las bibliotecas, las mujeres, con un libro entre las manos, forman ya parte del paisaje. Ahora bien, las preferencias femeninas se inclinan abrumadoramente por la narrativa en perjuicio de otros g¨¦neros como las ciencias sociales, el ensayo o la poes¨ªa hasta el punto de que las planificaciones editoriales a la hora de lanzar una novela cuentan, sobre todo, con los gustos de las mujeres. "En la venta de una novela", relatan en varias editoriales, "se puede decir que el 70% del p¨²blico es femenino".
Los j¨®venes entre 14 y 25 a?os son la franja de edad con m¨¢s lectores
El 45% de los espa?oles, b¨¢sicamente gente mayor de zonas rurales, no lee nunca un libro
Rub¨¦n Guti¨¦rrez, economista y soci¨®logo, responsable de los informes sobre h¨¢bitos culturales que publica la Sociedad General de Autores (SGAE), no tiene dudas sobre este fen¨®meno. "Detectamos ya este aumento en nuestros estudios de principios de los noventa, pero la tendencia se ha mantenido al alza durante toda la d¨¦cada pasada y los cinco a?os de la actual. As¨ª las cosas, el 58% de las mujeres son lectoras habituales y el 54% se encuentra entre los ocasionales. Ambas cifras se sit¨²an por encima del 51% que el sexo femenino representa sobre la poblaci¨®n total. Est¨¢ claro que el deseo de superaci¨®n y de poner de manifiesto sus capacidades est¨¢ desarrollando el h¨¢bito de lectura entre las mujeres".
Dentro de ese amplio caj¨®n de sastre de la narrativa -que incluye novela, cuentos y relatos-, las mujeres se decantan m¨¢s por los temas hist¨®ricos, rom¨¢nticos y de aventuras. Los ¨¦xitos de ventas de El c¨®digo Da Vinci y ?ngeles y demonios, ambos de Dan Brown, o de autores espa?oles como Carlos Ruiz Zaf¨®n (La sombra del viento); Matilde Asensi (El ¨²ltimo cat¨®n) o Julia Navarro (La hermandad de la S¨¢bana Santa) deben mucho a los gustos literarios de las mujeres. Al parecer, esa mezcla de intriga, esoterismo y claves hist¨®ricas resulta imbatible en la actualidad, como ya ocurr¨ªa hace tiempo en los pa¨ªses anglosajones. Las ediciones de estos t¨ªtulos se sit¨²an en cientos de miles de ejemplares en un pa¨ªs donde la tirada media de un libro apenas rebasa las 4.000 copias. En paralelo con esta devoci¨®n por la narrativa, que tambi¨¦n cuenta obviamente con grandes apasionados entre los hombres, las tendencias masculinas resultan las dominantes para leer historia, ensayos cient¨ªficos o libros de humanidades. Se puede subrayar con toda claridad que mientras las editoriales piensan en femenino al contratar una novela, se ponen en el lugar de las preferencias masculinas al publicar un ensayo.
La editora Carmen Fern¨¢ndez
de Blas ha trabajado para varios sellos, tanto de ficci¨®n como de no ficci¨®n, y ha sido la descubridora de autoras como Matilde Asensi y Julia Navarro. A su juicio, las mujeres "han hallado el ocio en la lectura del mismo modo que los hombres se inclinan por el f¨²tbol". "Esta revoluci¨®n de las mujeres", a?ade, "responde tambi¨¦n a la b¨²squeda de maneras de vivir, desde la emoci¨®n o desde la evasi¨®n, en un acto ¨ªntimo como es la lectura". Su larga experiencia le permite a Carmen Fern¨¢ndez de Blas sostener que "las mujeres han derribado esa barrera que identificaba la lectura con una afici¨®n culta reservada s¨®lo para unos pocos. Las mujeres han asociado lectura con entretenimiento, con placer en una palabra. Y una vez alguien entra en el mundo de la lectura, ya puede optar a muchas m¨¢s posibilidades. Pero tiene toda su l¨®gica que esta afici¨®n comience en escritores como Ken Follet o Antonio Gala, es decir, narradores de calidad para todos los p¨²blicos". El director ejecutivo de la Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a, Antonio ?vila, atribuye esta masiva presencia entre el p¨²blico lector al empuje de las mujeres en todos los ¨¢mbitos acad¨¦micos y laborales. "Se trata de un fen¨®meno general que afecta a otros pa¨ªses", se?ala, "y que obedece a la necesidad de las mujeres de demostrar su val¨ªa, aunque tambi¨¦n a una mayor perseverancia y estabilidad en las aficiones".
Al hilo de estas reflexiones exis
te unanimidad, entre los estudios, a la hora de declarar los motivos que inducen a la lectura y es que el 91% manifiesta que lee como entretenimiento, lo que confirma el aliciente del placer cuando se trata de acercarse a los libros. A enorme distancia surgen otras razones como la mejora cultural o el impulso para los estudios o el trabajo. En el otro lado de la balanza, la falta de tiempo est¨¢ a la cabeza de las razones para no leer, muy por delante de motivaciones como otros entretenimientos o la pura ausencia de afici¨®n. Esta ¨²ltima se trata de una carencia m¨¢s usual en gente con menor nivel de estudios Se ha roto, pues, aquel lema publicitario que sosten¨ªa que un libro ayuda a triunfar en beneficio del puro entretenimiento.
Rub¨¦n Guti¨¦rrez lo explica as¨ª: "Hace unos a?os no leer significaba una actitud que estaba mal vista en ambientes profesionales y universitarios. Adem¨¢s, se apreciaba entonces un factor de emulaci¨®n hacia las clases altas, que eran las m¨¢s cultas. Ese prestigio se ha diluido tambi¨¦n en la medida en que la cotizaci¨®n de la lectura ha descendido cuando se trata de encontrar un puesto de trabajo. En los a?os noventa hubo tal desprestigio de la cultura respecto de la econom¨ªa que desde la SGAE tuvimos que lanzar campa?as para remarcar el peso econ¨®mico de la industria cultural en Espa?a". En la Federaci¨®n de Editores no contemplan tan negativamente esta p¨¦rdida de valor social y destacan, en cambio, que leer es leer y que las actitudes elitistas perjudican el fomento de la lectura. "Siempre citamos el ejemplo de Harry Potter", comenta Alberto de Oliveira, portavoz de los editores, "porque est¨¢ claro que muchos chavales comienzan por leer estas aventuras de la escritora Joan K. Rowling. Pero es muy importante que descubran el placer de la lectura para engancharse despu¨¦s a otros libros". Desde la SGAE, Guti¨¦rrez coincide en que los best sellers tienen un indiscutible "efecto llamada" para adentrarse posteriormente en otro tipo de literaturas. Porque est¨¢ claro que los estudios sobre h¨¢bitos culturales en Espa?a no distinguen entre unos tipos u otros de opciones. "El protagonismo sobre las orientaciones culturales", comenta este soci¨®logo, "debe corresponder a los pol¨ªticos, a los profesores, a las editoriales o a los programadores".
Tanto el citado estudio de la SGAE de 2004 como el informe de la Federaci¨®n de Gremios de Editores, del mismo a?o, desmontan asimismo un mito, un lugar com¨²n que se utiliza en los an¨¢lisis culturales: que los j¨®venes no leen. "Existe una relaci¨®n directa entre la juventud y los lectores", se?ala el informe de la Federaci¨®n de Editores, "de forma que la franja de edad en la que m¨¢s se lee se sit¨²a entre los 14 y los 25 a?os. Dentro de estos h¨¢bitos por supuesto se excluyen los libros de texto o relacionados con los estudios". Al contrario de algunas apreciaciones, el resto de actividades culturales y de ocio, incluyendo el acceso a Internet o los videojuegos, no se presentan como incompatibles con la lectura. De este modo, el envejecimiento act¨²a en detrimento de la afici¨®n por la lectura y, mientras el 72% de j¨®venes confiesa que lee, el porcentaje va descendiendo hasta reducirse a un 30% cuando los lectores rebasan los 65 a?os.
"Se olvida con frecuencia", manifiesta ?vila, "la explosi¨®n de literatura infantil y juvenil de los ¨²ltimos a?os con autores que venden much¨ªsimo como Juan Mu?oz o Jordi Sierra. Lo que pasa es que los j¨®venes cuentan con circuitos propios de recomendaciones, con un boca a boca que ignora en muchas ocasiones los consejos de los adultos, ya sean los padres o los profesores. Mi hijo de 14 a?os me pidi¨® que le regalara Diario de un skin, de Alberto Salas,
[uno de los libros m¨¢s vendidos en 2004 en el ¨¢rea de no ficci¨®n] y cuando le pregunt¨¦ d¨®nde hab¨ªa o¨ªdo hablar de ese libro, me contest¨® que en el colegio lo hab¨ªan le¨ªdo muchos compa?eros suyos".
Al margen de rese?as en los pe
ri¨®dicos, de campa?as de publicidad o de sugerencias de libreros, la opini¨®n de amigos y de conocidos figura como el motivo m¨¢s citado en las encuestas para comprar una novela u otra. O sea, que al final se impone el boca a boca. En las editoriales generalistas, que publican todo tipo de g¨¦neros, temas y autores, suelen sonre¨ªr cuando recuerdan el escaso eco que tuvo en los medios de comunicaci¨®n la aparici¨®n de dos de las novelas espa?olas m¨¢s vendidas y traducidas de los ¨²ltimos a?os: La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zaf¨®n, o Soldados de Salamina, de Javier Cercas. Sin apenas lanzamientos iniciales, el triunfo de estos libros se debi¨® ¨²nica y exclusivamente a su conexi¨®n con el inter¨¦s de un p¨²blico muy amplio.
M¨¢s all¨¢ de los valores literarios o de los h¨¢bitos culturales, la industria editorial espa?ola, b¨¢sicamente concentrada en Catalu?a y en Madrid, se halla entre las potencias de la Uni¨®n Europea con un total de 65.824 t¨ªtulos publicados a lo largo del a?o 2003, de los que 34.294 fueron nuevos y el resto, reimpresiones. El 60% de estas ediciones corresponde a literatura. El peso del sector en el empleo tampoco resulta nada desde?able, ya que unos 14.000 trabajadores est¨¢n contratados en editoriales. No obstante, esta pujanza econ¨®mica no ha podido impedir que un 45% de los espa?oles mayores de 15 a?os confiese que nunca lee un libro. Algunas razones que explican esta miseria cultural apuntan a que las generaciones de gente mayor en Espa?a o bien no han asistido apenas a la escuela o bien s¨®lo tuvieron acceso a estudios primarios. Otro motivo se referir¨ªa a esa identificaci¨®n de la lectura con un ejercicio aburrido que requiere concentraci¨®n y esfuerzo. Algunos soci¨®logos aluden tambi¨¦n a la historia de un pa¨ªs donde se generaliz¨® la televisi¨®n, en medio de una dictadura militar, y antes de que la educaci¨®n secundaria fuera universal, obligatoria y gratuita. Algo tendr¨¢ que ver asimismo la pervivencia de regiones rurales y atrasadas en Espa?a que, no en vano, se sit¨²an a la cola en h¨¢bitos lectores. Curiosamente el precio de los libros, un asunto que suele estar en el centro de muchas pol¨¦micas, s¨®lo aparece citado muy de pasada en las encuestas cuando se trata de encontrar justificaciones para no leer.
Antonio ?vila pronuncia una
palabra clave para fomentar la lectura: bibliotecas. "Es inaudito", comenta el principal ejecutivo de los editores, "que muchas bibliotecas de nuestro pa¨ªs est¨¦n mal dotadas e instaladas en edificios que no re¨²nen condiciones adecuadas. Pero lo que resulta m¨¢s incomprensible es que no se ampl¨ªen los horarios. Las bibliotecas deber¨ªan abrir durante m¨¢s horas en los d¨ªas laborables y, sobre todo, deber¨ªan funcionar durante los fines de semana. ?C¨®mo se va a fomentar la lectura si el horario de las bibliotecas coincide con los horarios laborales y de clases? Los alumnos finlandeses son los mejores de Europa, entre otras cosas, porque han sabido aprovechar su experiencia de las bibliotecas escolares".
Sin embargo, no cabe duda de que las claves de la afici¨®n por la lectura se hallan en la familia y en la escuela. Muy raros son los ejemplos de grandes aficionados a la lectura que no hayan contado con unos padres devotos de la literatura, con un profesor que les descubriera novelas y escritores, con una biblioteca cercana... "En el sistema educativo actual", afirma Rub¨¦n Guti¨¦rrez, de la SGAE, "no se fomenta la lectura como un placer, se recortan las horas dedicadas a lengua y a literatura y se limitan las ense?anzas de m¨²sica o de pl¨¢stica. Todo eso repercute sobre los h¨¢bitos culturales". Los expertos califican de irrecuperable a esa mitad de espa?oles que nunca lee y opinan que hay que concentrar los esfuerzos en convertir en lectores habituales a los que s¨®lo se acercan espor¨¢dicamente a los libros. "Las dos Espa?as tambi¨¦n existen en la lectura. La mitad lee, la otra mitad no", dice Guti¨¦rrez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.